Capítulo 4

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Los restos de comida se encuentran esparcidos por todo el plato, las moscas se acercan a ellas cada vez más de prisa como Seth lo hizo conmigo, cansada de ver eso me pongo a pensar en Ethan, los chicos, ¿Ya se dieron cuenta de que me secuestraron? ¿Cuánto pidió Seth por mi rescate? ¿Habrá algún rescate o me tendrá encerrada? ¿Ethan ya le contó a mi familia sobre mi desaparición?

Todas esas preguntas rondan por mi cabeza una y otra vez, trato de no tomarles mucha importancia pero es casi imposible, no tengo nada más en que distraerme que pensar en las posibles respuestas a cada una de esas preguntas.

Escucho pasos llegar a mi habitación y veo como Abel con malhumor entra a la habitación, tras de él se encuentra un hombre muy alto, que podría pasarse por alguna persona de seguridad.

—Kelsey, levántate tenemos que irnos.

—¿A dónde?

—Solo hazme caso, no quiero trabajar a la fuerza y ayudarías mucho haciendo lo que digo.

Me pongo de pie y aquel hombre se acerca a mí.

—Tenemos que amarrarte, quédate quieta.

No lloro, solo indico mis manos para que sean amarradas, como si hubiera alguna diferencia con las cadenas que tengo casi todo el tiempo, cuando me quitan la cadenas veo las marcas que han dejado en mi piel y solo con verlas me duelen, pero prefiero no tomar en cuenta aquel dolor físico.

Cuando termina de amarrarme las manos me indica una bolsa de tela negra que tiene en las manos.

—Necesito taparte para que no veas el lugar, ni el recorrido —dice Abel.

Aunque debería forcejear para poder ser libre sé que no servirá de nada, además de que por alguna extraña razón sé que Abel no hará nada en contra mío.

Abel se acerca a mí y me dice que le siga, me pierdo con tantas vueltas que hemos dado y los sonidos de varias puertas con clave abrirse y cerrarse, la bolsa no me permite ver nada, pero después de varios minutos siento la brisa correr por mis brazos, pasar por mi ropa; me hacen subirme a un auto y Abel se sienta a mi lado.

—¿Me dejarán libre? —pregunto ingenua.

—Trata de no hacer tantas preguntas, Kelsey. No esta vez.

El camino es largo así que solo dejo el sueño, el cansancio y la comodidad de dormir en algo mejor que esa cama me ganen.

No sé cuánto tiempo me he dormido, pero el auto se detiene y Abel me dice que es hora de bajar.

Al igual que en el lugar de la habitación me hace caminar a su lado. El lugar huele a alcohol y a cocaína, sé que es un pésimo lugar y siento como Abel se tensa a mi lado mientras me guía a algún lugar. Escucho varias voces de hombres y como humillan con sus comentarios a mujeres del lugar.

Abel me hace sentarme, donde estamos, lo desconozco, pero mi mente no para de recapitular todas los posibles lugares donde me pudo haber llevado, se me hace muy difícil caminar, los días sin dormir y la pésima comida me han hecho sentirme completamente débil.

Escucho pasos a fuera, me comienza a desesperar, ¿A qué tipo de lugar me ha llevado Abel?

Siento como Abel se levanta, varias personas se unen a nosotros en la habitación.

—¡Abel! —escucho decir a un hombre, nunca antes había escuchado esa voz— ¿Cómo estás? No te he visto por estos lugares en mucho tiempo.

—Ángel, estoy bien, gracias por preguntar.

EthanWhere stories live. Discover now