capítulo 5

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Las semanas en el internado siguen pasando, cada día me adapto un poco más a los horarios, de cinco a seis de la tarde nos dejan el móvil y suelo llamar a mi madre o mi abuela, y después nos subimos a las habitaciones, los lunes y los miércoles, de seis a siete hacemos deberes y de siete a ocho vamos a hacer deporte en el gimnasio del colegio, y los otros días son dos horas de estudio. A las ocho bajamos al comedor a cenar y nos dan el móvil de ocho a nueve y suelo llamar a Mireia, Carlitos o a Natalia, es una chica alta con el pelo largo y ondulado, morena y que la conocí porque empezó a salir con Fran, es un chico de mi pueblo, alto, con el pelo castaño que me gustaba antes de conocer a Natalia.

Fran era el típico chulo de mi grupo, que todas van detrás de él, pero que en el fondo tiene un buen corazón. Llevaba muchos años detrás de él, pero nadie lo sabia, incluso creo que ni él lo supo nunca, venían todos los viernes los dos a por mi con mi hermana al internado, hasta que una interna se inventó cosas, entonces el empezó a dudar de mi y ahí se acabo nuestra relación, seguimos viéndonos gracias a la novia, que seguimos quedando, pero no nos hablamos, solo hablo con ella.

Después a las nueve nos quitan los móviles, tenemos de nueve a nueve y media tiempo para ducharnos, ponernos el pijama…

De nueve y media a diez, nos vamos a una habitación que hay, al lado de la de los sofás, que siempre vamos ahí para rezar, también tenemos una libreta donde tenemos que apuntar las cosas que pedimos y por las que damos gracias y después si quieres lo dices en voz alta.

De diez a once nos toca otra hora de estudio y a las once ya nos apagan las luces y a dormir.

Así son todos los días entre semana, no cambian y el fin de semana no mucho, siempre salgo con Mireia, Karen, Maite, Néstor, Raúl y Julio, nos vamos de fiesta, vamos al bar, nos vamos a pasear, hacemos excursiones, pero casi siempre todos juntos.

Así pasa el tiempo, como dije, mi vida es muy monótona.

Una noche, en el internado, cuando llamo a Carlitos me dice.

- Claudia, estoy saliendo con Lucia. Me dice con emoción.

Tardo en contestar, no me imaginaba que me lo dijera así.

- Ah, que bien, ¿Desde cuándo? Le digo como si me hiciera ilusión.

- Pues desde ayer, hablamos y aun nos molamos, así que decidimos probar. Me dice con una sonrisa, o por lo menos lo noto.

- Pues genial, me alegro por vosotros. Le digo haciendo una mueca.

En ese momento baja la monja y le digo. - Tengo que colgar, mañana hablamos. Y sin dejar que conteste cuelgo.

Subimos a las habitaciones mientras la monja habla con algunas internas, entro en mi cuarto, me hago la maleta, me meto en la ducha y de repente rompo a llorar.

¿Por qué lloras? ¿Crees que vale la pena llorar por un tío que apenas conoces? Si ellos son felices, ¿Por qué los vas a amargar? ¿Crees que si lloras cambiará algo? Me vienen todas esas preguntas a la cabeza, mientras mis lágrimas se mezclan con el agua que cae sobre mi cabeza.

Termino de ducharme, salgo, me pongo el pijama, me lavo los dientes y salgo con una de mis mejores sonrisas, aunque sea falsa, no me apetece que las internas pregunten que me pasa.

A las diez, después de rezar y escribir en la libreta todo lo que pienso, me siento en la silla, abro el libro y hago como si estudiara, pero no, no puedo parar de pensar en lo que me ha dicho Carlitos. Se hacen las once y viene la monja a avisarme de que toca ya dormir, cierro el libro, lo guardo en la mochila y me acuesto, no puedo dormir, no puedo parar de pensar en ellos dos, ¿Me gusta de verdad? ¿Por eso estoy así? ¿Es otro amor imposible? ¿Se lo digo? En un mes lo veo y no sé como reaccionar, ni siquiera se que decirle mañana cuando hable con él o con ella.

Dejo de pensar e intento dormirme hasta que lo consigo.

