𝐼𝐼. 𝐴𝑢𝑔𝑢𝑟𝑖𝑜

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―Ha despertado―la voz de un viejo hombre se escuchó en aquella oscura habitación

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―Ha despertado―la voz de un viejo hombre se escuchó en aquella oscura habitación. Con una mirada vigilante, observó como la joven que se mantenía oculta entre las sombras abandonaba su posición y caminaba lentamente hacia él.

― ¿Estás seguro de que no es ninguna equivocación? ― La joven preguntó con una voz seria al hombre, quien permanecía sentado en una vieja silla, cerca de la mesa que estaba al centro de la habitación. La débil luz de luna que atravesaba las cortinas raídas, iluminaba levemente sus siluetas.  Revelando la corona de siete cruces dibujada en la frente de la joven.

―Durante todos los años que he servido a tu familia, jamás he fallado en mis predicciones ― el hombre se levantó de la silla y se dirigió hacia ella, llevando en sus manos con extremo cuidado un espejo curvado, del que sobresalían cadenas gruesas que se sujetaban firmemente alrededor de sus muñecas.

―La última vez, el Conde no acató mis advertencias sobre los sucesos que sucedieron en Edo. Todos ustedes se confiaron y pensaron que su victoria ya estaba escrita. ―El hombre suspiró en rendición, al recordar aquel suceso. ―El orgullo de ustedes es demasiado grande como para aceptar un resultado negativo en sus planes.

Las cejas de la joven se fruncieron profundamente en respuesta a su acusación, mas cualquier señal de ira que intentara expresarse en su rostro fue reprimido de manera deliberada, retornando a una expresión pétrea.

―Fue un error que no volverá a suceder ―  aseguró la joven, mientras que con sus ojos ámbar dirigía una mirada  aguda hacia el hombre. Aquel gesto no pasó desapercibido para él, tan frío y sagaz, que le fue imposible ignorar las implicaciones detrás de este.

Más, aun cuando era consciente de ello, el hombre se limitó a mantener una expresión serena, y con la misma clama preguntó.

―El Conde Milenario sabe que me queda poco tiempo ¿no es así? 

La joven solo asintió una vez en respuesta. 

―Probablemente esta sea la última vez que podré advertirles de lo próximo que sucederá. Por lo que no deben bajar la guardia a partir de ahora.

En silencio el hombre avanzó hacía la ventana. Tomó entre sus dedos la gruesa cortina que impedía el paso de la luz a través de esta y la apartó, dejando entrar por primera vez en esa noche la luz del exterior.

― Después de milenios de permanecer en la clandestinidad, Apócrifo a decidido actuar y empezar a moverse entre los hilos que ha dejado la Orden desatendidos. De seguir así, un nuevo enfrentamiento surgirá tarde o temprano y un caos envolverá ambas facciones — El hombre se ajustó los lentes en el puente de la nariz, al tiempo que miraba a la joven. 

―¿Conoce la identidad que ha tomado ahora? ― con un brillo hostil destellando en sus ojos,  la joven preguntó, recibiendo una negativa por parte del hombre.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝐿𝑢𝑧 𝑦 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz