Capítulo Treinta y Cuatro

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Cuando abrí los ojos noté el peso de unos brazos que me estaban rodeando la cintura. Intenté moverme, pero no lo conseguí, me sentía muy débil, como si mi cuerpo tardase en reaccionar más de lo normal a lo que le pedía y no pudiese seguir mis movimientos con tanta soltura.

—Te va a costar moverte. —La voz de Gael hizo que abriera los ojos—. Tengo que disculparme por...

—¿Te vas a disculpar por lo que hicimos? —rebatí de inmediato e intenté incorporarme para parecer más segura.

No me arrepentía, había hecho lo que quería, aunque hubiese pedido el control, pero era lo que me pedía mi cuerpo en ese momento. Yo quería besarlo. Me hubiera quemado con Gael si hubiese surgido así, estaba dispuesta a hacerlo, a abrasarme con él. No obstante, tenía razón, me costaba moverme. Era como si mi cuerpo fuese mucho más pesado de lo habitual.

—No, por eso precisamente no —sonrió de esa forma que solía hacer cuando estaba a mi lado y le parecía divertido algo que decía, sin mostrar los dientes, solo con los labios, y me dio un beso en la frente que duró unos segundos más de lo normal de forma cariñosa—. Deberías descansar.

—No quiero ni puedo descansar más tiempo, ¿cuánto tiempo he estado dormida? Tengo tantas cosas por hacer...

—No has estado dormida, te has desmayado —me corrigió—. Y ha sido por mi culpa.

—Gael...

—Bebí demasiado de ti. Creía que me controlaría, pero no pude hacerlo. Sabías tan bien que me excedí, era consciente de que estabas muy cansada y pese a eso...

—Te controlaste —lo interrumpí intentando quitarle hierro al asunto—. Estoy bien, ¿no me ves?

—Te desmayaste —gruñó con rabia y apretó una de sus manos muy molesto—. No, no lo hice. Debería haberme dado cuenta de...

Se me pasó por la cabeza callarlo con un beso, pero no era mi estilo, y desheché la idea casi de inmediato. Nada había cambiado pese a lo que había pasado. Yo seguía hecha un lío con respecto a lo que sentía, Gael solo complicaba más las cosas, me nublaba las ideas siempre que estaba cerca de mí, dejaba de ser racional y me dejaba llevar por lo que sentía en ese momento. Y ahora no podía permitirme eso, tenía que centrarme en lo que era realmente importante, lo que se avecinaba, el futuro ataque.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —pregunté de nuevo e intento levantarme de la casa, pero me mareé al hacerlo, por lo que Gael me cogió de la cintura y me acercó a él, haciendo que notase su aliento en mi cuello y su respiración, erizándome la piel de inmediato.

—No debería haber bebido tanto de ti, no sabiendo que tú no puedes estar débil...

—Basta de lamentos, me recuperaré, soy un hada, me curo antes de lo normal. No hay nada de lo que preocuparse.

Imperdonable  ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora