Capítulo III

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«Quiero encontrarte a ti sonriendo a la vida si no te sonríe ella a ti.»


El pecho de Yuri bajaba y subía con violencia, los tremores de los que era víctima asustaban como siempre al joven Katsuki que no dejaba de alterarse con cada complicada respiración que le tocaba contemplar sentado a un lado del raído catre del muchacho. Inspirar y espirar era algo que el rubio hacía pasar por una labor casi imposible luego de cada procedimiento de sedación al que el doctor Lee se veía obligado a utilizar con él siempre que se comportaba demasiado rebelde para asistir a la revisión dominical. Eran ya tres las ocasiones en que Yuri caía en estado de hipotermia minutos antes de despertar del todo... Tres domingos casi consecutivos desde que el Capitán Altin había dejado de pasarse por ahí hacía un par de meses.

Era algo curioso a ojos de Guang Hong, quien miraba la escena con gesto estresado desde el marco de la puerta de la habitación que compartía con Yuri, Minami y otro par de chicas que ahora mismo cenaban en la cocina con Yuuko.

Guang Hong tenía entendido que esa clase de procedimientos se usaban con aquellos omegas que generalmente se negaban a los exámenes médicos por su terror a que algo saliera anormal en ellos, eran personas que se dedicaban a venderse fuera del estatuto laboral dentro de un negocio establecido, personal que sabían podían ser un riesgo sanitario para los clientes y que por ende serían deportados a la ciudad para recibir su correspondiente sanción una vez el médico de la zona enviaba un escrito a la milicia de la UF14 para que realizaran su parte. Lo que nadie entendía era por qué Yuri se mostraba tan renuente considerando que sus análisis resultaban limpios todo el tiempo. Por no mencionar que, a diferencia de otros chicos, él mostraba una reacción bastante particular con los fármacos que le helaban el cuerpo y le hacían tiritar por al menos una hora.

— Minami, sube la potencia del calentador, por favor. — pidió Katsuki, quien pasaba el dorso de la mano derecha por las mejillas del más joven de los chaperos que ahora balbuceaba cosas inentendibles bajo varios cobertores que le cobijaban. — Siento que no le estamos ayudando demasiado, sigue helado y me preocupa que esta vez hayan tenido que subir la dosis de sedante para someterlo.

Minami, a un costado de Yuuri, desde hace bastante rato sostenía entre las manos un pequeño calentador eléctrico que ya comenzaba a quejarse de que lo tuvieran en su máxima potencia. El rubio teñido no dijo nada para no incrementar la preocupación de su jefe protector.

— Creo que deberíamos de recurrir a las bolsas de agua caliente que nos recomendó el joven Phichit... — sugirió Guang no pudiendo ocultar ya su nerviosismo mientras arrugaba la orilla de los bajos del enorme suéter que vestía esa noche. — Los cobertores no estan ayudando en esta ocasión.

Yuuri, ese pelinegro gafotas con inevitable gesto bondadoso observó a Guang un momento por encima del hombro para después simplemente asentir.

— Date prisa. — pidió Yuuri cuando Guang ya tenía un pie en el pasillo, la voz de su jefe nunca sonaba como si estuviera ordenando nada, su tono era tan suave todo el tiempo que no podías pensar en otra cosa que no fuera acatar lo que te pedía. Hasta el propio Yuri lo complacía en medio de berreos fingidos y protestas poco creativas. — El señor Ivanov ha solicitado nuevamente un servicio especial contigo, llegará en unos minutos...

Guang Hong no tuvo tiempo para contemplar cómo los hombros de su jefe se ponían rígidos ante la sola mención de ese cretino y adinerado mercader que, con ayuda de sus influencias gubernamentales en la ciudad, había logrado de hacerse con un permiso legal para poder hacer uso de los servicios de la Zona Roja en el día y hora que lo solicitara; lamentablemente de unos meses para acá sus ojos solo podían estar puestos en el Ice Castle cada noche de domingo que se le antojara para poder partir en las madrugadas de lunes a su hogar. Siempre elegía a la misma víctima.

War of Hearts (Cancelada)Where stories live. Discover now