Colgó con lágrimas en los ojos pero su sonrisa no podía ser más enorme. Apoyó su cabeza en mi hombro.

-Está encantada, casi tanto como yo. Esto es casi el sueño completo.

-¿Casi?

-Me faltas tú, pero lo voy a conseguir, no me rindo fácilmente. Perseguir mis sueños hasta lograrlos se me da de maravilla.

Ví a Blas reírse por el retrovisor. Sabía exactamente lo que estaba pensando y tenía razón, me moría por estar con él pero su infidelidad todavía rondaba mi cabeza. Llegamos a casa y llamamos a los chicos para comer todos juntos y contárselo. Pedimos pizza que era mi antojo del día y esperamos a que llegara Vicky.

-¿Pero qué ha dicho el médico? -preguntó Carlos impaciente-.

-Ahora lo sabrás enano -dijo David-, pero por las caras que tienen no puede ser nada malo.

En ese momento llegó mi amiga y se asustó al vernos a todos reunidos.

-¿Ha pasado algo?, ¿qué hacéis todos aquí?, ¿estás bien nena? -se agachó delante de mí-.

-Sí, tranquila -sonreí- siéntate y os lo contamos.

Besó a Blas y se sentó sobre sus piernas. Me levanté y tiré de Álvaro para que hiciera lo mismo.

-¿Preparados? -sus caras de expectación eran épicas-.

-¡¡Habéis vuelto!! -dijo Dani emocionado-.

-¿Te quieres callar? -María le dio una colleja cariñosa-.

-Ojalá -susurró Álvaro abrazandome por detrás-.

-A ver como os lo cuento, lenteja viene con compañía.

Me miraron con cara de no entender nada.

-¡Qué mala eres! -rió Álvaro-, chicos... ¡¡¡estamos embarazados de gemelos!!! -gritó emocionado-.

Los chicos seguían pasmados. La primera en reaccionar fue Vicky.

-¡¿En serio?, ¿gemelos?! -se tiró a mis brazos-, joder que puntería -le revolvió el pelo a Álvaro-, ¿y sabéis lo que son?

-Lenteja y lentejo -rió Blas-.

Se levantaron todos a abrazarnos y se podía respirar la emoción. Vicky arrastró a Álvaro a un rincón.

-Mira nene, ahora la cosa es más seria. Si la vuelves a cagar no te doy una hostia, te mato directamente. No le hagas daño por nada del mundo. No se lo que sientes o lo que pretendes, pero no la agobies y no hagas nada porque sufra, o te las veras conmigo.

-¿Que qué quiero? -Álvaro le cogió la mano-, a ella. Y a mis hijos. Es lo único que quiero ahora mismo. Voy a hacer todo lo posible porque vuelva conmigo. La quiero mucho Vicky, cada minuto sin ella es una tortura.

-Advertido quedas.

Cuando pasó por mi lado la abracé.

-Eres muy bruta, pero te quiero mucho tía, gracias.

-Sé que no va a meter la pata otra vez, pero tenía que decírselo.

Álvaro se había quedado pensativo apoyado en la pared y me acerqué.

-No muerde -reí-.

-Me acojona bastante -sonrió-.

-Vicky ha vivido conmigo los peores momentos de mi vida y sólo quiere mi felicidad. Es un poco bestia, pero no creo que cumpla su amenaza.

Mi comentario provocó su risa y volvimos con los demás. Disfrutamos de una divertida comida donde empezamos a especular sobre cómo serían los bebés o quien iba a cuidarlos.

-De momento, ya no necesito niñeras para mí -les dije-, podéis recuperar vuestras vidas.

-¡Jooo! -protestó Carlos-, ¡que a mí me gusta mucho cuidarte!

-Y no quiero que dejes de hacerlo, enano, ni tú ni ninguno de vosotros, os necesito a todos. Lo único que quiero es que empecéis a respirar un poquito. Habéis sido fantásticos estos tres meses, me habéis cuidado, mimado y querido tanto, que seguro que no hay embarazada más malcriada en este país, pero también es el momento de que penséis en vosotros, en Marta, en María, y que disfrutéis. Todavía quedan unas semanas para que volváis a los escenarios, podéis hacer ese viaje que teníais planeado antes de todo este lío.

-No es mala idea -dijo Dani besando a María-, unos días fuera de aquí no nos irán mal.

Les dejé hablando sobre ello y me fuí a descansar; que me hubieran levantado el castigo no significaba que no estuviera agotada. Me tumbé y al minuto entró Álvaro.

-¿Estás bien?

-Perfectamente, un poco cansada.

-¿Puedo? -señaló la cama-.

-Claro -contesté apartando el cojín-.

Se tumbó a mi lado y pasó el brazo por mis hombros. Me acurruqué en su pecho y entrelazó la mano que le quedaba libre con la mía.

-Se está tan a gusto así -musitó-, extraño mucho las cosas que hacíamos juntos.

-Y yo, ¿o crees que yo no te he echado de menos?

-Entonces -acercó sus labios y me besó-.

-Álvaro no, por favor.

Me senté apoyada en el cabecero de la cama y se quedó medio tumbado sobre mí mirándome a los ojos.

-¿Por qué no? ¿Nunca vas a ser capaz de dejarte llevar por el corazón Vero?. Sé sincera, por favor, ¿me quieres?

Había llegado el momento de la verdad.

-Más que nunca Álvaro, por eso quiero estar segura de lo que hago. Ya no estamos solos, vamos a ser padres. No quiero dejarme llevar y arrepentirme después. Tengo los sentimientos a flor de piel con el embarazo y desde que te ví ayer todavía más, por eso quiero ser más prudente que nunca.

Se acercó demasiado a mis labios y sentí como se deshacía toda la resistencia que estaba poniendo entre los dos.

-Echo tanto de menos tus labios, tus caricias, tu cuerpo, que me estoy volviendo loco.

Me estaba excitando con cada palabra. Cerré los ojos porque no era capaz de soportar su mirada y sus palabras a la vez.

-Yo echo de menos las risas, los desayunos en la cama, las canciones a dúo, la ducha juntos...

-Mirarte mientras duermes, las noches en vela besándote, el olor de tu pelo, tu cara cuando hacemos el amor....

-Los paseos nocturnos cuando las calles están vacías, tus besos en la nuca para despertarme...

-Vero..

-Álvaro...

Nuestra respiración era tan agitada que cada palabra era un jadeo. Mi deseo había nublado por completo todo atisbo de razón que tuviera minutos antes.

-Te deseo tanto preciosa...

-Te necesito niñato -metí mis manos entre su pelo-.

Nuestras bocas se atropellaron y nuestras lenguas se enredaron en una guerra apasionante. Sus manos quemaban cada centímetro de mi piel que rozaban y acabé de volverme loca. Nos desprendimos de la ropa y nos exploramos con deleite.

-Necesito hacerte mía preciosa, no puedo soportarlo más.

-Hazlo por favor -supliqué rota por el deseo-.

Se metió dentro de mí con tanta dulzura que me produjo un placer indescriptible. Su sexy voz me excitaba cada vez más mientras su aliento en mi cuello electrizaba mi piel.

-Tenía tantas ganas de hacer esto -gemía- cada noche soñaba con tu cuerpo, cada noche te hacía el amor en mis sueños.

Sus palabras unidas a la ternura de sus movimientos me provocaron un orgasmo que me arrasó. El placer me abrasaba de manera brutal mientras se clavaba dentro de mí ahora sin piedad. Lamí su cuello con mi lengua mientras los gemidos de su placer cantaban en mi oído.

Preferiré morir contigo.... (Auryn  Alvaro )Where stories live. Discover now