XXI

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"Buen chico"

Aquellas palabras parecían no querer borrarse de la mente del rubio, y le persiguieron incluso mientras se estaba duchando. Cada vez que pensaba en Seven llamándole así no podía evitar sentir su propio rostro ardiendo a causa del bochorno, y tenía que morderse el labio inferior para intentar no pensar en nada extraño.
Todo aquello había sido muy intenso, y había pasado tan rápido que aún estaba intentando procesar la información.

Definitivamente, Seven había estado llorando por algo, y Yoosung era consciente de que preguntarle lo que le pasaba iba a ser inútil. De vez en cuando, el humor absurdo del hacker se desvanecía, y el carismático 707 pasaba a ser Luciel Choi, un muchacho de 21 años extremadamente inseguro y con una autoestima prácticamente inexistente. Yoosung sabía que muchas veces Seven intentaba fingir que estaba bien aunque no fuese así, y solía utilizar la autoburla como método para canalizar sus emociones. 

— En tu casa no se ha ido la luz ni nada así? Sí, ya he llamado a MC, está bien.— La voz del pelirrojo se escuchó a lo lejos. —  Sí, sí, me he asegurado de que las cámaras sigan funcionando, creo que se ha ido a su habitación a ver una película. Ah, sí, Yoosung está aquí conmigo. Sí, cuidaré bien de él, lo prometo.

El hacker se encontraba sentado en el pequeño tramo de escaleras que daba paso a la sala de monitores, con el móvil en una mano y una bolsa de Honey Buddha Chips en la otra. Había aprovechado que Yoosung estaba en la ducha para llamar a Zen y asegurarse de que la tormenta no hubiese causado ningún estrago.
La conversación telefónica de los dos muchachos continuó durante un par de minutos más, hasta que un ruido desvió la atención de Seven.

— Seven! Tengo frío! — Yoosung acababa de salir del baño, y se encontraba envuelto en una toalla blanca. — Podrías darme algo de ropa seca?

El pelirrojo levantó la vista, y señaló el sofá que se encontraba a pocos metros del rubio. Allí se encontraban colocados una camiseta negra, unos anchos pantalones de chándal, y, por último, unos calzoncillos de color rojo brillante.

— No tenías frío? O es que te da vergüenza vestirte delante de mi? — El muchacho de ojos dorados levantó una ceja, y, tras no recibir respuesta alguna, se levantó y se dirigió hasta su habitación, dejando la puerta entrecerrada. — Bueno, avísame cuando hayas terminado.

Yoosung se aseguró de que el pelirrojo había cerrado completamente la puerta de su habitación, y tras estar totalmente seguro de ello comenzó a vestirse. A medida que se ponía cada prenda, un agradable y dulzón olor a detergente comenzó a envolverle, como si fuese un recordatorio de que aquella ropa no era suya. En general, el rubio lavaba su ropa con jabón de fragancias muy suaves, y el olor fuerte y afrutado que desprendía aquella negra camiseta le recordaba muchísimo a Seven.

**********

— Debería prestarte más a menudo mi ropa, te ves adorable. — Comentó el hacker con un tono alegre que sorpendió a Yoosung. Ambos se encontraban en la cocina intentando preparar kimchijeon sin receta, el cuál probablemente acabaría siendo un desastre por tener mal las cantidades.

— Pero me queda muy grande... Y me parezco a ti con ella puesta.

— Oh! Insinúas que no soy adorable? — Seven levantó la voz y se llevó las manos a la cabeza de forma dramática.

— No, no! No quería decir eso! — Yoosung respondió alarmado, y el cuchillo con el que estaba cortando cebollas rozó su dedo sin llegar a cortarlo. — Me refería a que... Bueno, tu ropa te queda bien a ti. Al fin y al cabo es tuya.

Imprevistamente, el pelirrojo se quitó las gafas y colocó las patillas con extremo cuidado en las orejas de Yoosung, quien parpadeó varias veces al encontrar su visión modificada por los cristales con prescripción.

— Señoras y señores... 707 rubio! — Seven chilló a la vez que sacaba rápidamente el móvil para intentar hacer una foto, y el flash de la cámara iluminó toda la estancia durante un par de segundos. Inmediatamente después de esto, Yoosung se quitó las gafas y volvió a ponérselas a Seven.

— Para ser una foto hecha a ciegas, no está mal.

— Claro que no está mal! Acaso dudabas de las habilidades de fotografía del Defensor de la Justicia?

Tras un par de bromas más, ambos muchachos comenzaron a volcar la masa del plato que estaban preparando en una sartén, derramando la mitad del líquido y viéndose obligados a buscar alguna otra cosa con la que acompañar la cena.

Al final, el extraño experimento del kimchijeon no salió tan mal como podría haber sido, aunque había que reconocer que los bordes de la tortita estaban ligeramente quemados y estaban algo sosas.

Los dos chicos se sentaron en el suelo de la cocina y comenzaron a devorar de forma ávida los aperitivos.

— Quieres que mañana te lleve a clase en coche?

— Qué? — El rubio levantó la vista y un pedazo de repollo se escapó de sus labios.

— Mañana tienes clase, no? Tu universidad está bastante lejos de aquí, y si vas a pie tendrías que levantarte dos horas antes de que empiecen las clases.

— Pero... Estoy muy cansado! Me quedaré dormido en clase! 

— Si Jaehee se entera de que no has ido a la universidad por quedarte a dormir en mi casa, me asesinará. — El pelirrojo se mordió el labio inferior durante un par de segundos. — Me atrevería a decir que las posibilidades de que eso pase son del... 89,37%. 

— Hay alguna forma de convencerte? 

— Quizás sí. Quizás no.

Los ojos violetas de Yoosung se clavaron en el rostro de Seven, quien estaba mordisqueando los bordes de su kimchijeon para intentar darle forma de gato. Qué era lo peor que podía pedirle el pelirrojo a cambio de permitirle quedarse en su casa vagueando? Honey Buddha Chips? 

— Qué quieres que haga? — El rubio cedió, finalmente.

— Oh, oh! Vuelvo a tener derecho a ordenarte cosas? Qué emocionante! — Los ojos dorados de Seven brillaron y una amplia sonrisa se formó en su rostro al barajar las distintas posibilidades que tenía en aquellos momentos. — Hay alguna cosa que bajo ningún concepto querrías hacer?

— Mientras que no me pidas algo raro...

— Raro... Entonces, si te pido un beso no me lo darías, no? — Yoosung palideció al oír aquellas palabras escapando los labios de Seven. — Por la cara que has puesto entiendo que no.

— E-En los labios? Por qué querrías eso?

— Bueno, pedirte algo fácil no sería justo considerando que voy a arriesgar mi vida por ti, bizcochito. Recordemos que Jaehee es cinturón negro en judo.

— Vale la pena... — Yoosung cerró los ojos rápidamente, y frunció los labios ligeramente. Las manos del hacker le agarraron de forma firme, y el rubio pudo notar como su rostro enrrojeció tan rápidamente que hasta era alarmante. Sus mejillas ardían más y más a cada segundo que pasaba, pero por alguna razón los labios del pelirrojo no llegaron nunca a hacer contacto con los suyos. — S-Seven?

— No creía que serías capaz de llegar tan lejos con tal de saltarte clases. — El pelirrojo rió de forma burlona. — Puedes quedarte aquí mañana, no tienes que darme un beso... A menos que quieras, claro.

— No, no quiero! Deja de meterte conmigo! — Yoosung comenzó a lanzarle pedazos de cebolla a Seven, molesto. Por qué era así? Siempre le ponía a hacer cosas ridículas y se reía de él cuando las terminaba haciendo.

Además... Por qué querría un beso de Seven? Los labios del hacker no parecían apetitosos a ojos del rubio, ni mucho menos. Si fuesen los de una chica, quizás, pero no lo eran.

Ese exactamente era el problema. Seven no era una mujer, y por mucho maquillaje y pelucas que se pusiese seguiría sin serlo.

Todas las personas que le habían gustado a Yoosung a lo largo de su vida habían sido chicas, no chicos. Seven no podía gustarle. Simplemente no, no podía.

Shooting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora