𝑉𝐼𝐼. 𝐿𝑎𝑠 𝑀𝑒𝑚𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑃𝑖𝑎𝑛𝑖𝑠𝑡𝑎

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Un constante movimiento interrumpió abruptamente el estado de somnolencia en el que Allen se encontraba

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Un constante movimiento interrumpió abruptamente el estado de somnolencia en el que Allen se encontraba. Aturdido, Allen intentó incorporarse del sillón en el que estaba recostado, pero su cuerpo reaccionaba demasiado lento. Sus extremidades pesadas y el profundo cansancio que le envolvía dificultaron aún más la tarea de incorporarse. Después de varios intentos torpes, logró abrir ligeramente los ojos.

La extrema blancura de la habitación del piano le cegó por varios segundos, obligándolo a entrecerrarlos y volverlos a abrir en cuanto el ardor inicial se desvaneció casi por completo.

La figura de Timcanpy se encontraba frente a él, de pie sobre el sillón, a unos cuantos centímetros de él. Sus alas no estaban plegadas, y su postura era vigilante. En cuanto se percató de que abrió los ojos, el golem movió sus alas animado y se acercó felizmente a Allen, acurrucándose en su cuello.

Con su otro brazo como apoyo, se sentó lentamente en sillón en el que estaba recostado. Volviendo a lentamente a su estado de lucidez, Allen permitió que Timcanpy se acomodara sobre su hombro, mientras los recuerdos de los días anteriores volvían a su memoria.

Desde que abandonó el lugar del encuentro con Nea habían transcurrido dos semanas. En ese tiempo había experimentado las repercusiones de haber desertado de la Orden.

En el primer día se desvió del caminó para comprar provisiones. Se detuvo en la ciudad más cercana a lo que había sido la casa de Neah y se dispuso a conseguir lo indispensable para el viaje con el dinero que acumuló durante los viajes con su maestro y su tiempo con exorcista en la Orden.

Sabía que podía encontrarse con buscadores durante el viaje, pero no espero que aquella ciudad estuviese llena de ellos.

Con dificultad logró escabullirse para comprar comida y un poco de ropa, así como una capucha para ocultar su apariencia. Sus planes para descansar en ese lugar fueron rápidamente descartados, era posible que hubiera más en la ciudad y en los alrededores.

Incluso tal vez en todas las ciudades cercanas a esta.

Aquella situación se repitió durante los próximos días, conforme el dinero de las provisiones y comida se iba agotando. Al quinto día tuvo que hacer uso del atuendo de payaso que en el pasado usaba Mana.

Semanas atrás había trasladado algunas de sus pertenecías más importantes a la habitación del piano, lo que mejoró su ánimo en los últimos días. Al abandonar la Orden, había dejado atrás a sus amigos y momentos valiosos que sabía que no podría recuperar.

Pero, de no haber resguardado sus recuerdos más importantes en esa habitación, no solo habría perdido los recuerdos invaluables que había conservado de Mana, si no también su medio de sustento ahora que no podía contar con nadie y estaba solo.

Allen extendió su brazo izquierdo frente a él y fijó su mirada en su inocencia.

Había sido dañada durante la batalla con el Akuma nivel cuatro, y no estaba en las mejores condiciones para sostener una pelea por mucho tiempo. Antes podía confiar en Komui para poder repararla en el menor tiempo posible, pero ahora no podía darse ese el lujo.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝐿𝑢𝑧 𝑦 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑Where stories live. Discover now