Nos bajamos a un bar a cenar y mientras cenábamos empezamos a recordar mi cumpleaños de hace unos años, madre mía que cumpleaños, creo que fue el mejor de momento.

Era en Abril, una noche, que lo celebre en mi garaje, estaba Raquel, Fran, Maite, Néstor, Mireia y Karen, porque los otros ya se habían ido y nosotros nos quedábamos ahí a dormir.

Estábamos jugando a la botella, lo que tenían que hacer y las preguntas se decidían entre todos. Era el turno de Néstor y eligió prueba.

- Tienes que chupar el suelo. Dijo Karen riendo.

- Me quito la camisa, no pienso chupar el suelo. Contesto Néstor.

Rodamos la botella y le tocó a Mireia.

- ¿Prueba o verdad? Dije con emoción.

- Verdad. Contestó.

- ¿Has tenido algún sueño erótico? Dice Fran.

- Si. Dice avergonzada.

- ¿Cuál? Dice Néstor sorprendido.

- Ah, eso no me lo habéis preguntado. Dice Mireia con una sonrisa pícara.

Lanzamos otra vez la botella y le toca a Fran.

- Prueba. Dice sin dejar que se lo preguntemos.

- Dale un morreo a Mireia. Dice Raquel.

Todos pensábamos que no lo iba a hacer, pero de repente se levanta, va donde esta Mireia y le da un morreo. Mireia no sabe como reaccionar, no se lo esperaba, nadie se lo esperaba.

Rodamos la botella y me toca a mí.

- ¿Prueba o verdad? Dice Mireia

- Verdad. Digo sin ninguna duda, son muy cabrones para decir prueba.

- ¿Eres virgen?

Raquel se queda mirándome, y con toda seguridad contesto

- No.

Raquel suelta un alivio, a nadie le gustaría oír que su hermana pequeña ya no es virgen.

Lanzamos otra vez la botella y le toca a Karen, seguimos así, haciendo preguntas y pruebas, hasta que Néstor se queda en pantalones, pero sin calzoncillos, Mireia con ropa interior, Raquel con camisa y ropa interior, Fran con pantalones, Karen con camisa y ropa interior y yo sin camisa, volvemos a lanzar la botella y le toca a Néstor. Ya que ha dicho muchas veces verdad, le obligamos a que haga prueba o prenda.

- Lame de abajo a arriba a Mireia.

Mireia lo mira y mueve la cabeza hacía los lados negándolo, el le señala los pantalones y entonces se levanta.

Empieza a lamerle los dedos de los pies, continua con las piernas, después el coño, sigue subiendo hasta la barriga, continua por en medio de los senos, después por la cara y para terminar por su pelo.

Todos nos quedamos con la boca abierta cuando volvió a su sitio como si nada hubiera pasado.

Lanzamos otra vez la botella y le volvió a tocar a Néstor, empezamos todos a reír a carcajadas, él nos miró enfadado, porque sabia que algo malo planeábamos.

- No os paséis. Dijo rogando.

- Cómete ceniza de la chimenea. Dijo Fran.

Néstor miró la chimenea, no se lo podía creer, no podíamos ser tan malos con él, nos miró con cara de pena pero ninguno cedió, así que se levantó y fue a la chimenea. Cogió una cuchara y la lleno de ceniza, poco a poco iba acercándosela a la boca, miraba de reojo para ver si alguien le decía que parara, nadie abrió la boca, todos estábamos contemplando como se lo iba a comer, de repente vemos como la cuchara entra en su boca, poco a poco va cerrándola, ¡No puede ser, lo ha hecho!

Cuando se saca la cuchara, queda un poco de ceniza, abre la boca y vemos que no había nada, solo quedaban restos de ceniza.

En ese momento llamaron a la puerta de la calle, Néstor y Fran se escondieron y las chicas nos empezamos a vestir rápido.

Abrimos la puerta y era mi madre.

- Ya vele ¿no? Ya es hora de dormir. Dijo enfadada

- Vale. Le dijo Raquel.

Se fue y salieron todos.

- ¿No podía venir antes? Así no hubiera comido ceniza. Dijo Néstor.

Todos empezamos a reír.

Cuando nos íbamos a acostar, Fran y Raquel estaban haciendo el tonto, de repente se oye un portazo y a alguien gritar, nos giramos todos y nos vimos a Fran quejándose del dolor y a Raquel descojonándose, no sabíamos que había pasado.

Cuando Fran se calma un poco, nos cuenta que había pasado.

- Raquel estaba cerrando la puerta y no me había visto, cuando me di cuenta de que estaba a punto de cerrarse, ya la tenia encima y al cerrarla con fuerza me ha pillado la costilla. Dijo el dolorido.

Empezamos todos a reír y cuando nos calmamos un poco ya nos fuimos a dormir.

Que gran día fue aquel, nunca nos habíamos reído tanto en una noche, esa es la típica noche que me encantaría repetir.

Cuando acabamos de cenar me baje a casa, porque estaba cansada y al día siguiente me tenía que hacer la maleta, porque me iba a la playa.

UN GIRO DE 360 GRADOS.Onde histórias criam vida. Descubra agora