Viene la monja a despertarme, no me apetece salir de la cama, ayer me dormí tarde y ahora tengo sueño, vuelve a venir, me recuerda que es viernes, pero me da igual, aunque sea viernes no me va a animar, necesito hablar con Carlitos, contárselo todo, decirle que lo quiero, que me enamoré nada mas verlo…

Al fin me levanto, voy a despertar a la peque, Marian, que la llamamos así porque es la más pequeña del internado, como todas las mañanas, me acuesto en su cama y espero a que abra los ojos, cuando los abre se levanta, al ver que ya esta despierta me voy a mi habitación y me pongo el uniforme, bajamos al comedor, desayunamos, nos hacemos el almuerzo y nos vamos a clase. Hoy las clases han sido eternas, son las cuatro y media, solo queda una clase. La clase se pasa rápida no como todas las demás, por fin suena el timbre. Voy corriendo a buscar la maleta, salgo y esta mi hermana esperándome, subimos al coche y nos vamos a Agres. Llego a casa, dejo la maleta en mi habitación y me encierro, llamo a Carlitos, pero no me lo coge, ¿Qué está haciendo? ¿Por qué no me lo coge? ¿Se habrá enterado que me gusta? ¿Estará enfadado por colgarle ayer, como le colgué? ¿Estará con Lucia? No puedo más, necesito hablar con alguien de esto, necesito saber más cosas, entonces pienso en llamar a Lucia, pero no, no creo que sea buena idea. Vuelvo a llamar a Carlitos, pero sigue sin cogérmelo, entonces desesperada, decido llamar a Lucia, suena un “pit”, otro, otro y al fin oigo.

- M.a. Lo dice feliz.

- Hola. Le digo triste.

- Estoy saliendo con Carlitos. Dice emocionada.

- Ya, ya me lo contó ayer, me alegro un montón. Le digo casi llorando. - Bueno ¿Cómo fue? ¿Cómo empezasteis a salir?

- Pues no sé, estábamos hablando y le dije de salir y me dijo que si. Me dice emocionada.

- Que guay, me alegro mucho. Le contesto con una lágrima cayendo por mi mejilla.

- ¿Y tú que tal? Me pregunta.

- Bien, muy bien. Le respondo, le miento, es la primera vez que le miento.

En ese momento oigo un “pit” que viene de mi móvil, lo miro y veo que Carlitos me ha hecho una llamada perdida.

- Lucia, lo siento pero tengo que colgar, me llama mi madre, adiós, te quiero. Y cuelgo

Llamo enseguida a Carlitos, pero tarda en cogérmelo, al fin oigo.

- Hola. ¿Estás bien?

- Sí, ¿Por? Le contesto estañada.

- Porqué me has llamado dos veces. Dice riendo.

- Ah, sí, porque me aburría. Le digo disimulando.

- Ah vale, pues hablamos esta noche que estoy por ahí con mis amigo. Dice colgando enseguida.

Me quedo extrañada, siempre que le llamo y está con los amigos me pasa con alguno y hoy no…

Paso la tarde en mi casa, no me apetece salir.

Por la noche, después de cenar me llama Karen para salir, pero no me apetece y le digo que no me encuentro bien, que me duele la cabeza.

A los pocos minutos me hace una perdida Carlitos, le llamo pero no tiene cobertura, nos suele pasar a menudo, no sé porque, pero casi nunca tiene cobertura en su casa, le vuelvo a llamar y esta vez si que da señal.

- Hola. Le digo con una sonrisa.

- ¿Qué pasa? Me dice como siempre.

- Nada, que me duele la cabeza y no me apetece salir. Le digo mintiéndole.

Entonces entra su madre a la habitación y le dice que ya es tarde para hablar por teléfono, que se vaya a dormir ya.

- Lo siento, ha entrado mi madre y me ha dicho que cuelgue, mañana hablamos, buenas noches. Me dice.

- Buenas noches. Le digo triste y cuelgo.

Me tumbo en la cama y me quedo pensando.

Y ahí es cuando me doy cuenta que hablando con él, se me pasa todo, que soy feliz, que no me importa nada más, ahí es cuando me doy cuenta de que me he enamorado de él.

Y sigo pensando hasta que me duermo.

UN GIRO DE 360 GRADOS.Where stories live. Discover now