Capítulo 9.

6 1 0
                                    

La noche era joven. Las luces de la discoteca parpadeaban sin cesar. La música a todo volumen era ensordecedora y las bebidas alcohólicas hacían que la temperatura en el ambiente aumentara...

Y ahí estaba Raquel, tomando una copa, como todas las noches cuando sus padres la mandaban a hacer un «trabajo». Estaba sentada en el bar y rechazaba toda compañía, pues ella ya había tenido experiencias de personas que lo único que querían era tener sexo y eso no le gustaba. No bailaba, puesto que no tenía ánimos. Ni siquiera sabía porqué estaba ahí... Hasta que lo recordó.

Unas horas antes, cuando se despidió de Christian después de haberle dicho la dirección de la casa de Charlotte, llegó a su casa. Estaba un poco sudada. No había nadie y eso le gustaba. Se fue a bañar para irse a dormir un rato antes de ponerse a estudiar intensamente.

Fue en eso que sus padres llegaron con bolsas de farmacia en sus manos, las cuales contenían pastillas para la resaca ya que ellos bebían continuamente y sin importarle lo que su hija opinara.

–¡Raquel, ven acá! –la llamó su madre–. Necesito que me hagas un favor esta noche.

–¿No es otra de sus absurdas fiestas, verdad? –preguntó Raquel.

–¡No son absurdas, Raquel! –replicó su padre–. Son negocios.

«¿Qué clase de negocios se hacen en una discoteca?», pensó Raquel.

–Necesitamos que esta noche vayas a una fiesta –dicho esto, su papá le entregó un papel con una dirección–. Debes de presentarte como nuestra hija a un señor que se te acercará con un maletín marrón oscuro lleno de dinero. Cuando te lo ofrezca, deja que te brinde una copa. Habla con él y haz un par de negocios. Cuando termine, se irá y tú puedes quedarte un rato más si quieres ¿Has entendido?

La muchacha asintió con la cabeza, sin muchas ganas.

–¡Ánimo Raquel! –intentó animarle su padre–. No tienes que hacer ningún trabajo sucio y te pagarán como si lo hicieras.

«No siento que esto sea de todos modos una forma muy limpia de trabajar...», pensó. Suspiró y se fue a su habitación, a prepararse para ir a una fiesta a la que no tenía ganas de ir. Ni siquiera entendió lo que sus padres le pidieron, pero lo importante para ella era tomar el dinero e irse.

Y ahí estaba ella, bien vestida, tomando una copa con un señor que desconocía totalmente y en el que no confiaba. Ni siquiera tomaba con ganas; lo hacía lentamente y sin prisa, como si sospechara de algo.

Por fin, el hombre se marchó y le dejó el maletín. Él le había pagado al barman, así que ella sólo tenía que irse. El hombre hizo cosas que a ella no le gustaron, como sobrepasarse, pero no le tomó importancia: al fin y al cabo, era solamente un pobre diablo que no volvería a ver en su vida a menos que sus padres hicieran otro trato.

Llegó a su casa totalmente agotada. Dejó el maletín sobre la mesa y miró su reloj, el cual marcaba la una y doce de la madrugada. Bostezó. No le daría tiempo de estudiar lo suficiente. Hizo todo lo que pudo, pero al final el sueño la venció y ella se quedó totalmente dormida.

Al día siguiente, sería una de las pruebas más importantes, y estaba totalmente destrozada. Algunas veces, no podía mantener los ojos abiertos.

Le habló a su mejor amiga en busca de compasión, pero sólo recibió un regaño por parte de ella... ¡Y tenía razón! Pero Raquel tampoco tenía la culpa de que sus padres la hayan mandado... Ni siquiera quería hacerlo, pero no podía negarse pues la última vez que lo hizo, fue peor. Raquel fue una de las últimas en terminar, pero al menos lo hizo. Pensó que la nota era suficiente como para alcanzar el cuarto lugar.

Más tarde ese mismo día, Raquel se encontraba sola por los pasillos y con la cabeza baja, sintiéndose mal consigo misma. Se sentía inútil, un asco, que nunca lograría ser alguien en la vida.

–Raquel, ¿Me estás escuchando? –preguntó Charlotte, mirándola a los ojos.

Ella parpadeó varias veces.

–¿A qué hora apareciste? –murmuró.

Charlotte la miró con los ojos bien abiertos.

–Raquel, llegué hace unos minutos... –respondió perpleja–. ¿De verdad no me escuchaste? ¿Pasa algo? ¡Dime!

Ella no sabía qué responder, sólo balbuceaba palabras sin sentido. Charlotte se palmeó la frente.

–No importa... –dijo–. Lo que te quería decir es que está vez no podremos regresar a casa juntas.

–¿Por qué?

–Tengo... –carraspeó un poco–. Cosas que hacer. La próxima será.

Dicho esto, Charlotte se fue. Raquel se quedó sola, de nuevo, en el pasillo. Estaba sorprendida, pues no era usual que Charlotte la dejara y ya habían pasado varias veces. Algo extraño estaba pasando. Decidió observarla al salir y ver por cuenta propia lo que le ocurría; algo andaba mal.

Antes, la observó durante las últimas clases: ella se comportaba totalmente normal, excepto cuando hablaba con Christian, pues su comportamiento actual no era semejante por nada al de antes; no estaba obsesionada por verlo fracasar, sino que estaba tranquila... No se creía el que de verdad haya cambiado por ella... Había algo detrás de todo esto.

Cuando por fin las clases terminaron, Raquel siguió a Charlotte con sigilo, pero al parecer ésta se dió cuenta; iba de un lado a otro, se metía por un baño y salía por otra puerta, entraba en un pasillo para luego salir por la cantina... Era muy extraño, pareciera como si tuviera un secreto qué ocultar. Por fin, Raquel la perdió de vista.

Estaba por rendirse. Caminó hasta una de las ventanas que daba al exterior del liceo, pero lo que vio la dejó atónita: Charlotte le estaba sonriendo a Christian y le estaba hablando como si fueran amigos. Al parecer, él le iba a comprar un chocolate sabe Dios porqué y Charlotte iba a elegirlo. ¿Por qué hicieron esto?

Raquel se quedó estupefacta un momento y cuando logró volver a la realidad, ya estaba en el mismo lugar donde antes habían estado ambos... No lo creía, ¿Qué fue lo que pasó cuando Christian fue a casa de Charlotte? ¿Se enamoraron tan rápido? No, no podía ser... ¿Entonces qué era? Ella no entendía nada.

Pero si de algo estaba totalmente segura, era de que vigilaría un poco más de cerca a su mejor amiga y a su, aparentemente, nuevo amigo (si es que no eran algo más).

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Tarde pero llegué, como dicen por ahí.

Bueno chicos, disculpen la tardanza. Estaba en un evento que requería mi presencia y total atención, por lo que ahora es que voy publicando el capítulo, ¡Pero aquí lo tienen! Raquel detrás de cámaras (?)

Se les quiere y de nuevo, disculpen la hora. Bye ♥

-Vic~

Un Pronto Adiós. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora