Día 9.

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Ese día se puso una cómoda y genial chaqueta. Se peinó un poco para luego despeinarse casual y agregar algo de delineador negro, de forma que quedara ligero, casi sin notarse.

Se colocó sus converse y salió de casa con una sonrisa radiante. Caminó hasta la parada de autobus y bajó en el hospital.

Al llegar vio a su madre en la sala de espera. Ella le miraba desesperada, yendo hasta él y abrazándole. Sabía lo que sucedía. Era como si nunca se hubiera enterado. Su madre creía que apenas sabía que Mikey estaba ahí. Suspiró tratando de tranquilizarla y diciendo que vería a su hermano un momento.

Mikey estaba bien. No utilizaba nada, solo dormía. Un extraño estado vegetativo. Estaba realmente convencido de que esta vez todo mejoraría. Ya tenían todo al alcance y sólo necesitaban unas cuantas respuestas. Unas más y todo acababa.

Acarició levemente su frente y la besó de forma suave.

- Ya mero, Mikey. Lo prometo.- Se quedó contemplándole un momento más hasta que un carraspeo llamó su atención. Frank estaba recargado en el umbral de la puerta mirando el cuerpo de su hermano con una mirada algo triste. Caminó hasta ambos y tomó una de las manos del rubio sonriendo.

- Hola Mikes... Estamos trabajando en sacarte de este estado de mierda, amigo. Aguanta un poco más.- Gerard soltó una risita acomodando a su hermano de la mejor manera posible para así ambos salir de ahí caminando en silencio.

Salieron del hospital sin decir nada y caminaron por el estacionamiento hasta ver el auto del padre de Frank.

Eran ya las once de la mañana. Se acomodaron en el auto y se quedaron ahí un rato sin decir nada.

- ¿Quieres ir a desayunar?- Le propuso el castaño. Gerard le vio de reojo asintiendo luego con este encendiendo el auto y empezando a andar. Quince minutos más tarde, con el silencio cómodo y la música de ambientación, llegaron a una cafetería.

Bajaron y se acomodaron en una de las mesas de afuera esperando que les fuera dicho el menú, escogiendo un croissant para cada uno y un café para acompañarlo.

- Lucas Jenner tiene una fiesta por Halloween con gente de su empresa cada año y amigos. Es de disfraces, invitan a todo el personal y demás, y se lleva a cabo a partir de las once de la noche. Por eso nunca están en casa.

- ¿Cómo sabes?

- Hoy me encontré a mamá en casa.- Se encoge de hombros.- Se levanta muy temprano, se fueron de viaje, por eso ellos tampoco nunca están. Lucas los invitó pero no estarán ahí por qué tienen asuntos que resolver en Boston.- Gerard asiente lentamente procesándolo suspirando entonces.

- Entonces estaremos ahí.

- Ya es un hecho, conseguí la invitación de mamá. Y por suerte, es para dos personas.- Sonríe. Gerard le sigue el acto y ambos se miran fijamente hasta que el desayuno llega.

- ¿Qué haremos con Tyler?- El pelinegro muerde su croissant sin dejar de mirar al avellana quien solo le sigue cada acto.

- Esperar a que venga por nosotros.

- ¿Huh?, bueno, déjame decirte que ya lo hemos intentado y no nos ha funcionado.

- Bueno, va a desesperarse. Es el segundo día que despierta en treinta y uno. Ya debe estar consciente de que no estamos en un sueño y tampoco es una broma. Vendrá a buscarnos pronto, confía en mi.- Le guiña el ojo haciendo que este sonría negando.- Por cierto, tengo una idea, podríamos vestirnos de pareja a juego hoy en la noche, como de chucky y su novia o, ¿¡qué tal Jack y Sally!?- Frank parece realmente emocionado haciéndole sonreír de forma genuina.

En una noche de Halloween. 'Frerard'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora