Arcoiris de gasolina en los charcos,
zapatillas hechas unos harapos,
un plumas empapado
y el pelo despeinado.
Camina sola por la calle,
parece que no hay quien la pare,
sus lágrimas se confunden con el agua que cae por toda la calzada.
Se detiene y mira al cielo,
se siente sola,
se siente triste,
pero al fin es libre.
Él le habrá dejado,
pero es ella quien ha ganado.
Sonríe y sigue adelante,
porque aunque vengan tiempos negros y nubes de tormenta,
siempre hay que aprender a caminar bajo la lluvia.
