~Capítulo 12~ Adorable

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Estuvieron así un rato, solo abrazándose disfrutando del cómodo silencio que se había formado desde que salió huyendo. Al de mirada desinteresada le sorprendió que Karamatsu le haya seguido desde tan lejos, debía de admitir que no lo pensó mucho cuando escapó de casa y sólo se refugió en uno de sus tan conocidos callejones en donde preferiblemente se la pasaba dándole de comer a los gatos.

Quería preguntar si Choromatsu le había contado el motivo de la pelea.

Tal vez ya sabía con qué clase de escoria compartía sangre y sólo estaba ahí por lastima, brindándole de un falso sentimientos de comprensión el cual era comprensible no sentiría por él. Quizás sólo lo reconfortaba para después reírse en su cara por lo patético que se veía en esa situación.

O tal vez Choromatsu no había tenido el tiempo de contarle específicamente a él y por eso Karamatsu se encontraba allí, pero ¿Qué pasaría con el resto de sus hermanos? ¿Ya les habrá dicho la especie de inmundicia que podía llegar a ser el cuarto Matsuno? ¿Acaso lo juzgarían al llegar a su hogar?

Al tener ese tipo de pensamientos rondando su mente sólo pudo aferrarse más al buzo de su acompañante, hundió su rostro en el cuello del mayor buscando claramente ese calor que lo haría sentir protegido, como si nada pudiera dañarle mientras estuviera con Karamatsu. Pensó en cuanto duraría esa confianza del mayor con su persona, sabía que cuando se enterara lo miraría con repulsión, desprecio y otro montón de sentimientos que prefería no nombrar.

Nunca tuvo una relación muy fuerte con el resto de sus hermanos, a excepción de Jyushimatsu, mostrar su sentir siempre había sido difícil y más cuando se trataba del segundo Matsuno, pero había algo en Karamatsu que siempre le agradó, su tenacidad en su labor de ayudar a los demás incluso cuando todos lo trataban de la peor manera posible le parecía digno de admirar.

Tal vez por eso se había enamorado de él en primer lugar.

Pensar en la soledad que sentía a diario le hizo retorcerse incomodo en su sitio, pronto las lágrimas no tardaron en aparecer empapando sus mejillas y el suéter del contrario. No se atrevió a soltar algún gemido que demostrara cuan mal se sentía, sólo pequeños susurros que ni él mismo podía escuchar.

Susurros pidiendo clemencia, pidiendo perdón y, de alguna manera,

declarando su amor.

Pero, al fin y al cabo, no valían de nada si no salían con la mínima fuerza para ser comprendidos y tal vez correspondidos.

Pero eso era algo en lo que Ichimatsu estaba seguro nunca pasaría, ¿Quién en su sano juicio correspondería a tales sentimientos?

Sintió una mano posarse en su espalda, dando leves palmadas tratando de reconfortarlo, o eso imaginó. Su llanto se detuvo de golpe disfrutando del contacto con el contrarío, puede que suene extraño, pero quería más.

-No sé muy bien que pasó allá, pero te apoyo sin importar lo que pase-

¿Cómo podía sonar como si hubieran convivido durante siglos sin ningún tipo de problemas?

Sonaba de una manera un tanto extraña, como si buscara comprenderlo inclusive si no lo conocía del todo bien.

Pero eso en vez de enojarlo, lo relajó.

Como le gustaba esa parte Karamatsu, la comprensiva, que no mataría ni una mosca, sino comprender que ella también merecía vivir, aunque fuera totalmente molesta.

Sonrió involuntariamente al imaginar que era tan indeseado como una mosca, un simple insecto que sólo existía para fastidiar a los humanos.

-Aunque no lo creas ellas también ayudan al ser humano, degradan la materia orgánica, polinizan las plantas y son parte fundamental de la alimentación de algunos animales y plantas-recordó las palabras de su hermano al mencionarle el tema, hace mucho tiempo, le pareció un poco idiota defender a un simple animal que ni siquiera le daría las gracias después.

-Sabes que suena estúpido ¿Verdad? ¡No las defiendas como si fueran tu familia! -¿En qué momento llegaron a este grado de la conversación? ¡Por Dios! Ya esto le estaba cabreando un poco.

-Los gatos tampoco son tu familia y los defiendes con tu vida. Si degradas a ese insecto sólo por ser un animal, dime ¿Qué son tus preciados compañeros? ¿Para qué sirven? -algo le hizo callar al instante, Karamatsu estaba en lo correcto, aunque no quisiera admitirlo.

-Eso es diferente...-

-No, my dear brother. Es exactamente lo mismo-suspiró rendido, no podía ganarle a eso.

-Cállate, esta conversación es tonta y tú también-hizo un puchero, era normal pues a su corta edad de nueve años la idea de perder en algo tan simple como una conversación sobre la importancia de las moscas le parecía irritante.

-Ay, hermanito. Deberías aprender a valorar a todos los seres a tu alrededor-

-Cállate-

Se le hizo curiosa la comparación que estaba haciendo en esos momentos.

Se preguntó si Karamatsu también lo defendería de la misma forma al enterarse de la verdad. Pero había una gran diferencia entre él y el tan nombrado animal.

Ichimatsu, a diferencia de cualquier ser en el planeta, no servía ni ayudaba en nada.

O eso pensaba él.

Se separó con suavidad de su hermano, sus ojos rojos tenían la mirada baja. Indicó con un asentimiento que ya había terminado con el llanto y que ya no era necesaria esa cercanía que tanto ansiaba nunca desapareciera.

-Deberíamos volver-sugirió el de buzo azul frotando sus brazos con sus manos-Empezó a hacer frío y no quiero que ambos pesquemos un resfriado-

-No estoy tan seguro-susurró con voz suplicante, no quería volver a casa en donde se encontraba Choromatsu y tener que mirarlo a la cara. El mayor entendió a lo que se refería y posicionando su mano en su hombro, hizo que su hermanito lo mirara.

-Tranquilo, no dejaré que nada te pase-dijo de manera más dulce posible, con su otra mano se apuntó a sí mismo con el pulgar-Yo te protegeré- Ichimatsu no pudo más que sonrojarse al escuchar esas palabras, gestos como estos sólo le hacían enamorarse más. Desvió la mirada con vergüenza.

-Cállate Mierdamatsu-

Él menor ni siquiera aceptó la mano que le ofreció para ayudar a levantarse.

Sólo caminaban en un incómodo silencio, uno al lado del otro sin decir nada más.

-Oye Mierdamatsu...-dijo de manera muy débil esperando que el otro no le oyera.

-¿Eh? -.

-Gracias-Adelantó el paso para evitar que su hermano notara el tono rojo en sus mejillas.

-¡Hey! -trató de alcanzarle con una sonrisa al recordar las palabras dichas por Choromatsu hace mucho tiempo.

Su hermanito sin duda sufría de un grave caso de Tsunderismo.

Uno que a su parecer le hacía aún más adorable.

Cartas a Karamatsu [KaraIchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora