Capítulo Veinticuatro

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Decir que estaba confundida era poco. Tenía sensaciones muy contradictorias que me hacían entender menos lo que acababa de pasar.

Había perdido el control de mí misma solo por un beso, un simple beso.

Un beso con Gael.

Nunca antes había besado a alguien con tanta intensidad y pasión como lo acababa de hacer y siendo yo la que tenía el control, la que lo había propiciado todo. Lo peor era que quería más, mucho más.

Mi cuerpo aún ardía, esperando tener más contacto, queriendo tenerlo más cerca, esperando sentir sus labios contra los míos, saboreando mi sangre en ese beso, sintiendo que nada más me hacía falta en ese momento. Y no sabía cómo sentirme.

Me odiaba por haberme dejado llevar de esa manera, había seguido unos impulsos primarios. Pero pese a todo ello, estaba dispuesta a volver a hacerlo, quería volver a sentir ese placer tan extraño y, sobre todo, quería olvidar todo.

Suspiré y me toqué los labios en un intento de llenar el silencio que se había instalado. Gael me observaba en silencio, y yo no sabía qué decir o hacer para solucionarlo.

Y empecé a sentirme incómoda. Seguía sintiendo que ardía, que en cualquier momento iba a quemar y estallar en llamas, y la incertidumbre me agobiaba.

En un intento para saber que todo estaba bien, me miré las manos para saber si esa sensación tenía una explicación, quizá estaba generando fuego de manera inconsciente como me pasaba cuando perdía el control de mis poderes y por eso estaba ardiendo, pero nada, mis manos estaban como solían estar en estos últimos meses, normales.

Intenté relajarme acompasando mi respiración a un ritmo lo más normal posible, lo que no pasó por alto para Gael, que alzó una ceja lleno de curiosidad.

¿Por qué seguía sintiéndome así después del paso de los minutos? ¿Por qué tenía esa sensación, ese hormigueo que me pedía más?

Debía haber una explicación lógica para lo que acababa de pasar, tenía que ser así. Era lo más probable, yo no actuaba de esas maneras sin razones o motivos.

—¿Qué es lo que acaba de pasar? —murmuré al fin.

Él me miró, sorprendido por mi pregunta, como si no estuviera entendiendo nada, como si no se esperase lo que acababa de mencionar.

—Nos hemos besado —La que alzó una ceja fui yo ante esa respuesta tan simple. Era consciente de que eso era lo que había pasado, sabía lo que había hecho. Mi pregunta no era tan simple, quería saber por qué me había hecho sentirme así, tan diferente a lo habitual. Gael pareció entenderme porque siguió mirándome, como si pudiera leer mi mente—. Pero tú no preguntas por eso, quieres saber el porqué de lo que te ha hecho sentir, cómo te has sentido y cómo todavía te sientes.

Imperdonable  ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora