Capítulo Diecisiete

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Pese a que se suponía que había avanzado, si lo comparaba con meses atrás, seguía sin saber muchas cosas y había demasiados secretos a mi alrededor. Ni siquiera sabía que mi abuela no era de este reino, tampoco era que lo hubiese preguntado, pero ¿mi madre y Charles habían ido hacia ese reino?

Además, de forma rápida Alex me había dado mucha información, y no quería pasar nada por alto. Me gustaría saber mucho más de lo que me había explicado, entenderlo y saber con exactitud todo lo de los reinos.

El problema era que no había tiempo.

Salvatore había decidido separarnos a todos los que consideraba sospechosos, o que según él sabíamos el paradero de mi madre y de Charles, y empezó a interrogarnos para intentar tener información.

Lo curioso era que por su actitud, él parecía saber mucho más de lo que decía o de lo que estaba demostrando, lo notaba porque no sabía disimular la expresión de sus ojos cuando le decía que no era conocedora de lo que había hecho mi madre ni a dónde se había dirigido.

Que era cierto, no conocía los motivos exactos por los que se habían ido ni mucho menos el motivo y Salvatore lo sabía. Estaba intentando seguir marcando terreno, demostrándome que por mucho que tuviese derechos por ser el hada de fuego seguía sin ser nada sin él o su apoyo, que seguía estando por delante de mí.

Así estuvimos durante horas, sentados el uno delante del otro sin decir nada, sin hacer un movimiento fuera de lugar, solo observándonos, retándonos sin hablar. Me tenía ahí porque quería que lo estuviera, para tenerme controlada, para que no pudiese organizar nada en su contra.

—Febe te está buscando —me comentó Matthew al salir por fin de la sala en la que estaba hablando con Salvatore—, dice que es importante.

—¿Dónde está?

—En su habitación, Andrea ha evitado que la interroguen ni Salvatore ni ninguno de sus hombres.

—Menos mal. Es una niña, ella no sabe nada.

—O quizá sabe más de lo que crees.

Cuando llegué a la habitación de Febe, ella estaba sentada en su cama leyendo uno de los libros que había leído al principio de mi estadía aquí, uno que trataba sobre el control de las emociones para poder tener un mejor manejo de tus poderes y que no se te escapasen de control.

—Febe —llamé su atención, por lo que dejó el libro—. Matthew me ha dicho que querías hablar conmigo.

—Mamá se ha ido, ¿verdad? —preguntó ocultando un sollozo—. Ayer vino a despedirse de mí por la noche.

—¿Lo hizo? —Eso me extrañó, creía que se había ido sin decir nada a nadie, solo a Andrea, pero me equivocaba. Se despidió de Febe.

—Sí, quería que me quedase claro que no me abandonaba ni nada parecido, ni quería que tampoco me enfadase. Incluso me preguntó si quería ir con ella...

Fruncí el ceño, ¿por qué de ella sí se despedía y de mí no? Sin contar que llevarse a Febe hubiera sido muy peligroso, fuera del reino ella no estaría segura. Tenía que saberlo.

—Me alegra saber que te dijo adiós —le sonreí aunque no estaba contenta, pero Febe no tenía por qué saberlo.

—Estás enfadada —aventuró—. Mamá me dijo que te enfadarías cuando supieras que sí se había despedido de mí...

—No es solo por eso que lo estoy —negué y le acaricié una mano—. Es... más complicado de lo que parece, Febe.

—Mamá también dijo eso —murmuró—. No soy tan pequeña...

Imperdonable  ²Where stories live. Discover now