Capítulo 1

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Dean se agachó al asiento del copiloto para tomar su teléfono que no dejaba de sonar, tenía media hora sonando y lo único que aparecía en la pantalla era el nombre de Sam. Habían discutido sobre la cena de Navidad, Sam quería que Dean asistiera a la cena que se hacía todos lo años en la familia Harvelle, cena a la cuál Dean tenía años de ausencia, y no por que no pudiera, pero las últimas dos veces las conversaciones se habían vuelto peligrosas.

Después de la muerte de el padre de Jo, la hija de Ellen, hubo pequeños altibajos en la relación Harvelle y Winchester, y es que cuando se enteraron de la noticia no hubo nada que pudiera consolar a las Harvelle. Al único culpable que pudieron encontrar fue a John, su padre, por que fue él quien estuvo ese día con él, y aunque también estaba herido el muerto no era él, eso lo solían repetir cada vez que se cruzaban con lo hijos de John y entonces estaba Dean, defendiendo a su padre de no ser el causante de su muerte, Dean realmente lo creía y terminó en malos términos con ellas, tres años después John volvió de cacería al mismo lugar, como cada año hacía para recordar a su amigo, por que lo eran, pero la mujer de su amigo no vio de la misma forma el accidente y ahora lo odiaba. Esa misma tarde John murió, nadie nunca supo el porqué, saben que fue apuñalado pero el responsable no apareció, no hasta medio año después, un tal Azazel Richmond, que estaba molesto con él por estar investigando sobre él intentando probar la muerte de el padre de Jo, era una venganza por parte de Azazel por meterse con él, pero fue descuidado y lo encontraron, declaró ser culpable de ambas muertes y la familia Harvelle estuvo tranquila. Después de eso vinieron las infinitas disculpas hacia los Winchester, disculpas apenas y aceptadas por Dean, sólo a petición de su madre lo hizo, pero desde entonces las cosas se volvieron tensas, y ahora Dean evitaba a toda costa el asistir.

No era la primera vez que Dean alejaba la mirada del camino, pero para todo había una primera vez, al tomarlo y volver a enderezarse para mirar el camino apenas y pudo distinguir una sombra a mitad de la carretera. Frenó tan rápido como pudo y giró el volante tratando de no golpear fuera lo que fuera la sombra. El auto giró bruscamente y se detuvo a duras penas en la orilla de la carretera, se había salido del camino y no hubo daños en el auto o en Dean, quién levantó la vista buscando la sombra que casi atropellaba, salió del auto y no pudo evitar sentir frío, era Diciembre y la temperatura bajaba sorprendentemente.

Había una pequeña abolladura en la parte posterior del auto, y un poco más atrás un bulto en el suelo, inmóvil.

— Mierda.— temblando por el frío y por la preocupación de haber atropellado a una persona pudieron con sus nervios, se acercó a la persona y pudo observar a un hombre vestido con una gabardina, tirado en el suelo como si estuviera muerto, hasta que los ojos comenzaron a moverse dentro de los párpados, el hombre desconocido giró la cabeza y se podía apreciar una cortada en la sien, algo grande, pero no era grave. Eso relajó a Dean. El hombre de gabardina abrió los ojos y los enfocó en Dean, quién ya se había quedado paralizado por el curioso azul en sus ojos, le parecieron hipnotizantes.

— ¿Estás bien?— preguntó bajo.

— ahh... S-si.— tartamudeo el de gabardina.

— Deberías ir a un hospital para que te revisen esa herida.— comentó Dean algo ido.

— ¿Herida?— preguntó sin comprender.

— Tío, casi te atropello, te he golpeado con el auto.

Pero el de gabardina no contestó. Él no comprendía lo que sucedía, no comprendía muchas cosas realmente, sabía que un hospital era para atender heridas, pero él creía sentirse bien. Un costado del rostro le ardía, pero no sabía porqué, llevó sin cuidado su mano a la zona y sintió húmedo, se miró la mano y había un líquido rojizo en sus dedos, su mente le dijo que eso debía ser sangre, ya la había visto antes.

— Estoy bien.— respondió simple, la herida le hacía sentir ardor pero en la mente de de él, eso debía ser normal.

— ¿Estás seguro? Ha sido un golpe duro.

— Si.— se comenzó a incorporar y por consiguiente Dean se alejó un poco.

— Está bien.

Una vez ambos de pie Dean notó el detalle más obvio de todos.

El hombre estaba desnudo.

El rojo se apoderó de su rostro y por reflejo alejó la mirada de él, aunque éste no parecía enterarse de nada. Dean sólo pudo evitar la mirada por pocos segundos para su mala suerte, el hombre de gabardina simplemente se había quedado de pie frente a él, mirándolo sin pudor de su desnudez. Tenía un cuerpo esbelto, de tez morena y si bien no estaba trabajado, lucía muy bien.

— Estoy comenzando a sentirme extraño...— comentó inocente de la sensación. Tenía a Dean recorriendo su cuerpo y él apenas lo notaba, pero lo sentía.

— Ahmm... Bueno, pues... T-t-tú, bueno, es q-que...— Dean comenzó a tartamudear.

Tras no poder articular palabra, hizo un gesto simple donde le señalaba su cuerpo, dando a entender que no llevaba nada encima a excepción de la gabardina.

Acto reflejo Castiel se cubrió más con la gabardina cerrándola a su cuerpo, la cerró sobre sí y colocó los brazos medio cruzados en su pecho buscando eliminar la vergüenza.

— Oh.— respondió simple.

Dean lo seguía observando detenidamente, el hombre se veía totalmente desubicado, no era común encontrar personas a la mitad de la carretera, las ciudades se ubicaban lejos de estas por la falta de seguridad que solía haber.

— ¿Dónde estoy?

— Kansas.— respondió Dean, hasta que se dió cuenta de lo absurda que había sido su respuesta, Kansas era extenso, eso decía prácticamente nada.— ¿Vas a algún lado?

— No lo sé.

— ¿No lo sabes?— Castiel negó, otra pregunta absurda pensó Dean. Pero la falta de información por parte del hombre le implantó un poco de desconfianza.— ¿Cómo te llamas?

— Soy... Yo... Yo no- no lo sé.— el de gabardina comenzó a hiperventilarse.

— ¡Hey! ¡Hey! Tranquilo, tal vez te golpeaste la cabeza y tengas un lapso con falta de memoria, no será nada grave.

Pero Dean si que estaba preocupado, sin tener idea de a quién tenía frente a él las dudas se intensificaron, pero aún no decidía si él y era de fiar o no. Pero el temor a se instaló en a ojos por no saber a nombre fue genuino y nada de eso parecía ser o anteriormente preparado, tal vez fuera que era un muy buen actor o realmente tenía un serio problema.

— Tranquilízate un poco, tal vez tengas algo encima, alguna identificación o tarjeta...

— Tal vez.— pero no se movió ni un milímetro.

— ¿Sabes qué? Voy a regis-registrarte.

Dean se acercó a la gabardina y comenzó a inspeccionar. En su mayoría encontró envolturas de caramelos y paletas, incluso algunos palitos de las mismas, pero incluso detrás de todas las envolturas no encontró nada, hasta que mientras terminaba con uno de los bolsillos sintió algo cómo un cierre interno.

— Voy a... Voy a abrir, sólo un poco.— avisó.

El ojiazul sólo asintió.

Tomó la gabardina y abrió lo necesario para meter la mano y cerciorarse del contenido del bolsillo, por suerte o desgracia el bolsillo era alto, a la altura de su pecho, lo único que encontró fueron bordes, el interior estaba bordado.

Abrió un poco más la gabardina hasta poder voltear el bordado hasta poder leerlo y por fin encontró algo de utilidad.

— Veamos, dice... Castiel. Es un extraño nombre.

Y lo era, tan extraño cómo su dueño.

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Hubiera querido subirlo mañana en la mañana, pero tenía tiempo sin mover nada aquí y me pareció justo hacerlo ahora. Tal vez nadie se entere pero por lo menos ahí estará. :') Espero les guste.

;)

More Than A Machine | Destiel | AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora