Sol, bikinis y celos...

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Emi seguía pensando en qué había hecho mal para que Max se comportará así con ella, pero no daba con nada, ella no había sido capaz de detenerlos, eran tres chicos contra ella, no pudo evitar que se la llevaran y mucho menos que comenzaran a tocarla, pero al parecer eso a Max le importaba poco, el hecho era que alguien más ya la había tocado.

- ¿Qué les parece si vamos a la playa? Todavía hay algo de sol pero ya no quema tanto... - Babilas se comportaba de manera extraña también, trataba a toda costa de que el humor de Max mejorará pero era en vano, Max seguía pensativo mirando hacía el horizonte.

- Porque no. - dijo Max finalmente, a lo que Babilas expresó una sonrisa, por fin parecía arreglarse las cosas, Max se giró hacía Emi quien esperaba ansiosa que le acariciara la cabeza pero la momentánea sonrisa de Max se desvaneció y desvió la mirada a otra parte.

Emi sintió una opresión tan grande en su pecho, se sentía vacía, hacía mucho tiempo que no sentía ese dolor en su pecho, no desde aquella vez en que su madre comenzó a depender más de José que de ella, o cuando volvió a encontrarse con su madre que ni siquiera la reconoció; era doloroso, frustrante y sobre todas las cosas, desgarrador. Perdió el ánimo de hacer las cosas, solo caminaba porque tenía que hacerlo y Babilas se percató de ello.

- No deberías preocuparte, Max siempre es así, no tardará mucho en recuperarse y volverte a atacar, ya verás. - le dijo Babilas con una sonrisa en los labios, por efecto de espejo, Emi sonrió, pero no podía creer las palabras que pronunciaba Babilas, puesto que no conocía completamente a Max, llevaba muy poco tiempo de conocerlo como para asegurar aquello.

Al llegar al hotel se dieron una ducha, para quitar todo el sudor por aquel momento de horas atrás, una vez terminado, Babilas fue el encargado de sacar los trajes de baño, para Max su favorito de un color azul cielo; para él uno ajustado de color azul marino con rayas blancas y rojas y para Emi uno que sin duda mejoraría el humor de Max, aquel que traía tiras para abrocharse de color azul cielo con rayas en tonos más oscuros, se veía bastante tentadora inclusive para él, si esto seguía así, probablemente necesitaría una vía de escape con alguna otra estudiante, sería imperdonable si se desquitará de sus frustraciones con Emi, demás Katia no estaba con él para ayudarle con eso. El ser un satírico era todo un problema.

Sin embargo, al parecer a Max no le importaba en lo absoluto lo linda que se mirara Emi o lo mucho que estaba atrapando las miradas de lugareños y compañeros de escuela. Inclusive para los responsables de aquel mal rato, Emi lucía encantadora.

- Vaya, te ves preciosa, ¿No quieres pasear con nosotros? - preguntó con una sonrisa pícara Julio, mientras que Carlos y Ricardo se apoyaban en sus hombros esperando una contestación.

- Deberían dejar de molestar, ¿No han hecho ya suficiente? - preguntó Babilas molesto, Emi se refugió en su espalda, era obvio que Max la rechazaría de inmediato.

- ¿No han aprendido nada aún chicos? - Fernando les abrazó por la espalda, colocando sus brazos alrededor del cuello de los presentes, a los tres les dieron escalofríos, recordar lo que había pasado, el arma, los disparos, esa sonrisa diabólica.

- Solo estábamos diciendo un halago, mira se ve preciosa. - Carlos intentó evadir la amenaza implícita en aquellas palabras de Fernando mostrando a la pequeña, esa piel, esos ojos, ese traje, simplemente la combinación perfecta.

- Es cierto, está vez los perdono... Joven Max, ¿No piensa decirle nada? Mírela... - Fernando se acercó a Emi, la tomo por los hombros, logrando que aquella fina sudadera que era parte del traje de baño se recorriera un poco dejando ver esa preciosa piel.

Mi querido jugueteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora