Dia 2.

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Sus ojos pesaban, enserio pesaban.

Quería no levantarse para ir a la escuela, sobre todo por que el día anterior había regresado muy tarde a casa después de haber estado toda la noche con Frank y haber visto a aquella...

Se levantó de una cayendo de la cama en el proceso y golpeándose terriblemente la nariz.

Lloriquea un rato sosteniéndosela y yendo al baño para así buscar papel limpiándose la sangre que empezaba a correr.

Se quedó ahí un par de minutos antes de que oyera el grito de su madre para que fuera a desayunar.

Hizo una mueca quitándose el papel y asegurándose de que la sangre ya no salía y así se lavó la cara para salir del baño y colocarse algo más decente, aunque se sorprendía de llevar la misma ropa con la que había dormido la noche anterior, sin contar que no recuerda cómo llegó a casa después de lo que sucedió en el cementerio...

Se detiene un momento poniéndose a pensar en eso. Si quiera se acuerda de lo que ocurrió. Todo está borroso después de que...

Abre los ojos acordándose de lo que el tatuado y él vieron. Era un... Una...

Hace una mueca y niega. No puede ser verdad... No puede. Suelta una risita restándole importancia.

Y aunque no recuerde como llegó a casa, pasó el día anterior un rato muy divertido junto a Frank y eso es invaluable. Camina entonces colocándose un pants y mirándose al pequeño espejo de su pared, entonces lo que sí recuerda fue la vergüenza que pasó en la fiesta, donde su querido hermano que sigue sin saber por cuál motivo le odia, le dijo a todo Belleville que era gay y que estaba enamorado del castaño.

Se cubrió el rostro dando saltitos desesperados y ahogándose en su miseria. No lo había pensado pero seguro sería la burla de toda la escuela durante semanas y... Ugh.

Suspiró pensando que al menos algo bueno había salido de ello, y eso era que Frank se había portado de una manera muy linda con él el día anterior, eso era lo único que importaba.

Sonrió estúpidamente cambiándose y colocándose una sudadera, viendo entonces en su mesa de estudio su calendario. Frunció el ceño cuando vio el día treinta y uno de octubre sin marcar.

Tomó un plumón y marcó este y el día primero de noviembre, suspirando y asintiendo para así ir a desayunar al fin.

En el camino vio a Mikey salir con una bolsa en mano, apresurado y empujándole para que se abra paso.

Siquiera le miró.

Bufó.

- Maldito Mikey.- Masculló.- Si quiera me pide una disculpa...- Infló las mejillas bajando lentamente cada escalón hasta llegar a la cocina.- Buen día, mamá.- Donna solo asintió sonriendo a medias, sirviéndole en un plato huevos revueltos con tocino.- ¿Otra ves?- Hizo un puchero.

- ¿Disculpa?

- Eso desayunamos ayer.- Dijo desinflando las mejillas. Mikey solo chasqueó la lengua.

- Raro.- Gerard frunció el ceño.

- ¿De qué hablas, Gerard?- Donna vio extrañada a su hijo y este se confundió aún más.

- De... Nada.- Murmuró sin más. Se relamió los labios antes de comer un pedazo de tocino viendo meticuloso su alrededor. Todo era extraño, mucho...

- Bien. Ya me voy al trabajo, por favor, tengan cuidado cuando vuelvan a casa. Hoy es un día de locos. Y Mikey, felicítame a Frank.- Alzó una ceja mirando a su madre despedirse de su hermano yendo entonces hacia él.

En una noche de Halloween. 'Frerard'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora