Capítulo 51. ¿Conexión?

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Óscar se quedó mirando a Nathaniel y a Bruno, no tenía ni poder, ni tiempo suficiente como para preparar la conexión de los dos.

El problema era que se lo iban a jugar todo a uno, si fallaba no habría otra oportunidad, por lo que debían tomar la decisión de forma sensata y no dejarse llevar por tonterías.

—Solo hay tiempo para uno —sentenció.

Los chicos intercambiaron un par de miradas y Nate dio un paso al frente.

—Yo lo haré —dijo convencido.

—¡No! —manifestó Bruno — Lo haré yo.

No había tiempo para eso, uno de los dos debía ser el elegido ya.

—Bruno, no te ofendas, pero yo estoy más preparado —le aseguró a su amigo.

Esa frase, aunque fuese cierta, hirió profundamente el orgullo de Bruno.

—El chico tiene razón —apoyó Óscar.

Nathaniel arqueó una ceja, no tenía muy claro si realmente lo pensaba o lo que quería era quitárselo del medio para quedarse con Nicky. De todas formas sabía que él era la mejor opción.

Cesar se revolvía inquieto en su sitio, no quería realizar una conexión así, era demasiado peligroso.

—Óscar, piénsalo bien. Es un crío, no va a sobrevivir —dijo con toda la naturalidad del mundo.

—No hay tiempo. Nathaniel escoge una criatura y se práctico. Necesitamos una que nos sirva para entrar y atacar en el internado.

El joven se quedó en silencio. Siempre había tenido claro que su criatura sería un grifo, pero ahora no sabía si esa sería la más adecuada para el rescate.

—¡Basta! ¡Una criatura no se escoge por ser práctica! Se escoge por amor —interrumpió Cesar.

No se podía creer que su hermano estuviese haciendo eso. Ya no lo reconocía...

—¿Es que no te has dado cuenta de que estamos en guerra? Ya no hay tiempo para sentimentalismos. ¡Deja de ser un niño y madura! —le espetó Óscar.

—Nate, no. Escoge al grifo —le pidió Bruno.

Lo conocía lo suficiente como para saber que se sacrificaría. Nathaniel siempre había soñado con conectarse con un grifo, lo sabía todo sobre ellos... No podía permitir que su elección fuese otra...

—Un grifo estaría bien —sentenció Óscar encogiéndose de hombros.

Era feroz y podía acceder al Morsteen sin problemas.

Normalmente para la llamar a la criatura para lo conexión utilizaban las bolas de cristal que se encontraban en el internado. En cada una de ellas se encontraba el hábitat de cada clase y con el anillo Domus podías extraer una y pasarlo al cuadrado de conexión, pero ese era un lujo con el que ahora no contaban. Deberían ir hasta el hábitat de los grifos. Por suerte el valle Skretor no se encontraba demasiado lejos.

Caminaron apresurados hasta el valle que se encontraba medio escondido entre las montañas. El aroma a flores era embriagador. Todo el valle estaba lleno de color. La mezcla de las rosas rojas, la perfecta hierba verdosa y las lavandas le daba un toque mágico, parecía que te hubieses transportado a otro mundo. Sin duda era uno de los rincones más bellos del mundo, pero a la vez uno de los más peligrosos. A las manadas de los grifos no les gustaba tener compañía, eran muy territoriales.

No había árboles tras los que esconderse, por lo que estaba completamente al descubierto y debían estar alerta. De pronto, un grifo con majestuosas alas de color plateado se acercó a una pequeña laguna que se encontraba a escasos metros de ellos y comenzó a beber agua. Era su oportunidad.

Nathaniel avanzó de manera sigilosa hacia él, Óscar se colocó el anillo Domus que la directora le había entregado antes de irse y comenzó a crear un cuadrado invisible alrededor del joven y la criatura. El cuadrado estaba conformado por paredes indestructibles que frenaban los ataques de ambos de salir al exterior, y también impedían la entrada y salida de cualquier ser vivo.

El grifo levantó la cabeza y profirió un grito estridente y aflautado al notar que algo estaba pasando. Sabían que la manada no tardaría mucho en aparecer. Nathaniel debía darse prisa.

Dio un par de pasos para acercarse. No quería utilizar la fuerza para someter a tan majestuoso animal, pero la criatura se puso sobre sus patas traseras y con sus garras arañó el torso del joven Domador y lo empujó hacia atrás. No estaba dispuesta a ponérselo fácil.

El grifo echó a volar para huir, pero chocó contra una de las paredes. Estaba acorralado y eso provocaba que se volviese más agresivo. Avanzó ferozmente hacia Nathaniel quien lo contuvo como pudo con una barrera de aire.

María miraba a Bruno. Nate no era especialmente amable con ella, pero estaba preocupado por él. Bruno la abrazó con fuerza para tranquilizarla y la besó de forma tierna.

Cesar tenía los ojos cerrados, no quería ver la pelea, sabía que era un error. Marco agarraba la mano de su novio con tanta fuerza que no permitía que la sangre le siguiese fluyendo, y Óscar sostenía con todas sus fuerzas el cuadrado, pero no sabía cuánto más aguantaría.

—¡Venga, haz algo! —le chilló a Nathaniel.

¿Es que acaso se creía que tenían todo el día?

El grifo comenzó a batir sus alas y rompió la barrera provocando que Nate saliese disparado contra una de las paredes. Se incorporó como pudo y se llevó la mano al costado. Se había roto un par de costillas por el golpe.

La criatura se aproximaba velozmente para seguir atacando, Nate sabía que era el momento de atacar también, pero no podía herirlo o no serviría para la pelea en el internado, así que creo una gran ola con el agua de la laguna y la lanzó contra el grifo. Eso le aturdiría, pero no le causaría heridas.

Sin embargo no salió como esperaba y el grifo logró escaparse ágilmente y sin un solo rasguño. Entonces avanzó hasta Nate y clavó su pico en el hombro del joven. Un grito desgarrador salió de la garganta de Nathaniel.

Lanzó con todas sus fuerzas a la criatura contra la pared. Ambos acabaron en el suelo y jadeando. Estaban agotados... Las heridas de Nathaniel comenzaban a pasarle factura y ese último golpe contra la pared también le había provocado serios daños al grifo... La sangre de Nate cubría gran parte del suelo.

El grifo se puso de nuevo en pie a duras penas. Nathaniel, sin embargo seguía tirado en el suelo sentía como todo se iba nublando.

—¡Sácalo! —gritó María aterrada.

—Esto no funciona así. Él sabía dónde se estaba metiendo —respondió Óscar tranquilamente mientras miraba la escena, aunque en el fondo esperaba que el joven se pusiese en pie y siguiese la pelea.

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