Aizen.

CAPITULO 6: Revelaciones, confidencias y acción.

Carol parpadeó unos segundos y luego se recompuso, apoyó una mano en su hombro y la hizo incorporarse.

-No hace falta que me rindas pleitesía de esas formas -sonrió- Ahora bien ¿qué eres?

Tara no lo dudó dos veces, sabía que podía confiar en esa persona, además debía obedecerla.

-Mi nombre real es Taravelle, hija de Élenor señor de los elfos Seelie, una de las princesas de...

-De DreamsMoon sino me equivoco -Carol se había documentado.

-Exacto -sonrió tímida, ya no veía a Caroline como una simple amiga sino como una especie de deidad y tenía muchas preguntas.

-Desde que tuve constancia de lo que supone tener mi sangre-hizo pausa mientras se miraba con aire ausente el brazo- he podido investigar gracias a los documentos antiguos que encontré. He estado poniendo sellos por toda la ciudad, con el fin de mantener a raya a los seres malvados -la miró con seriedad - Hoy he notado como las barreras eran traspasadas, rotas - cogió aire, temiendo la respuesta de la pregunta que iba a formular- ¿Quiénes eran?

Tara se llevó ambas manos al pecho, dolida por la traición de un viejo amigo, volvió a clavar sus ojos verdes en los de ella.

-Eran Unseelie...-tragó saliva nerviosa.

-¿Elfos oscuros? -Carol frunció el ceño- ¿Qué querían?

-A mi...-Silencio, eso es lo que se hizo.

-¿A ti? -Fue Carol quién se decidió a seguir preguntando- ¿Qué tienes tú que ver con ellos?

Eso parecía un interrogatorio, Carol no es que se mostrara hostil sino que tenía que hacer esas preguntas, no era lo suficientemente fuerte para mantener a raya a esos seres si habían roto el sello, y si ellos lo habían roto nadie podía asegurar que otras criaturas también lo hiciesen. Sentía que se le acaba el tiempo. Había notado las presencias de los seres que habitaban en los montes y colinas, en los cielos y en la propia ciudad, inquietos.

-Estoy investigando -dijo Tara- Estoy prosiguiendo con el trabajo que un día empezó mi madre, quiero que la paz entre los humanos y nosotros vuelva. Desde pequeña me contaban historias en las que las personas eran monstruos que cazaban hadas para luego diseccionarlas, a leprechauns que intentaban robarles su oro y cosas mucho peores... -Compuso una mueca de tristeza que luego se tornó en esperanza- Pero mi madre era la única que me contaba que no siempre fue así, que hubo una época dorada en la que todos convivimos en armonía, las personas no talaban todos los árboles, las sílfides bailaban con los hombres y todos trabajan codo con codo...-Miró a Caroline de una forma extraña, penetrante- Lo único qué sé es que hubo una guerra en el pasado, antes de que yo misma naciera hace más de setecientos años ( que esa es la edad que tenía Taravelle).

-Algo así he leído, lo de la guerra me refiero, los guardianes desaparecieron, o dejaron de intervenir, no sé muy bien tampoco lo qué pasó. El equilibrio se rompió, los humanos se separaron de los seres fantásticos y pasaron a ser eso, fantásticos, inexistentes, vivos solo en los cuentos infantiles - la miró también- Pero ahora algo está pasando.

-Si, no les conviene que vuelvan las relaciones entre humanos y seres mágicos, los Unseelie son seres maliciosos, que se divierten asustando a los humanos extraviados junto con otras criaturas, me consta que quieren reclamar esta tierra -se puso recta, tensa- No son más que conjeturas pero...Creo que están reclutando seres malignos, quieren someter a los humanos, y primero empezarán por someter a DreamsMoon.

Carol abrió mucho los ojos, DreamsMoon eran los únicos que seguían manteniendo a raya a los seres hostiles que habitaban por estos parajes, los únicos que con su ejércitos y buenas artes podían contener el poder oscuro de esos seres. Si DreamsMoon caía los humanos no tendrían nada que hacer ante tales bestias con tan grandiosos poderes mágicos. Sería un caos. Sería una catástrofe garrafal imposible de controlar.