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Después de... cuatro años o tres no lo recuerdo bien he decidido volver aquí, a la primera novela que escribí y terminé. Durante estos cuatro/tres años he intentado trabajar en nuevas novelas pero no he conseguido que la magia que tenía esta para mí se impregnara en la demás (en realidad hay una que sí tiene esa magia, pero no es de esta cuenta y aun después de dos años no está siquiera acabada).

En el fondo es bonito volver aquí y ver que sigue igual con sus 1,6k de leídos de los cuales me siento malditamente orgullosa para la edad/mentalidad que tenía cuando decidí comenzar el libro pero estas patrañas no son lo que yo venía a decir aquí. 

Para lo que he decidido volver a esta novela no es para decir que tengo la segunda parte sino para anunciar que estoy editando la novela. Aun no sé para cuando estará lista, si quizás para inicio de verano o finales, iré avisando en cuanto lo sepa. Lo que si sé es que aun falta mucho para esas fechas y sin embargo no he podido resistirme más a contar esta gran sorpresa.

En esta nueva edición perderemos a Virginia en la portada, numerosos personajes desaparecerán o cambiaran de nombre (¿porqué cambiarle el nombre? porque cuando empecé a editar decidí que un punto importante sería trabajar más en los personajes comenzando por un cambio de nombre en algunos), los capítulos serán más largos y varias cosas más desaparecerán.

En esta nueva edición perderemos a Virginia en la portada, numerosos personajes desaparecerán o cambiaran de nombre (¿porqué cambiarle el nombre? porque cuando empecé a editar decidí que un punto importante sería trabajar más en los personajes com...

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(Posible nueva portada)

ADELANTO:

La ciudad está dividida, el país está dividido, el mundo lo está. No está dividido entre buenos y malos, altos y bajos, feo y guapos... está dividido entre pobres y ricos. Siempre ha sido así si no mira tu ciudad, tu pueblo.

Siempre hay un barrio que nadie se atreve a pisar porque es el barrio más bajo de la ciudad donde los heroinómanos corren de un lado a otro buscando una nueva ración de su necesidad de vida. ¿Nunca habéis escuchado que han asesinado a alguien en una calle de vuestra ciudad allí donde ni la policía quiere meter las narices? ¿No? ¿Nunca os ha dicho vuestra madre: no pases por ahí que es peligroso? ¿No?

Pues si no tienes un barrio de los pobres tienes que tener uno de los ricos, la igualdad no existe. Ese barrio donde los coches de gama alta se pasean y en cada entrada de cada casa/chalé hay uno aparcado idéntico al siguiente. Donde los niños llevan sus uniformes de escuela privada con su escudo y todo como si fueran a la universidad más prestigiosa de todo el mundo, las madres lucen sus enormes collares de perlas y los padres quedan entre ellos para ir a jugar al golf. ¿No lo habéis visto? Normal, no os dejarían pasar, pero seguro que habéis oído hablar de ellos ¿no?

Bueno, esto era simplemente para meteros algo en situación ahora sí que os contaré mi historia...

I

Cierro la puerta con delicadez y echo la llave al bolsillo delantero del pantalón. Bajo los escalones de uno en uno haciendo un repaso mental de todo lo que me ha dicho mi madre que compre a la vuelta a casa.

La niña de la vecina de enfrente sale de su casa y me saluda con una sonrisa mientras se coloca la placa de identificación. Ella aún no ha cumplido los 16 que es la edad donde la placa de identificación pasa a ser un código de barras junto a tu rango marcado en la muñeca. Termina de cruzar la calle y se sitúa detrás de mí en silencio. Otros niños se van añadiendo delante y atrás en la silenciosa fila hasta que llegamos al punto de control donde paramos para pasar de uno en uno.

La fila se reduce en un monótono ritmo hasta que es mi turno. Un hombre con un traje azul gastado coge mi brazo derecho y pasa mi muñeca por la máquina de registro que pita al reconocer el código de barras.

–Pasa –murmura el hombre y la cancela se abre lo suficiente para que mi esquelético cuerpo pase por ella.

La estrecha calle donde todos debemos ir en fila se abre a una avenida espaciosa que una vaya a la altura de mi cadera parte en dos. Me acerco a la valla y apoyo la mano pasándola sobre ella a la vez que avanzo hasta que noto la presión de otra mano y la retiro. Sé que Katherine camina a mi lado sin siquiera mirarla pues no está permitido.

Un hombre que va delante mía tropieza y cae al suelo hecho una bola, pero nadie lo mira, nadie lo ayuda, no está permitido. Lo bordeo notando como tiembla, como solloza. Veo al hombre de refilón hasta que unos guardias vestidos de azul llegan y se lo llevan a rastras. El hombre no grita, no se resiste, está muerto por dentro.

La gente se acumula a mi alrededor hasta que pasamos otro punto de control y ya entramos al centro educativo. El centro educativo es un enorme edificio donde todos los chicos a partir de los doce años aprenden a leer y a escribir y se preparan para ser alguien en un futuro no muy lejano. Las altas vallas que rodean al edificio se ciernen a nuestro alrededor de manera que estamos encerrados de esta especie de cárcel donde dieciséis, treintas y noventas conviven.

Sin Vuelta AtrásWhere stories live. Discover now