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Jungkook despertó ante los rayos del sol que entraban por la gran ventana de la habitación, la cortina había sido corrida por la sirvienta para así despertar al chico de 18 años. La vieja mujer se acercó al amplió colchón de algodón del menor para despertarlo.

— Joven amo, sus padres lo esperan abajo para desayunar, además tiene clase de piano después de eso.

— Lo se, lo sé.— el chico se estiró con las mangas de su camisón para dormir callendo por sus brazos hasta sus codos al ser realmente amplías, soltó un gran bostezo mientras se sentaba en la orilla del colchón, recibiendo en sus manos una taza de té verde por parte de su sirvienta.

— Joven amo, su padre ha ordenado que usted debe asistir a la fábrica hoy en compañía suya.

— Tch.— chasqueó la lengua a modo de queja.— ¿Y voy a poder ver las exportaciones o simplemente me quedaré viendo como los obreros trabajan?

— Sabe bien que no me corresponde decirle eso, sin embargo los barcos piratas pueden llegar en cualquier momento y es peligroso para cualquiera, sobretodo miembros de la corte de su majestad.

— Pero el escarlata no ha sido visto en una sola costa hace 17 años ¿A qué le teme tanto mi padre?

— Señor, eso es algo que debe discutir con él. — la mujer comenzó a sacar del armario de madera barnizada las prendas del castaño en conjuntos ya organizados, comenzó a vestirlo con una camisa blanca, pantalones azules de tela de seda, un saco del mismo color con un pequeño lazo celeste al cuello atado alrededor del cuello de la camisa, además de los guantes blancos que debía llevar gracias a las excentricidades de su padre y los zapatos costosos de piel color negro.

Jungkook terminó su taza de té de un sorbo una vez estuvo vestido y se dirigió a la gran puerta de la habitación con la mujer tras él, su sirvienta no era de su agrado, era demasiado extraña su forma de hablar o hacer las cosas y parecía muerta en vida, en esos momentos sentir su pesadumbrosa presencia tras él era desagradable y por su cabeza cruzaba el considerar pedirle a su padre un nuevo sirviente, quizá un muchacho joven, de piel tersa y facciones delicadas, alguien a quien mirar y que le diera algo de color a su despertar.

Jungkook caminó por los amplios pasillos de la mansión con las paredes recubiertas de papel tapiz decorativo y cuadros, pinturas por todas partes. Caminó hasta dar con el comedor donde, para su sorpresa, su padre estaba con el semblante serio y la quijada apretada mientras leía una carta que tenía el sello de su fábrica, por su expresión se podía deducir que lo que el hombre estaba leyendo no era nada de su agrado, el hombre estaba siendo asaltado por la frustración, era tal que se le saltaba una vena del cuello e histericamente gritaba respondiendo lo escrito en el papel como si pudiesen escucharle en aquel navío de carga.

— ¡Mantengan los cargamentos a salvó! ¡No dejen que esos canallas roben una sola caja! ¿El escarlata?.— hizo una pausa mientras sus ojos se movían rápidamente leyendo.— No pueden ser Park ChanYeol, Lee ChaeRin y su maldita tripulación de ratas marinas. — seguido de eso el hombre lanzo dicha carta con tal frustración que causó que Jungkook diera un pequeño saltó en su lugar, exaltado.— ¡Maldito sea el día en que el escarlata se adueñó de los mares! ¡Esas jodidas ratas de mar están saqueando nuestros cargamentos y hundiéndo nuestros barcos! ¡Enviaré un barco militar de inmediato!

Jungkook entró disimuladamente a la habitación, tomó su lugar en la mesa para el desayuno que estaba por ser servido sin duda alguna ahora no era buen momento para hablar con el conde. Se quedó pensando por un momento al escuchar a su padre quejarse entre gruñidos ¿Qué aventuras habrían de rodear aquel mar azul que solo había podido presenciar desde su ventanal? ¿Qué criaturas habitarían en aquellos Miles de kilómetros de agua salada fuera de los peces que terminaban guisados en su plato o en las peceras de la casa?

Freedom on the Sea - kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora