-- ¡Si Hyung! desde ayer tengo quince... ¿Hoy iremos a los juegos después de clases? pusieron una nueva máquina de baile y quiero probarla... -- Preguntó JiMin mirando a su padre, el mayor miró con una mueca a su hijo y negó lentamente con su cabeza.

JiMin era lo único que le quedaba en su vida, quería que fuera feliz costara lo que costara porque una vez fuera el jefe su sonrisa se borraría, era un hecho, pero hoy no podría cumplir con uno de los pocos caprichos que su hijo poseía, tenía que velar su seguridad primero y eso algunas veces era un problema, las peleas y conflictos con otras mafias le acortaban su tiempo de calidad.

-- Si quieres podemos ir mañana campeón, hoy tengo que salir para arreglar unos problemas, pero no quiero que estés triste, apenas llegue podemos ver una película ¿ok? – Contestó acariciando con mucha suavidad la mejilla siempre sonrojada de JiMin, su padre no era rudo y peligroso, era como un gran osito al cual JiMin admiraba.

--Tranquilo, no hay problema ... ¿Es otro conflicto con los Gonzales? -- Preguntó JiMin con una mueca de disgusto en su hermosa cara, esas personas siempre metían en problemas a su padre.

La familia Gonzales había estado en disputa con su familia desde hace mucho tiempo, desde los inicios de cada empresa, empezó por un pobre extranjero en busca de dinero y vida lujosa al otro lado del mundo, pronto creció en número siendo el primer rival de Keycha, pero las peleas y conflictos por su llamativo actuar les causaros bajas importantes, obligándolos a relacionarse con la mafia Kim para mantenerse con vida, una organización de bajo rango que corría detrás de sus pies.

Rápidamente los apellidos coreanos ganaron el terreno dentro de la nombrada mafia "Trya", como ese niño que siempre acosaba a JiMin cuando iba junto a su padre a negociar, pocos los conocían por su fundador, el señor Gonzales, ahora el nombre que corría por los noticieros era el de Trya.

-- Si, pero no te preocupes no tardare mucho en arreglar este problema, es algo muy insignificante... – El pelinegro asintió con su cabeza y antes que pudieran decir algo la bocina del autobús escolar anunció que venía a por él, su padre le dio un abrazo y él chico de mejillas regordetas corrió a la entrada despidiéndose con la mano de sus Hyungs.

Una vez subió al autobús saludó con una sonrisa imperceptible al tatuado conductor quien era empleado de su padre, corea era un lugar pequeño comparado con otros países, la mafia de su padre era masiva en número y no era de extrañar que a cada esquina se encontrara con algún empleado o seguidor fiel.

Caminó hasta el último de los asientos tratando de no perder el equilibrio por el movimiento del autobús, al llegar al último lugar desocupado se sentó dispuesto a solo tener los audífonos con él volumen a todo dar como compañía.

Nunca fue un alumno muy popular, ni el apartado de los círculos sociales que tenía su colegio, a él lo conocían los de su salón y unos cuantos amigos de otros niveles, con eso le bastaba, no quería arriesgarse a que por exceso de confianza terminara en la cárcel de algún otro país o que los rumores ya existentes se agrandaran más.

Sus compañeros no eran idiotas y todas esas veces que veían a JiMin subirse a autos negros con vidrios polarizados, cuando lo veían pelear con algún ladrón que se encontraba en el camino, o saludaba a gente de dudosa reputación en la calle habían avivado la duda sobre él, pero.

¿Quién podría pensar que ese adorable chico era miembro de Keycha?, JiMin era muy lindo y tierno como para relacionarlo con eso.

Cuando el autobús llegó al establecimiento todos bajaron casi corriendo, algunos maldiciendo lo horrible que era levantarse en las mañanas mientras que otros se ponían al día de lo que habían hecho él fin de semana.

Mochi ~•YoonminWhere stories live. Discover now