Capítulo 15. MI DIABLILLA INTERNA, ES REALMENTE MACABRA

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Mi cama es mucho más pequeña que la de Rámses, o por lo menos así me parece porque pasé toda la noche con su cuerpo pegado al mío, bien porque nuestros traseros chocaran, porque mis manos rozaran su espalda o su pecho, o porque estando apunto de amanecer me tiene rodeada con sus brazos.

Creo, que mi cama es mucho más pequeña porque soy yo la que está durmiendo sobre su pecho, con mi pierna entrelazada a la suya. Y lo más incomprensible de esta bizarra situación, donde nunca me imaginé estar con él ni con ningún otro chico desde Daniel, es que estoy muy cómoda y no quiero ni pienso en moverme.

Vimos dos películas en la noche, ambas las escogió él, y peleé por su segunda condición, porque finalmente es mi cuarto, así que estoy durmiendo en mis pijamas, y el permaneció sin su camisa aunque conservó sus pantalones. Stuart solo molestó una vez, cuando insistió en comer pizza, solo dije «no quiero», aunque pude haber agregado «de ti no quiero ni un vaso de agua» pero no quería que se enfrascase otra vez a insistirme en hablar y en todo lo que me ama y cómo podemos arreglar nuestras cosas, sobre todo con Rámses escuchando. Sin embargo, me molestó que él sintiese que había tenido una pequeña victoria con mi respuesta sencilla y sin ofensas.

Nos desvelamos hasta tarde, por lo que aún eran las once de la mañana según mi reloj de la mesa de noche, y seguíamos acurrucados. Pero nada podía ser perfecto, y el zumbido del teléfono de Rámses hizo que se despertara. Lo escuché emitir un pequeño gruñido de fastidio, el mismo que emití yo cuando mi comodidad se vio interrumpida. Estiró su brazo libre, para tomar el teléfono, tratando de moverse lo menos posible.

- Il vaut mieux être importante- más te vale que sea importante- habló Rámses. No escuché lo que le decían al otro lado de la línea, pero las pocas palabras sueltas y el sonido de la voz, delató a Gabriel. Rámses volvió a gruñir y la mano con la que me rodeaba la espalda y que me mantenía pegada a él comenzó a acariciarme, tratando de despertarme-. Gabriel necesita hablar contigo-explicó mientras colocaba el auto-parlante al teléfono.

-Hola-saludé con mi voz rasposa

-Buenos días beleza, o quizás ya debo decir buenas tardes-ante mi silencio, continuó- Hoy inauguran una nueva discoteca y le dije a Pacita que fuese conmigo, quiero que tú y mi hermano también vengan.

-Está bien-me atreví a responder sin consultarle a Rámses, la verdad es que sus caricias habían seguido y resultaba difícil concentrarme- ¿A qué hora?

-A las nueve de la noche pasamos por ustedes. Otra cosa, asumiré que tú te quedaras en la casa hoy, ¿podrías decirle a Pacita que también lo haga? No quiero decírselo yo y que piense que estoy haciéndole otro tipo de propuesta.

-Claro. Pero dudo que sus papás la dejen-aclaré

-¿Hablarías con ellos? O mejor dicho, ¿le dirías que Pacita dormirá en la misma casa que tú?, no sería una mentira del todo-una pequeña risa escapó de él

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora