Especial Navidad 2/3

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Había sido una semana bastante agitada. Por empezar, Will quiso mostrarle un poco la ciudad a su novio así que ambos estuvieron horas recorriendo los mejores lugares de esta. Y ya desde un par de días antes de Año Nuevo, Naomi quería todo más que preparado para ese día ya que su hija menor lo pasaría con ellos (ella vive con su padre en Houston, por lo que ella, sus padres y más que nada Will, estaban muy emocionados);  Ashley tenía 13 años y siempre había sido una niña muy encantadora y, a pesar de que ella y el rubio no se veían más de al menos 4 o 5 veces al año, ambos se llevaban muy bien. Por lo que el joven hijo de Apolo estaba más que feliz de que su novio pudiera al fin conocerla.

Era viernes, y a comparación de los días anteriores había nevado más que antes. Will, a quien ya de por sí era difícil de levantar antes de las 10 am y que no era exactamente fan del frío, no quiso salir de su cuarto en todo el día, salvo para ir al baño y buscar algo para comer. Y Nico, como buen novio que era, le hizo compañía a su rubio hiperactivo; pasaron el día entre películas y charlas, besos y risas, acurrucados en la cama.

Nico quería decir que todo estaba bien, que no estaba llorando y que no sentía una profunda tristeza; pero no podía. Le era difícil admitir la verdad; él quería creer que si hacían lo que los médicos les decían estaría bien y luego ellos podrían volver a la normalidad. Pero era estúpido de su parte, era más que obvio lo que iba a pasar: iba a morir. Y lo único que el hijo de Hades podía hacer era ver como eso sucedía, como la vida dejaba su cuerpo lentamente porque no podía sentirlo; pero, por otro lado, estaba bien, porque eso es lo que ella quería. Kate quería morir. Pero eso no aliviaba el dolor; y aunque sabía que era estúpido llorar y sufrir tanto por una estúpida película, no podía evitarlo: esta era muy triste. Especialmente la parte en la que la niña admite lo que quiere hacer.

Y aunque había veces en las que quería gritarle a la madre que deje a sus hijas en paz, él entendía. Porque Nico tampoco había querido dejar ir a su hermana Bianca (aun cuando esta ya estaba muerta), y tomó decisiones muy erradas que por poco le costaron mucho. Pero aprendió que cuando ya no queda otra opción más que dejar ir a las personas, lo mejor es hacer exactamente eso: dejarlos ir, porque si te aferras a alguien lo suficiente como para hacer que esta persona se quede a tu lado por obligación, lo único que se lograra será que ambos sean miserables y, muchas veces, que terceros se vean afectados. Por esa misma razón el pelinegro tuvo dudas con Will; porque sabía que tarde o temprano terminaría acostumbrándose a su presencia, terminaría haciendo que las mariposas se convirtieran en algo mucho más fuerte, terminaría haciendo que esos minutos juntos se transformaran en horas y luego en días, terminaría encariñándose con él más de lo que ya estaba, y terminaría por dejar que sus sentimientos crecieran más, sentimientos que tal vez, pudo haber desaparecido; y luego de que todo eso pasara, de que Nico terminara completa e irremediablemente enamorado de Will Solace, lo perdería. Como siempre lo perdía todo. Pero luego el rubio le prometió que siempre estaría a su lado, le prometió que lo cuidaría de todo mal y que si algún día le llegaba a lastimar él mismo se lanzaría hacia el tártaro. Jamás olvidaría esa tarde; fue cuando se besaron por primera vez. Cuando él tuvo su primer beso.

- No es un lugar muy bonito, Will –le había dicho el pelinegro mirándolo directamente a los ojos -. Ahí está el sufrimiento en su máxima expresión.

- Entonces, si llego a lastimarte, me lo mereceré –le contestó el rubio mientras apartaba un mechón de pelo que caía sobre sus ojos.

Estaban en la cabaña del hijo de Hades; habían estado molestándose el uno al otro, jugando como dos niños pequeños corriéndose mutuamente por todo el lugar hasta que Will atrapó a Nico y cayeron en la cama del último. Ambos comenzaron a reír a carcajadas hasta que se dieron cuenta en la posición en la que se encontraban: el rubio estaba sobre Nico con sus brazos cada uno al lado de la cabeza del otro y sus piernas también estaban una a cada lado de Nico, mientras éste lo abrazaba por la cintura. Se miraron a los ojos, sus narices tocándose.

Solangelo One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora