Una persona impecable

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Emi había trabajado tan arduamente durante todo el tiempo que estuvo en la escuela, intentando por todos los medios ser una de las mejores en el salón, tener menciones honorificas, participar en los festivales y concursos como encargada; hacía de todo para despejar su mente de la falta que le hacía Max en esos momentos, sin embargo, las personas lo percibían de una manera distinta, para los demás, Emi simplemente era una persona que trabajaba para recibir elogios puesto que su ego era bastante grande.

Nunca le importó, ella tenía fija una meta en su mente; demostrar que aunque era una niña que tenía un pasado humilde, podía llegar a hacer una de las mejores mujeres de todo el mundo, sonaba algo exagerado pero en su mente eso era de primordial importancia para poder estar nuevamente a un lado de Max. Tenía la seguridad de que si demostraba ser una persona capaz la dejarían estar con él por tiempo indefinido, a pesar de que habían pasado tantos años aún seguía teniendo ese mismo sentimiento por Max.

- ¿Nos vamos? – ofreció y emprendieron el camino a casa.

- Sí, ya terminé. – dijo colocando los reportes en el escritorio del profesor, era tarde, también era cierto de que el trato que les tenían había cambiado un poco, pero mientras se tuvieran el uno al otro no importaba nada más.

Babilas siempre había sido su apoyo en las cosas relacionadas con la casa grande; aquel día en el que Max había partido rumbo a su nueva vida, Babilas fue el soporte que le ayudó a mejorar aquella atmósfera que se creaba a su alrededor; todas las habladurías y muchas de las críticas que sus compañeras cruelmente le escupían, alegando que ella había sido la culpable de que Max partiera y que por su culpa ellas no habían estado cerca de Max por mucho tiempo entre tantas cosas más. Sin embargo, Emi no le daba la menor importancia, Babilas por las noches le recordaba que la culpa no había sido suya, aunque siempre se reprochaba a ella misma, el no ser lo suficientemente buena cómo para estar con la persona de la que se había enamorado y que aún a pesar de los años, seguía amando.

- ¿Otra vez deberes extra? – preguntó con aquel tono de voz tan melodiosa, Emi se había dado cuenta que Babilas había crecido mucho en todos los sentidos, su voz se había vuelto gruesa, sin embargo, se sentía estupendamente cuando hablaba, te daba tranquilidad y hacía que sintiera cosquillas en alguna parte de su interior, en pocas palabras le gustaba escuchar a Babilas hablar.

- Sí, era un reporte de economía, dijo que si podía hacer aquello podría trabajar en donde sea... Babilas, crees que pueda trabajar para Max después. Sé que no podemos estar juntos, pero solo quiero verlo y estar cerca de él. ¿Podré hacerlo? – sus ojos estaban entristecidos, era probable que no hiciera realidad sus sueños.

- No digas tonterías, eres la mejor en eso, has estado estudiando administración de empresas, Michelle te ha puesto a estudiar danza y también música a pesar de que tienes muchas obligaciones... creo que te están poniendo a prueba, puede que te estén considerando, pero no estoy muy seguro de eso.

- Babilas...

- Sí.

- Me gusta tu voz. Es suave, siento como si fuera una galletita de mantequilla, ya sabes de esas que se derriten en cuanto te la metes a la boca. – Babilas sonrió, era impresionante la poca importancia que le tomaba a ciertas cosas; aunque eso no era la verdad, esa impresión daba.

- Tonta. – acarició sus cabellos. Ese día habían recibido una llamada por parte de Laurence el carro no llegaría por ellos, así que tendrían que irse a casa por sus propios medios.

- Babilas, escuche de Katia que para tu cumpleaños te van a dar el mando de la compañía de textiles donde Michelle es cofundadora, ¿Eso está bien? Tú querías esa, ¿No? A veces me preguntó, Por qué hay tanta diferencia entre cómo te tratan a ti y cómo lo hacen conmigo; después recuerdo que tú eres adoptado de la familia y yo fui objeto de subasta... que tonta de tratar de compararnos.

Mi querido jugueteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora