Capítulo 50. Un objeto muy codiciado

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Gael buscaba desesperado ese maldito objeto, pero no lo encontraba por ninguna parte. Todos los libros estaban por el suelo destrozados, las estanterías medio arrancadas, la mesa dada la vuelta, pero nada... El dichoso objeto seguía sin aparecer.

—¿Dónde está? —vociferó.

No tenía tiempo para seguir buscando. Sabía que de un momento a otro Adrianna y el resto de los Domadores llegarían y recuperarían el Morsteen. Necesitaba encontrarlo ya o todo el esfuerzo no habría servido de nada.

Los alumnos se miraban entre ellos, seguían sin entender qué buscaba. Nicole se medio rió, estaba claro que las cosas no les estaban saliendo como planeaban.

—¿Te hace gracia? —le preguntó el líder de los repudiados con evidente cólera.

Ella se encogió de hombros. Claro que le hacía gracia, si estaba tan desesperado era porque sabía que no podía ganar y eso les daba una pequeña oportunidad.

—Veamos si esto te hace gracia también.

Cerró los ojos, la conexión comenzó a brillar y el estirge apareció. Gael le señaló con la cabeza uno de los jóvenes que tendría unos quince años. La criatura se lanzó en picado e introdujo su largo y afilado pico en el cuello del chico perforándole la carótida y provocando que muriese en escasos segundos. La criatura siguió succionando toda su sangre.

Los jóvenes Domadores miraron con repulsión la escena. Una de las más jóvenes no pudo evitar comenzar a vomitar al ver como la sangre fluía y se derramaba por el pico de la criatura.

Nicole cerró los ojos, había sido su culpa, si se hubiese mantenido en silencio el chico aún estaría con vida.

Claudia dio un paso al frente y encaró a Bea.

—¿Esto es lo que quieres? ¿Esto es por lo que luchas? Me avergüenzo de haberte querido alguna vez —le increpó.

Todos se quedaron en silencio, la confesión de Clo les pilló por sorpresa. ¿Claudia y Bea? Jamás se lo hubiesen imaginado. Bea se quedó sin saber qué decir. Por fin reconocía que había algo frente a los demás, pero no era en las mejores circunstancias.

Miró aterrorizada el cadáver del chico, apenas habían cruzado un par de frases en toda su vida, pero aún así ella no quería eso. Jamás pensó que algo así pudiese ocurrir, esto estaba yendo demasiado lejos, pero era muy tarde para hacer algo... Si cambiaba de bando los repudiados la matarían y si los Domadores conseguían recuperar el internado ella sería detenida y juzgada por alta traición, lo cuál conllevaba la muerte...

—¿No vas a decir nada? ¿En serio estás de acuerdo con esto? —insistió Claudia.

Bea tragó saliva mientras seguía en silencio. No se atrevía a comentar nada, tan solo dio unos pasos hacia atrás.

—¡Ya basta de sentimentalismos! —chilló Gael —. Quiero el diario y vosotros me lo vais a proporcionar o si no...—añadió señalando a su criatura —. No hace falta que lo explique, ¿verdad? —preguntó con una amplia y malévola sonrisa.

¿Un diario? ¿Todo eso por un maldito diario? Pero, ¿de verdad se creía que ellos sabían donde podría esconder la directora ese dichoso diario? No es que Adrianna fuese una persona excesivamente comunicativa, y mucho menos con sus temas personales.

—¡Que alguien saque a esa de aquí! ¡Y limpiad eso! Es repugnante —se quejó Gael señalando a la joven que seguía vomitando.

Empezaban a darle arcadas. Se acercó a Claudia y a Nicole, al parecer eran las "líderes" del grupo.

—A ver bonitas, ¿dónde escondería Adrianna su diario? —preguntó fingiendo amabilidad.

Silencio. Ninguna estaba dispuesta a responder, además tampoco lo sabían.

Gael comenzaba a perder la paciencia. Cada minuto lo alejaba más de su cometido.

—Estoy tratando de ser amable, no hagáis que me ponga serio porque no os gustará.

La falsa sonrisa de amabilidad poco a poco se iba tornando en una mueca de disgusto. No quería matar más Domadores, eran escasos y le venían muy bien para su causa, pero si no quedaba más remedio lo haría.

Nicole negó con la cabeza.

—Se nota que no conoces a la directora en absoluto. Si ese diario es tan valioso cómo tú crees ella jamás lo dejaría aquí. Se lo habrá llevado con ella —respondió de forma evidente.

Gael se quedó estupefacto, ni siquiera se le había pasado por la mente esa idea. ¿Cómo no había pensado en eso? Claramente Adrianna no dejaría algo tan valioso aquí sin estar ella para protegerlo.

En dos segundos su plan se había desvanecido. Había arriesgado todo para nada, debía pensar algo rápido. Miró a sus compañeros, ninguno se atrevía a decir nada, no querían acabar desangrados por el estirge.

Se giró hacia los alumnos, no conseguiría el diario, pero al menos se llevaría unos cuantos Domadores para su ejército. Qué pena que se hubiese desecho de uno. Bueno, aún le quedaban doce, que para los tiempos que corrían no era una cifra nada mala.

—Cambio de planes. Nos vamos de aquí —sentenció.

Todos le miraron confusos. ¿Tantos riesgos para nada?

—Moveos, os venís con nosotros —les anunció a los jóvenes.

Se sentía orgulloso. Carne nueva para su ejército.





Domadores  | #1 | (En Amazon)Where stories live. Discover now