Cazadores de Razas. Capitulo 20

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Vuelvo a respirar hondo, y comienzo a levantar aquella destartalada cosa con un hechizo de levitación, ya cuando lo tenía en el sitio donde quería, decido por volver a pronunciar las palabra que me ayudaron con el primer detalle, pero para mí desgracias este se vuelve a prender como arbolito navideño, respiro hondo y aplico ese hechizo con el que casi ahogo al pobre Deme, y ya cuando está nuevamente apagado, vuelvo a intentarlo, haciendo que de nuevo se prendiera en llamas, frustrada aplico nuevamente aquella técnica y sin esfuerzo lo apago, a este paso solo quedaran cenizas y no un árbol que acomodar, me reprocho a mí misma viendo el destre que estaba originando.

Con un par intento más, por fin consigo mi objetivo, haciendo que el patio volviera a verse igual de hermoso que antes, sonrió para mí, ya que aquello me confirma que si me esfuerzo y trato de no ser tan distraída las cosas salen. Contenta con el resultado, decido por ir por mi ángel, que de seguro ya se le habrán acabado las tácticas para entretener a Demetrius, pero aquello no fue necesario ya que antes de poder entrar oigo como estos discuten en la pequeña sala que se hallaba luego de las puertas francesas, para así ver a un Demetrius más sulfatado de lo normal, al verme veo como se asusta y de inmediato corre hacia lo que era un patio destruido, emocionada giro para ver su reacción, y lo que veo me gusta, al menos ya no se ve tan enojado.

Mateo: Bueno mi deber ya está hecho, me debes una pequeña – y dicho esto se retira dejándonos a solas

Alejandra: Demetrius de veras lo siento, no quería acabar con tu patio, solo quería entrenar un poco – pronuncio a un lado de el, este de inmediato gira y su mirada conecta con la mía

Demetrius: No te preocupes Ale, pero por favorno lo vuelvas hacer – sonrió cual niña pequeña para así abrazarlo    


Alejandra: Prometido, iré al bosque, seguro hay puedo destruir sin quejas – me separo de él, para luego dar paso a las carcajadas

Demetrius: Quien lo diría, dieciocho años han pasados y tu sigues siendo el mismo terremotico de cuando te volví a encontrar, a ese paso vas a logar acabar con Davian y sus alrededores – sonrió aún más por lo dicho para así dirigirnos a las butacas. Ahora pensando en otra cosa, esta es la mejor oportunidad de preguntarle el por qué me oculto el hecho de que tenía tíos

Alejandra: Deme, te puedo hacer una pregunta – pronuncio con mi mirada perdida en aquel paisaje

Demetrius: No me digas, porque no te dije lo de Thiago y Alan? – pregunta y yo asiento – La verdad, es que luego de que tu madre discute con ellos, y ellos se alejan, ella me hizo jurar que si tenía un hijo que no le permitiera que se acercara a su criatura, ya que tenía miedo de que le hicieran daño, y no te miento yo también tenía miedo de que se enterara de tu nacimiento e intentaran una locura, luego de aquello se une el hecho de que perdimos la paz y que... bueno esa parte ya tú la sabes, así que no debo de dar tantas vueltas – se detiene para aclararse la garganta y así continuar – en fin, luego de esa noche todos los que conocíamos a los Salen pues los dimos por muertos, y no me pareció justo decir que tu madre tenía hermanos pero que de seguros no están vivos, iba hacer un golpe demasiado duro, y más en ese momento, sé que Athos y yo debimos contarte esto, pero no quería romper de nuevo tu corazón – termina aquel relato y yo trato de asimilar sus palabras, y para mi sorpresa los entiendo, sé que eso me hubiese destruido aún mas

Alejandra: Gracias – digo en un hilo de voz que seguro escucho

Demetrius: Por qué? – pregunta sorprendido

Alejandra: Por protegerme, por decirme esto, la verdad es que te entiendo y no te reprocho nada – le sonrió y el me la devuelve

Demetrius: En ese caso de nada – asiento para así levantarme y dirige así mi cuarto, ya el cansancio está obligando a mi cuerpo tirarse en la cama y no volver abrí los ojos por varios días, no obstante un brillo inesperado hace que me detenga comience a revisar mi cuerpo, notando así que lo que brillaba era el medallón no mi cuerpo, Demetrius de inmediato se levanta y ve aquello con asombro

Demetrius: Busca la daga – pronuncia sin salir de su estado de impresión, sin decir otra cosa, salgo de allí directo a mi habitación, que significa esto?

Como lámpara en mitad de la oscuridad, voy iluminando cada pasillo por el que paso hasta llegar a mi habitación, al entrar noto a un Mateo preocupado, mirando como la daga brillaba en su mayor esplendor, sin entender lo que ocurría, me acerco con cuidado, hasta llegar al aparato, con algo de miedo lo tomo entre mis dedos y con temblor en ella comienzo a descifrar porque ambas piezas brillan, pero inesperadamente aquella joya se incrusta en la daga, provocando un brillo que jamás había visto en mi vida, es tal lo que ocurre delante de mí que debo cerrar los ojos para así evitar las molestias que este me provocaba.

Cuando por fin se disipa la luz y la habitación queda nuevamente en penumbras, aquella arma cae en mis manos, notando una espada con incrustación de piedras y cristales combinada con detalles en oro y plata, y justo a un lado un pequeño botón de cristales de un color ámbar, estaba impresionada, sin saber que decir o que hacer ante el hecho, aquella arma era imponente, y se podría a preciar que era más letal de lo que ya era.

Mateo: Tu sabias que podía hacer eso? – pregunta atónito por lo que está observando

Alejandra: No – susurro sin aun poder creer lo que acaba de ocurrir

Mateo: A la mierda Ale, si ya de por si eres peligrosa con lo que era esa daga con eso acabaras a quien sea – pronuncia con un toque de burla, pero yo no le veo la burla, yo solo... ni se que me pasa en estos momentos por la cabeza

Demetrius: que sucedió Ale? – dice Deme a nuestras espaldas, de inmediato giro y le muestro el resultado – Por el amor... Pero tú sabias que era posible – niego con la cabeza, si ellos no sabían menos yo

Alejandra: La verdad, es que... no sé qué decir – digo sin poderle quitar la mirada aquella cosa, es enorme pero hermosa a la vez

Demetrius: Voy a llamar a Athos para ver si me dice algo, esto... esto es totalmente insólito, por cierto de donde sacaste el medallón Salen? – pregunta ahora buscando su celular

Alejandra: Me lo dio Thiago esta tarde, como un obsequio por mi cumpleaños, crees que sabrá algo? – pregunte sin aun poder asimilar la situación

Mateo: Puede ser Ale, solo lo sabremos cuando el regrese – y es hay donde recuerdo que él me dio su número telefónico, y como no tenia que hacer otra cosa en aquella celda me lo memorice.

Rápido busco entre mis cosas el nuevo celular que Mat me había regalado, ya cuando lo tenía en las manos, busco el marcador, y como si hubiese marcado ese número toda mi vida, lo introduzco en el teléfono y comienzo la llamada, uno dos hasta tres repique y luego la llama se cae, aquello me parece extraño y lo intento una vez más, esta vez me envía para el buzón, por lo que me preocupo ya que se que si el ve que soy yo me atendería, aquí hay algo raro.

Alejandra: No respondo – pronuncio ahora preocupada

Mateo: Déjame intentar – toma mi celular y veo como le marca, procedimiento que repite otras cuatro veces, pero nada que ver, no toma la llamada

Alejandra: Esto no va bien, de segu... pero el sonido del celular me saca de mi estado, de inmediato lo tomo – Thiago me tenías preocupada, porque no atendías? – le pregunto siento que algo no andaba bien

Davian: O querida en el no puede atender en estos momentos, va vía a Rusia para ayudarme a aniquilar a Gancardie, pero si lo dejo vivir te lo regresare con gusto... 

Trilogia de RazasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora