Una promesa

2.8K 135 19
                                    

El día de la boda finalmente había llegado, las emociones ese día estaban a pedir de boca, la mayoría estaba contento, la servidumbre se encontraba bastante ocupada desde que amaneció; necesitaban que ese día fuera perfecto, no debían cometer ningún error y mucho menos provocar reacciones erróneas, pero realmente cada miembro perteneciente a la servidumbre, amigos y familia deseaban que Max fuera feliz aunque lo que Max estaba por hacer ese día distaba mucho de hacerle feliz.

Max estaba hundido en la depresión, como aquel hombre que sabe están a punto de mandar a la horca y no tiene salvación, pero eran órdenes de su padre y debía cumplirlas, le gustara o no; su vista se dirigía inconsciente hacía Emi, quien arreglaba su corbata y alisaba la tela de su chaleco, no mostraba una sonrisa como todo el mundo, simplemente permanecía concentrada en las labores que debía hacer en ese día tan importante; Max estaba algo desanimado, triste por decirlo menos, podría ser que las palabras que pronunció Emi la noche anterior eran simplemente para animarle un poco y eso realmente le sentaba muy mal.

- Amo Max... no deberías poner esa cara, estás preocupando a todos, ya te lo dije, voy a esperarte no importa cuánto tiempo pase... ¿No recuerdas que soy tu juguete? Siempre puedes venir a verme... - Emi prefirió guardar silencio después de pronunciar aquello, estos momentos también eran difíciles de sobrellevar para ella; la primera persona a la que había amado y entregado todo de sí, estaba a punto de abandonarla por un largo periodo de tiempo y el no saber cuándo regresaría era simplemente una tortura.

- Desearía que mi novia fuera alguien a quien realmente quiero y no Jaqueline. – su voz estaba apagada, sus ojos opacos y su vista fija en Emi quien había terminado con aquello y ahora limpiaba sus zapatos del polvo acumulado.

- Hay cosas en este mundo Amo Max que por más que las deseamos no se harán realidad y así es la vida, tenemos que adaptarnos a ello o morir.

- Si muero hoy, ¿Morirías conmigo? – estaba comenzando a creer que esa era la única opción que les quedaba, si la vida se había ensañado a separarlos, entonces la muerte los uniría.

Emi guardó silencio unos minutos, no sabía cómo responder aquello, el señor Laurence le había pedido guardar distancia desde aquel día, pero no podía dejar que Max se deprimiría por culpa suya, frente a ella tenía al hombre que amaba y la distancia que los separaba crecía a cada instante, antes que nada la edad, aunque eso era algo que a nadie importaba pero les impedía salir en público como pareja puesto que eran confundidos por hermanos, después de eso estaban las razones sociales, él era una persona respetada por la sociedad con un alto nivel económico y ella era simplemente una sirvienta a su cargo; también estaba el hecho de que el matrimonio de Max era algo que se había pactado desde hace bastante tiempo y no había nada que Emi o Max pudieran hacer ya que ese compromiso había sido comidilla de los noticieros y ahora que Jaqueline había llegado hasta el lugar, los rumores de la inminente boda no pararon hasta que los padres de ambos decidieron hacer pública la información y dieron detalles del lugar y la fecha del acontecimiento; Emi a su corta edad no era capaz de lidiar con tantas cosas, no podía resolverlo todo y eso le estaba causando un dolor insoportable en su pecho porque todo su ser deseaba permanecer con Max.

- Amo Max, su padre me pidió que guardará distancia de ahora en adelante, pero solo quiero decirle que... si usted llegará a morir, moriría primero para no tener que ver a la única persona que he amado morir frente a mí.

Max no soportó más, abrazó a Emi frente a la demás servidumbre, aunque eso no se les hacía extraño, había gente que conocía esa relación que mantenían, como Babilas, Katia y varia gente de la casa grande que en esos momentos sentían algo de pena por la pareja que el destino junto y ahora cruelmente separa. Max comenzó a llorar en los hombros de Emi, aunque se tuvo que agachar y la posición parecía bastante dolorosa necesitaba desahogarse con alguien, sentía mucho dolor, mucha pena, tristeza al saber que pronto todo terminaría, de saber, que probablemente no la volvería a ver, era muy probable que a Emi la revendieran o inclusive la regresaran a su casa, aquel barrio de mala muerte donde los ricos consiguen sexo por unos céntimos y de solo pensar en ello se hundía en la misma obscuridad que él mismo había creado por su pesimismo.

Mi querido jugueteWhere stories live. Discover now