Pero a día de hoy, ya un adulto en toda regla, Jeongguk había tenido una pesadilla sobre él mismo, sentado junto a su padre en el Ssangyong hasta ser atravesado por cientos de balas. Nunca antes le habían disparado, no había experimentado ninguna clase de apuñalamiento o sufrido cualquier tipo de devastadora herida en el pasado, pero sí que había estado alrededor de un gran número de hombres que sí lo habían hecho. Lo más cerca que había estado de una situación como esa había sido aquel accidente de su niñez, la cicatriz de la mejilla causada por sus jugueteos con un viejo cuchillo de caza mientras buscaba algo de diversión junto a Jinwoo, accidente que casi le había hecho perder el ojo. Pero, a pesar de ello, Jeongguk sintió la sensación de una bala atravesándole justo por la mitad, abriéndose paso por la garganta de un modo que le hizo sacudirse y echarse hacia atrás hasta golpearse la cabeza con el cabecero de la cama. Por eso se había levantado jadeando por aire y convencido de que realmente se estaba muriendo, dado que en su pesadilla Jeongguk había acabado ahogándose con su propia sangre. Ahogándose con ella mientras clavaba las uñas en su cuello arruinado. Había sentido la sangre tan caliente entre sus dedos que casi acabó conmocionado por la experiencia; caliente y espesa contra su piel desnuda mientras intentaba cubrirse la abominable herida.

          Pero en cuanto las armas habían comenzado a destrozar el coche se había despertado, vivo y más que capaz de respirar sin toser y verter sangre sobre toda su camisa. No llegado a sentir el centenar de balas llegando a su destino, a su cuerpo, justo como habían experimentado su padre y chófer. No había sido bombeado y desgarrado por cantidades industriales de plomo. Jeongguk estaba vivo por mucho que le jodiera a Jinwoo, pero su padre no.

          Hoy era el primer día de su vida sin su padre presente. No lejos de él, en un viaje de negocios, los cuales incluso habían llegado a durar semanas y de los que volvía a casa para quedarse un día, si es que pasaba por allí, y volver a desaparecer de nuevo –trayendo regalos consigo y poco más que eso durante la mayor parte de su infancia. Nunca sería capaz de poder contactar con él a través del teléfono cuando necesitara consejo sobre algún asunto importante relacionado con cualquier inversión. Jeongguk ya no tenía a su padre, su modelo a seguir que le guiaba en la dirección exacta que debía tomar. Woo también se había ido; una segunda opción para cumplir tan función, pero siempre buen hombre para los negocios y portador de útiles ayudas. Pensar sobre cuanta responsabilidad había pasado a poseer ahora era suficiente para hacerle sentir más bien frío, helado. No le sorprendía haber tenido una puta pesadilla sobre ello.

          Ahora solo tenía a Taehyung para mantenerse a flote en Haedogje Pa. Bae era bueno, pero Bae no era un consejero. El hombre era un sicario, y era fantástico en su trabajo, pero pero sus habilidades no englobaban la dominación de un imperio, tan solo el mantenimiento de un módico orden y control. Jeongguk no se había dado cuenta de lo desgraciadamente dependiente que había sido de su padre  hasta ahora, y una parte de él también se percató de por qué su progenitor le había contenido durante tanto tiempo; por qué le había impedido someter a purgas la organización e intentar abarcar tantas activos.

           Jeongguk no podía, de ninguno de los modos, dominar el imperio y el último pensamiento de su padre probablemente habría estado repleto de arrepentimiento al tenerle a él como heredero. Él, un chico que tenía menos hombres en los que confiar que dedos en una sola mano.

          A pesar de que la cama junto a él estuviera vacía, Jeongguk pudo sentir otro cuerpo contra su espalda. Sabía que no era Jimin, porque éste se había quedado dormido anoche entre sus brazos, así que eso implica que se trataba de Taehyung, por supuesto. No debía sobrar mucho espacio más de colchón, pero aun así estaba al borde de él, presionado contra él hasta el punto de casi enredar las piernas con las suyas;  y pudo sentir su cabeza apoyada entre sus omóplatos. La hora a la que había vuelto Taehyung al bloque de apartamentos era algo que desconocía, porque prácticamente había estado inconsciente a causa del alcohol y el agotamiento. Pero el hombre había vuelto una vez más, leal y bueno. Jeongguk se movió para poder bajar la mano y sentir su brazo, el cual había colocado holgadamente sobre su cintura. Sus dedos acariciaron un frío tejido de algodón y eso le hizo creer que Taehyung aun continuaba completamente vestido; probablemente se hubiera arrastrado hasta la cama justo al volver. De modo que Jeongguk se dio la vuelta para quedar cara a cara con él y el movimiento trastornó el sueño del otro hombre.

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