Capítulo XV

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«Árboles que plantan sus miradas,
besos listos para enbotellar...»

El día en el que Yakov Feltsman se enamoró de Lilia, esta era una veinteañera y talentosa bailarina de ballet, desgraciadamente omega y desgraciadamente casada con un alfa que a penas y reparaba en ella en medio de sus múltiples viajes de negocios. Con belleza y carisma suficiente como para que Yakov dejará de lado sus prejuicios en contra de las especies carnívoras y pudiera así por lo menos convertirse en un buen amigo de la joven artista. Tampoco era que pudiera hacer demasiado siendo no más que un hombre dedicado a las ciencias biológicas dedicadas a investigar acerca de todas esas mutaciones genéticas que escondía el DNA de personas como Lilia. Personas como Nikolai.

Llegar a ser amistad de Nikolai Plisetsky tampoco fue algo complicado, no cuando fue la propia Lilia quien se lo presentó durante un evento de danza que habían realizado por caridad en favor de una asociación que se pronunciaba en rescate de todos esos niños que, nacidos como omegas confirmados, eran abandonados por familias con cierto renombre. Situación tristemente frecuente en esos tiempos precarios.

Nikolai Plisetsky, un hombre íntegro, entregado a sus ideales basados en la utópica igualdad de especies, adorado y odiado en partes iguales al formar parte del Parlamento Ruso; era sin lugar a dudas un tipo entrañable, alguien que trabajaba por y para su familia: La también encantadora Yulia Plisetskaya y el hijo de esta, Yuri. Alguien que no te negaría su ayuda aún si no eras más que un beta resentido con la vida y el mundo.

Lilia y Nikolai podrían ser las únicas dos personas carnívoras a las que habría considerado una excepción en medio de sus oscurantistas ideas, pero una cosa llevó a la otra y conocer a los Plisetsky le encaminó con los Nikiforov y cuando menos se dio cuenta, no solo tenía una nueva familia y un muchacho malcriado al cual terminar de críar como tutor, sino que se alejó de la vida de laboratorio y comenzó a ver las cosas desde una nueva perspectiva al estar rodeado de todos aquellos que, alguna vez, pensó que solo servían para dejarse llevar por el instinto y atacar sanguinariamente sin importar más nada.

Porque a Yakov le tocó crecer en el núcleo Felstman, una familia conservadora y cerrada que nunca le dejó ver más allá, hasta que el amor por Lilia le iluminó lo necesario como para abrir los ojos. Hasta que la amistad con Nikolai y el amor de este hacia su nieto, le orilló a sugerir medidas crueles y desesperadas.

— ¡Dejalo ir, Nikolai! ¡Es la única manera!

Yuri se encontraba oculto bajo una enorme y vieja capa de viaje, los rubios cabellos que coronaban el menudo cuerpo tembloroso del muchacho estaban bien cubiertos por la capucha de la harapienta prenda. Yakov no dejaba de sorprenderse de la mirada del chico, la que a pesar de los espasmos, no dejaba de mirar a su alrededor como si quisiera matarlos a todos, especialmente a él por proponer tal idea que le provocaba tanto dolor a su abuelo.

— Eres todo lo que me queda, Yuratchka...

Los lamentos de Nikolai se perdían entre los muchos otros de las demás personas que despedían a sus familiares omegas que estaban por partir en ese carromato, ese que se marcharía en cuanto los caballos acabaran de comer y beber agua. El viejo hombre no soltaba la blanca y pequeña mano de su nieto que se negaba a mirarle, quizás por el miedo de que pudiera arrepentirse de haber tomado aquella maldita oportunidad.

— Basta, abuelo. Olvidame...

Aquella petición no hizo sino sorprender a Yakov y casi desistió de seguir tratando de convencer a su amigo de parar el llanto.

— Tú sabes lo que va a sucederme allá, ¿cierto? — preguntaba Yuri todavía sin mirarle y tirando de su mano, recuperándola con bastante facilidad luego de haber dejado estupefacto a su ahora único pariente con vida. — Sabía lo que harían conmigo sin necesidad de que me lo dijeran, ahora o dentro de cuatro años iba a ser lo mismo.

War of Hearts (Cancelada)Where stories live. Discover now