Epílogo

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Una pequeña niña, de hermosa cabellera pelirroja, con unos rizos extravagantes, piel cuan porcelana y de hermosos ojos negros. Caminaba tranquilamente por un pequeño bosque, que para ahora, 2017, muchos años después de un gran incendio, volvió a ser lo hermosa que alguna vez fue. Tarareaba una pequeña melodía que le vino a su inocente mente, mientras daba pequeños saltos ingresando aún más al bosque.

― ¡Hija! ¡No te alejes tanto! ―Advirtió una mujer a lo lejos, el cual representaba como su progenitora.

― ¡Claro mamá! ―Respondió la niña, y siguió con su recorrido.

Los árboles pasaban y pasaban, cada uno era diferente, otros altos y unos bajos, claros y oscuros, eso fascinó a la pequeña. Pero como toda niña, comienza a aburrirse y decide volver con sus madres, quienes la estaban llamando. Se dio la vuelta y decidió volver a caminar de regreso, pero unos ruidos la detuvieron de inmediato; eran como unas clases de pisadas, y con la cantidad que se escuchaban, se denominaban como dos personas nada más. La pelirroja observó a su alrededor, tratando de localizar de donde provenían dicho ruidos; hasta que su oído los localizó detrás de unos arbusto; y con total curiosidad, decidió asomarse, descubriendo a dos jóvenes bailando, como si no se hubieran visto desde hace mucho. Pero lo que la dejó perpleja, fue el hecho de que, con cada vuelta que daban esas jóvenes, más desaparecían; lo que alcanzó a ver de la más baja, fue su corto cabello azabache, su piel pálida y unos hermosos ojos azules. La otra chica era robusta, tenía unas clases de rayas blancas por todo su cuerpo, su cabello era albino y tenía unos ojos color avellana. Ambas riendo con total felicidad.

Cuando por fin habían desaparecido; la niña, en vez de asustarse, más bien le dio ternura lo que había pasado antes sus ojos.

― Rose, aquí estabas ―Habló su mamá, apareciendo tras ella, sobresaltándola un poco―, ¿Qué observabas pequeña?

― Nada mami ―Respondió Rose, mostrando su característica cara de inocencia; a lo que su mamá rió.

― Vamos, que tú mamá nos espera ―Comentó, extendiendo su mano.

La niña tomó la mano de la adulta, sintiendo la calidez que le trasmite. Caminaron y salieron del bosque, donde se hallaba otra adulta, esperándola con una sonrisa en su cara.

― ¿Listo? ―Preguntó la otra mayor, a lo que madre e hija asintieron― Entonces, vamos.

Rose tomó la mano de su otra mamá, y con felicidad pura, caminaron hacia su hogar.

Fin... 

El color de la Muerte... |·Whink Diamond·|Where stories live. Discover now