CAPÍTULO 10: TE OBSERVO

6 1 2
                                    

Camina por el pasillo del sanatorio mental de Portland. A paso apresurado. Pero feliz de saber que nadie sospechará. Ni siquiera la idiota de Alena.

Pasa la tarjeta por la puerta dónde se encuentran ahora mismo reunidos los doctores.

Al entrar, puede verla. Está observando fijo al espejo falso posado en la pared de la sala. Suspiro.

Venir casi todas las semanas a verla se me hace algo tedioso. Odio tener que hacerlo. Pero tengo que terminar mi tarea con ella. El hecho de que haya perdido la memoria no significa que no querramos venganza.

Si es necesario dispararle nuevamente, lo hará. O ahorcalar con sus propias manos. Lo que sea para no dejar rastros y para que la estúpida esa pague por lo que hizo.

Hay un silencio espectral en la sala.

—¿Cuánto costará sacarla de aquí?

Pregunta con desespero.

Y no está precisamente hablando de tiempo.

Sino de dinero.

Tal vez unos seiscientos mil más... Es terca. Y fastidiosa. Nos costará mucho sacarla.

Asiente.

Toma su celular, marca un número y lo posa en su oreja:

¡Necesito ya mismo un millón! —hace una pausa— Claro que de euros... Efectivo. Qué venga en un paquete de regalo, para la doctora Darrell... Y cinco paquetes más, para los enfermeros. Con quinientos mil cada uno. Así se mantendrán callados.

Finaliza la llamada.

—Debo irme, o el padre de Alena lo notará. Espero tenerla afuera en menos de seis meses, o de lo contrario...

—No se preocupe—, interrumpe la doctora —Alena Taylor estará afuera. Le doy mi palabra.

NO FUE UN CRIMEN- EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora