Capítulo 32: "Consecuencias de un amor prohibido"

368 44 7
                                    

(Penúltimo capítulo)


Un hombre maduro cabello de flama guardaba en el bolsillo de su abrigo su revolver mientras pensaba: Ahora si voy por ese par de infelices.

El señor Ouji salió con la mirada llena de rabia y camino a paso firme fuera de su despacho.

Señor, ¿va a salir?, pregunto una de las empleadas de la casa.

Si, dijo el señor Ouji continuando su camino.

¿Irá en la limosina para pedir que se la alisten?, dijo la empleada.

No, al lugar donde iré tengo que ir caminando, dijo con firmeza el señor Ouji continuando su camino por el pasadizo mientras la empleada lo miraba alejarse intrigada.

Dijo que saldría pero por allí no es el camino hacia la salida, pensaba la mujer mientras veía a su amo alejarse más y más.

Mientras tanto:

Un par de pelinegros se encontraban de lo más felices nadando dentro de una laguna, mientras reían como un par de niños sin siquiera presagiar lo que vivirían algunas horas después.

Ja ja ja ja, no me hagas cosquillas, decía Milk sonriendo mientras su amado esposo simbólico la tenía entre sus brazos dándole pequeños besos en su cuello.

No sabía que eras tan sensible, decía Gokú riendo mientras dejaba de besar el cuello de la jovencita.

Ni yo lo sabía, dijo Milk riendo.

¿Ya quieres que salgamos de la laguna?; dijo Gokú dulcemente.

No aún no, el agua está deliciosa, decía Milk con una encantadora sonrisa.

Mansión Ouji:

El señor Ouji llego al viejo almacén, giro la perilla de la puerta del mismo y entro a este.

Como pude ser tan estúpido, no me acorde para nada de este lugar, por lo visto esa vieja traicionera se lo dijo a ambos, ellos usaron este sótano para sus encuentros y yo ni cuenta me daba de ello, pensaba el señor Ouji con rabia mientras entraba al sótano.

El señor Ouji camino por algunos minutos por el pasadizo que había en el sótano hasta encontrar la salida que lo conducía a las afueras de la mansión.

Allí está el maldito bosque, pensó el señor Ouji al estar ya fuera del sótano.

El señor Ouji con la mirada altiva llena de rabia continuo su camino hacia el bosque mientras un par de gemelos entraban a su mansión en un lujoso auto.

Minutos después: "Mansión Ouji"

¿Cómo que acaba de salir?, decía Diecisiete.

Si el señor me dijo que saldría y creo que ya se fue pues no está en la casa, dijo una empleada.

¿A dónde abra ido?, dijo Diecisiete.

No lo sé hermanito, solo espero y no se lo que estoy imaginando, dijo su gemela.

¿Crees que ya los encontró?, dijo Diecisiete.

Tal vez, ¿no?, el señor Ouji es muy persistente, a lo mejor ya dio con ellos, dijo la rubia con nostalgia.

Hermanita ni se te ocurra compadecerte de ellos delante de mi padrinito o te cierra las puertas de su casa para siempre, dijo Diecisiete con firmeza mientras su gemela lo miraba con nostalgia.

"Amantes de luna llena"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora