POV FERNANDO. ¡El fin del mundo!

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—No parece ser una buena idea Fernan—me dice Mike a través del teléfono

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—No parece ser una buena idea Fernan—me dice Mike a través del teléfono.

—Muy tarde, porque ya estoy bajándome del taxi.

—Nada bueno ha salido de que le llegues de sorpresa a los chicos.

—Te digo que han estado actuando muy raro, los gastos de la tarjeta se triplicaron prácticamente. Algo está pasando y no me lo dicen

—Es el último año del instituto Fernan

—Exacto, y todos los sábados en la noche están en la casa.

Lo escuché reírse de mi paranoia desmedida, pero lo ignoré, con estos chicos tenía que cuidarme, solían superarme muy fácilmente si me descuidaba. Me despedí y colgué la llamada.

Abrí la puerta de la casa y lo primero que me asaltó fue el olor a cerveza y las muchas botellas vacías que estaban en la basura de la cocina. La casa estaba sucia, bastante desordenada y la cocina era un chiquero. Tendré que aumentarle el sueldo al personal de limpieza.

Subí lo más callado que pude a las habitaciones de mis hijos. Sabía que estaban en la casa, eso me indicó el programa de rastreo. Abrí la puerta del cuarto de Gabriel y una melena larga tapaba su rostro.

Raro, por lo general las despachaba apenas se las tiraba.

Cerré con cuidado y fui a la habitación de Rámses y quedé pasmado en la puerta. Rámses, mi hijo mayor, el chico que nunca trae a nadie a la casa, mucho menos a su cuarto, al quien nunca le he conocido una novia, está dormido abrazando a una chica.

Cerré la puerta y bajé a la cocina.

—Rámses tiene a una chica en su cuarto—le escribí a Mike, su respuesta tardó solo segundos en llegar.

—¡Wow! ¿Ahora los espías mientras tiran? No se decirte cuantas reglas de paternidad estás violando.

—Imbécil. No estaban tirando, están durmiendo... ¡acurrucados!.

El teléfono sonó y me apresuré a atenderlo

—Rámses durmiendo acurrucado... —repitió tan conmocionado como yo—¿Y qué piensas hacer? Es la primera chica que te lleva a la casa, si te pones modo ogro lo espantarás, pero si te pones permisivo Gabriel montará un burdel la próxima vez que te vayas...

Mike tiene razón: —Le daré la oportunidad de presentármelas o sacarlas a escondidas y luego les recordaré las consecuencias de beber.

—Si Rámses te la presenta, me llamas ¡de inmediato! Tengo que prepararme para el fin del mundo.

Mike se rió y terminamos la llamada.

—Buenos días chicos, ya estoy en casa—grité. Una puerta se abrió y unos pasos se acercaron hasta la cocina.

—¡Papá!—Rámses estaba pálido, con su cara desencajada en una mueca de espanto mal disimulada.

Lo estreché en un fuerte abrazo. No había pasado antes tanto tiempo separado de mis chicos y los extrañaba demasiado. Él me correspondió el abrazo y besé su mejilla.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora