Capítulo VI: No puedo hacerlo...

344 45 30
                                    

Las noches y el día pasaban más rápido, o era lo que yo sentía, estar aquí ya era aburrido, pero no podía salir; porque después de todo, yo siempre me quedaré en este lugar; es como si el destino me haya puesto otra celda además de mi ya dicha maldición.

Pero al menos puedo contar con una conocida -si es que puede brinda su presencia-, esa extraña chica de cabello blanco, quién me deja un extraño sentimiento en mi mente y corazón; pero esa voz extraña me advierte de que no me acerque a ella, que solo arruinara mi vida más de lo que está. Y de cierta forma, me lastima pensar que podría ser cierto.

Pero había algo -o alguien- que me inquieta, y eso era aquella chica de ojos azules y cabello blanco con mechas celeste; quién por alguna razón, se queda observando a White a lo lejos, cada vez que ella va de camino a su hogar, y luego me mira -en realidad, observa al bosque-. Y espero que no sepa nada, porque aunque conozca a White muy poco, me preocupo por ella, ya que ha sido la única con la intención en hablarme, y además de que no teme de mi -pero no dejo de pensar que tiene algo malo en mente-.

En este momento me encuentro en las sombras del pueblo, con un pedazo de pan escondido entre mis manos; sé que robar está mal, pero... ¿Qué opción me queda?

Corría lo más rápido que pude, y cada cierto tiempo, echaba una mirada hacia atrás por si alguien ha notado mi presencia, y sonreí en mi interior a notar que pasé desapercibida. Pero al momento de voltear, siento que choque con alguien muy bajito, y como corría demasiado rápido, caímos al suelo, yo al lado de la persona, y por suerte, tenía mi capa cerrada.

Fijé mi vista y noté que había chocado con una niña morena, con su cabello era castaño oscuro y ojos negros. Al parecer quedó algo aturdida, pues, llevó su mano a su cabeza, pero luego me observó.

— Oh, lo siento señora, no la vi —Se disculpó, levantándose del suelo de inmediato, extendiendo una mano hacia; algo que yo rechazo rápido.

— No, no, fue mi error —Dije sin importancia; arreglé mi capa y estuve dispuesta a levantarme.

— Déjeme que le ayudo —Se ofreció la niña, tratando de tomar mí brazo, a lo que bruscamente aparte.

— No, puedo sola —Rechazo levantándome, pero ella seguía insistiendo, y yo seguía rechazándola, hasta que terminé de pararme y sacudo mi ropa, deshaciendo el poco polvo que se impregnó en ésta.

— ¿Quiere qué le acompañe a su hogar? —Preguntó, imitando mi acción de limpiar su ropa.

— No es necesario, está cerca —Contesté, desviando la mirada, ya dispuesta a irme.

— Por cierto, mi nombre es Connie —Se presentó la pequeña, mientras yo le daba la espalda.

¿Le respondo?

— Soy.... —Me quedé un rato callada, cuestionando lo anterior—... Pink...

No esperé una respuesta y salí corriendo lo más rápido que pude. ¡Genial, que contenta estoy, ya que me acabo de dar cuenta que se me olvidó mi cena en el suelo! –Nótese el sarcasmo-.
Suspiré sin más remedio y seguí mi rumbo hacia el dichoso bosque. Ya estaba anocheciendo, y lo único que necesito es quedarme a oscuras fuera de mi hogar.

Entré y lo único que hice fue ir directo a la pequeña cueva en donde descanso. Pero cuando estaba a punto de adentrarme, me sorprendí a escuchar hablar a alguien atrás mío.

(---^---)

— ¿Qué horas son éstas de llegar? —Preguntó sarcásticamente una chica a su espalda.

Pink se voltea rápido, notando de inmediato quién era.

— ¿Qué haces aquí, White? —Cuestionó sorprendida.

El color de la Muerte... |·Whink Diamond·|Où les histoires vivent. Découvrez maintenant