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-Shawn, hijo -mi madre se asomo por la puerta-, vas a salir o tengo que venir con la escoba para echarte de la casa? -la mire sobre mi hombro. Estaba sentado de espaldas a la puerta en el suelo, buscando un libro que guarde en la estantería más baja, pero que no recuerdo su nombre, lo leí a eso de los 13 años, cuando mi abuela seguía viva y en uno de mis cumpleaños me lo había regalo, no le había tomado importancia, hasta hoy, que me acorde y quería leerlo de nuevo.

-Mamá, hay cosas más interesantes que salir de la casa -tome todos los libros y los esparcí por el suelo, eran, alrededor de, veinte libros. Tome uno y mire la fecha de impresión, sé que el libro que me había dado era viejo, demasiado viejo, pero todos los libros que tengo lo son, y eso no ayuda. Sentí una presión en mi oreja cuando me dispuse a tomar otro libro. Mi mamá me estaba tironeando para que me levante.

-Auu, au, au -dije cuando mis dos pies estaba sobre el suelo, quería reírme, porque mi mamá tenía que extender un poco la mano para llegar a mi oreja cuando estuve parado. Me soltó la oreja, para tomar el borde de mi camiseta. Rodeamos la cama, mi mamá abrió el armario y sacó una sudadera, me la lanzó y la agarre. Se coloco detrás mío y empezó a empujarme fuera de la habitación, bajamos la escalera caracol que daba a la sala, y me siguió empujando hasta llegar a la puerta de salida. Una vez ahí abrió la puerta, me saco de la casa, para darme un ademán de manos y cerrar la puerta en mi cara.

-No vuelvas hasta las ocho de la noche, si estas antes, te castigo -la voz de mi mamá, ahogada por la puerta, se hizo escuchar segundos después. Bueno, me coloque la sudadera, hacía un frío infernal y solo tenía de abrigo eso. Mi mamá espera que me enferme.

Empece a caminar hacia la vereda, una vez pisando el asfalto de la calle, me dirigí hacia un parque. Digamos que no es una ciudad muy transcurrida, al estar cerca de las sierras y en época de clases, las visitas de los turistas se resumen a nada. El frío en estos tiempos ahuyenta a los pocos turistas que se atrevan a venir. Aunque nada comparado a estar sentado en una banca con vista a las sierras. Todos se lo pierden, porque prefieren estar en sus casas(como yo), usando sus teléfonos(yo no lo uso), o simplemente durmiendo o haciendo lo que sea. Pero al ser viernes, es muy probable que una loca fiesta se haga en el club Florian, el único club para chicos de entre 13 y 20 años, es muy peligroso combinar esas edades, no sabes con la clase de persona que te puedes encontrar ahí adentro, aunque el alcohol no predomina en la lista de bebidas, siempre hay. Hoy, estaba nublado, por suerte no caía agua, pero el viento te volaba las pocas ideas que se te formaban en la mente. Los árboles bailaban de un lado a otro, balanceándose, chocándose entre sí, causando un ruido especial. El viento hacia un silbido bastante agudo. Las hojas en el suelo iban de una lado a otro. El agua de los charcos vibraba. El pelo se te enredaba de tantas vueltas que hacía. Mis ojos estaban clavados en el local de videojuegos, nunca fui fanático de ellos, pero no haría daño jugar a alguno.

Me paré de la banca y cruce el parque, enterrando mis zapatos en barro, antes de llegar al asfalto de la calle, me resbalé, cayendo hacia atrás, logrando golpear mi cabeza contra el suelo. Me quedé ahí unos segundos, asimilando el dolor que crecía en la parte de atrás de mi cabeza. Me toque el lugar afectado y un bulto se estaba formando. Me levanté y quedé sentado con las piernas extendidas. Que golpe. Escuché unas risas detrás de mí. Gire mi cabeza despacio hacia atrás y un grupo de chicos y chicas estaba sentado en la banca en la que estaba yo. Gire mi vista al frente y sentí unas manos en mis axilas. Mire hacia atrás y era la chica de esta mañana. Me solté de su agarre y me paré rápidamente, mala idea, me tambalee un poco por la brusquedad de mi movimiento. La chica me tomo el brazo para que me estabilicé.

-Estas bien? Vi tu gran golpe y creí que estabas inconsciente -me libre de su mano  seguí caminando hacia donde iba. Pero el local se distorsiono, y me agarre del poste de luz. Creo que ese golpe me afecto demasiado. Unos minutos más tarde, pude seguir caminando hacia el local. Entre y un clima cálido me abrazo cuando más lo necesita. Respire el aire y olía horrible, una mezcla de sudor y de comida rápida me llegó a la segunda inspirada. Camine entre las máquinas de juegos y entre las personas que jugaban y miraban como lo hacía. Me detuve cuando el cartel de Mario Bros estaba pintado en una máquina, me acerque a la única persona que estaba jugando. Estaba encapuchada y llevaba alrededor de 12481 puntos, se notaba que jugaba muy seguido. Me pare a un costado para mirar la pantalla y el movimiento de sus manos. Unos quince minutos después pude oír unas palabras bastante groseras salir de su boca, su voz era algo aguda, así que supe que era una chica, esta se dio vuelta y choco contra mí.

-Lo siento, juegas muy bien -alagué cuando vi de reojo el puntaje, una serie de números bastante larga, que no me memorizaría en segundos.

-Ah, sí? Pues gracias -la chica me esquivo y salió fuera del local. Mire el tablero de juego de la máquina y note una pulsera. La tome y corrí fuera. La chica estaba por dar vuelta la esquina, grite un "chica" y giro la vista hacia. Abrió los ojos y empezó a correr. Esto no puede estar pasando.

Corrí lo más rápido que pude y la perdí de vista. Mire la pulsera y era de cuencas de colores. Bastante linda. La guarde en mi bolsillo y cruce la calle, para ir hacia el centro. Mire la vidriera  pare en seco. Tenía toda la ropa con barro seco, la cara negra de suciedad. Ahora ya sé porque se asusto. Hasta yo lo hice mirando mi reflejo. Di la vuelta y empece a caminar hacia la casa de Joe, debo arreglar este aspecto.


Feliz año nuevo, que la pasan lindo, les dejo un capítulo,

Espero que les este gustando

Dejenmelo saber.

Acquaro

Real Friends|S.M|TERMINADA|Where stories live. Discover now