➳ C U A T R O

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Algo que odiaba Meiko era llorar, la hacía ver frágil y eso no quería ella, pero... tampoco no podía soportar tanto dolor en su corazón. Agarró su guitarra que yacía colgada en una pared cerca de su cama, se acomodó con ella y posicionó sus finos dedos en las cuerdas.

Meiko comenzó a tener clases de guitarra para distraerse de la situación en la que se encontraba, pues después de que el de hebras azules se fuera casi cae en depresión de no ser por sus amigos. Meiko suspiró y comenzó a tocar una melodía muy dulce al oído. Estaba dispuesta a cantar pero soltó un gran bostezo, estaba muy cansada así que dejó la guitarra en el piso y se recostó en su cómoda cama.

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A la mañana siguiente se levantó con mucha pereza, hoy le tocaba trabajar y no había podido dormir bien, se preparó, buscó sus cosas y salió a su trabajo. Meiko limpiaba la casa de una mujer mayor, era una ancianita dulce de nombre "Alice". Al llegar tocó la puerta y la señora la atendió, la saludó con una sonrisa empalagosa y la hizo pasar, se cambió y comenzó su trabajo.

Mientras la del cabello corto barría se le calló un objeto medio ovalado, la señora lo alzó y abrió, era un relicario con la foto de ella y un chico de ojos zafiro.

─ Pequeña, se te cayó esto. ─ Le extendió la mano con el relicario en ella.

─ Oh, gracias señora Alice. ─Tomó el objeto y lo admiro con ternura.

─ ¿Y ése chico es tu novio acaso? ─ La anciana levantó una ceja y Meikoo se puso nerviosa al escuchar esa pregunta, su cara era un mismísimo tomate.

─ N-no señora, él no es mi... n-novio... es un amigo. ─ Tragó saliva.

─ Oh, se ven tan lindos juntos y parece que se llevan bien. ─ Meiko miró al suelo con pequeñas lágrimas en los ojos. ─ ¿Meiko?¿estas bien pequeña?

─ S-si. ─Secó sus lágrimas rápidamente.

─ No, no estas bien, ¿qué pasó?¿es por el chico?

─ No, no es nada... b-bueno si...

─ Cuéntame, cariño ¿que te entristece? ─ Le ofreció un pañuelo, la chica se lo aceptó y limpió sus lágrimas.

─ Es qué...─Suspiró. ─ Mi amigo se fue hace unos meses, nos dejó a mi a mi otro amigo solos por problemas y... ahora no podemos comunicarnos con él. Y-y él nunca volverá. ─ Meiko apretó sus dientes intentando contener las lágrimas pero fue en vano.

─ Meiko. ─ La mujer le ofreció una mirada tierna y comprensiva a la castaña quien se rindió y le contó todo recibiendo consejos sabios de aquella dulce señora.

─ Gracias por los consejos. ─Se despidió la castaña con una abrazo y dinero en mano.

Ikanaide ❥ Kaimei.Where stories live. Discover now