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TRABAJO SUCIO

En las manos de Jeongguk yacían un par de guantes, sacados previamente del último cajón del mueble situado junto a la cama. De la lista de cosas que había hecho hoy, inspeccionar la casa no había sido una de ellas. Taehyung había mirado en el baño y revisado un par de sitios cuando le entró hambre y buscó algo que comer. Ni siquiera se le había ocurrido mirar en la cómoda, el armario o semejantes. Había asumido —erróneamente, al parecer— que todo estaría vacío. Ahora que sabía la verdad tenía que admitir que no se lo esperaba, y se preguntó si también habría cualquier tipo de arma escondida también. Después rememoró su cacheo al entrar en el edificio e imaginó que todo aquello más afilado que mera cubertería estaría más que prohibido en las instalaciones.

Jeongguk se los estaba ofreciendo, llevando unos propios ya puestos. Eran de un grueso cuero, del tipo que dificultaba doblar los dedos al llevarlos. Los del otro hombre parecían bien conservados, lubricados, pero ciertamente desgastados. El cuidado que se les había dedicado no podía disimular el hecho de que habían sido utilizados con frecuencia; podían apreciarse ligeros rasguños, en los nudillos en su mayoría, donde el negro material se había desvaído ligeramente. No era difícil imaginarse de donde procedían esas marcas. Los nudillos tenían pocos usos aparte de golpear a alguien en la puta boca, y supuso que Jeongguk se había deshecho de unos cuantos dientes con ellos. Eso fue lo que más le llamo la atención principalmente.

Taehyung no era estúpido. Sabía que Jeongguk, al igual que Jeon, mandaba asesinar a gente. Hombres, principalmente, ya que era considerado algo más bien patético asesinar mujeres por motivos de bandas. Prostitutas aparte, por supuesto; ellas no formaban parte del cuadro. Si los niños también constituían una víctima probable era información que desconocía. De tal palo tal astilla, ambos tenían víctimas a su nombre. Pero por lo que sabía de Jeon, había asumido que Jeongguk simplemente organizaría, y quizás observaría, los asesinatos. ¿Participar en ellos? Imaginarlo era suficiente para hacerle sentir ligeramente anestesiado. ¿Por qué estaba pensando en asesinatos? Puede que esto no tuviera nada que ver. Quizás se trataba de otra cosa totalmente diferente y estaba asumiendo hechos erróneamente.

Pero Jeongguk había mencionado deshacerse de Nam y ahora le estaba ofreciendo un par de guantes. Si eso era una casualidad entonces Taehyung se llamaría a sí mismo puta en frente de su padre.

Parecía no conseguir respirar. Tras él, aún encendido y demandando atención, se encontraba uno de los ordenadores. Tan solo quería darse la vuelta y continuar usándolo; sumergirse de nuevo en los documentos, las palabras y fotografías y esa mierda, olvidarse de la realidad un considerable número de horas al igual que antes. Cuando indagaba en las cuentas de Haedogje Pa era capaz de ignorarlo todo, cualquier cosa que ocurriera a su alrededor. La banda, las drogas y los esclavos sexuales siendo intercambiados como cigarrillos detrás del gimnasio de la escuela. Muerte e intentos de violación. Taehyung podía apagarlo, pretender que nada malo estaba ocurriendo. Era justo como volver al departamento, pero sin los chistes malos de Hoseok y el agradable perfume de Sungah cada mañana.

Era como estar a salvo, aunque bien sabía que no era el caso.

Taehyung se acercó lentamente para aceptar los guantes, cuestionándose si serían de su talla. Mientras intentaba colocarse el primero le preguntó a Jeongguk para qué los necesitaba. El otro hombre le respondió sujetándole el brazo por encima del codo y levantándolo firmemente. Taehyung ni siquiera se inmutó ante esto, ya que había llegado a la conclusión de que Jeongguk era una persona física. Probablemente, debido a su educación, nunca había tenido la necesidad de ser cortés y agarrar por el brazo a alguien para hacer que lo siguiera era mucho más efectivo que cualquier indicación por palabras.

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