Prólogo

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AVISO: el libro fue publicado antes del capítulo "Una rosa pálida", en donde se demuestra que Pink Diamond era Rose Quartz; tampoco se había visto la verdadera apariencia de Pink y menos la de White. Por favor, discreción.⛔

La existencia de brujas, monstruos, sirenas, hadas, duendes o cosas paranormales, siempre fue una aberración para el ser humano desde tiempos inmemorables. Un fuerte tabú que después de siglos, sigue igual.

Incluso los cuentos que comenzaron a emerger a pasar el tiempo. Uno de ellos era una leyenda, y éste decía en que la Muerte reencarnaría cada cierto tiempo dentro del cuerpo más puro e inocente que pueda nacer.

Y como las mujeres de más edad dicen, todas las leyendas son verdades.

Comienzo del siglo XV:

Un pequeño y débil llanto comenzó a escucharse dentro del pequeño pueblo. Los habitantes del lugar decidieron levantarse y salir a descubrir de dónde provenía dicho ruido; ya que no hay ningún bebé aún en esos momentos que fuera a nacer.

Llegaron hasta la entrada del lugar y tuvieron la sorpresa de encontrarse a una pequeña criatura recién nacida; estaba cubierta perfectamente con una manta negra dejando a vista su delicado y pálido rostro.

Todos maravillados por el pequeño bebé, la tomaron aún cubriéndola con la ya dicha manta y caminaron hacia una casa elegida. Muchos decidieron volver a sus hogares y dormir, otros dejaron al bebé con la dueña de la casa, y ésta con gusto la aceptó.

Pero apenas se fue el último habitante del pueblo. Una joven adulta decidió revisar al bebé para ver si estaba sana y salva, y además para saber su género.

Pero apenas tocando un centímetro de la piel de dicho ser, dicha jovencita comenzó a toser bruscamente llamando la atención de los otros dueños de la casa; quiénes espantados trataron de ayudar a la chica, pero ya era muy tarde.

Había muerto...

La noticia no tardó en esparcirse por todo el pueblo. Y los desafortunados familiares, por su duelo; decidieron dejar a la bebé con otra familia, estaban más ocupados con su luto, que tener que cuidar un criaturita recién nacida.

Pero la historia fue la misma. La más adulta de la casa murió por un infarto, cuándo apenas tocó al bebé.

Y así sucesivamente. Hasta que el resto de los pueblerinos se cansaron y acusaron a la bebé de ser la hija de Satán.

Por lo que la tomaron cubriendo sus manos con telas gruesas, caminaron hasta un río cercano; una mujer viuda observó todo desde su casa -cual última es-. Y no estaba contenta lo que hacían sus vecinos; y aunque parezca todo mal, ella veía lo contrario, sentía una conexión con esa bebé; algo le decía que debía salvarla.

Tomó unos guantes azules, se los puso y comenzó marcha hacia el pequeño bullicio de gente.

Y cuándo estaba ya cerca, el hombre que tenía a la bebé, sin dudarlo la lanzó al lago.

La mujer petrificada, se ocultó tras un árbol, esperando a que la gente se retire y cuándo la muchedumbre se alejó, se lanzó al lago en busca de la pequeña criatura.

Y al momento de encontrarla, se ajustó los guantes y la tomó nadando hacia la superficie.

Respiró bruscamente y nado hacia la orilla del lago. No le importó ni siquiera secarse bien; apenas recobró sus sentidos, comenzó a inspeccionar al bebé.

Estaba ya a punto de tomar un color morado y no respirada. La mujer albina se asustó y comenzó a darle palmaditas en la espalda para tratar de salvarla.
Y cuándo creía todo perdido, escuchó un débil tosido y seguidamente un llanto.

La adulta liberó todo su aire retenido y acarició la cabeza del bebé con los guantes.

— ¿Cómo te llamarás? —le preguntó al aire.

Y como si la niña hubiera entendido lo dicho; abrió los ojos mostrando unas preciosas gemas de color rosa, sorprendiendo a la mujer.

— .... Te llamarás Pink...

Sin más, comenzó a caminar hasta su casa -obviamente evadiendo a los pueblerinos-.

Y con el pasar de los años, la pequeña bebé dejó de serlo. Ahora tenía 8 años, y a pesar de eso, nunca salió del sótano dónde la mantuvo su madre.

Ella le decía que era por su bien, y aunque fuera cierto. La pequeña Pink siempre quiso descubrir lo que había más allá de esa pequeña habitación.

Su madre siempre la trató bien, pero había veces en que la niña podía sacar canas verdes.

Y ésta vez, Pink se pasó de la raya escapando de la casa por un periodo corto. Y aunque fue sólo desde la entrada de la casa hasta un metro y medio, fue suficiente para que una persona de tercera edad reconociera esos ojos. Era la bebé que había asesinado a su hija.

Apenas la niña se retiró, la anciana salió a toda prisa a anunciar lo que descubrió.

[...]

Una mujer corría mientras cargaba a una pequeña niña cubierta perfectamente por una capa gruesa.

Atrás de ella le perseguían unos hombres y un poco más atrás de ellos, una muchedumbre con antorcha y armas.

La mujer de ojos azules ya se estaba agotando, y por suerte suya, logró llegar a la entrada de un pueblo vecino. Y entró lo más rápido que pudo.

El gentío estaba lejos, por lo que tuvo tiempo suficiente para esconder a la niña en una carroza que logró divisar.

— Quédate aquí, y por más que quieras, no salgas —pidió o mejor dicho, suplicó la mujer mientras secaba las lágrimas de su hija.

El dueño de dicha carroza no estaba cerca, por suerte, pero eso no significaba que tendría más tiempo para ver a su bebé.

— Pero mami...

— Por favor... —los ojos azulados comenzaron a inundarse de lágrimas también.

— ¿¡DÓNDE ESTÁN?! —se escuchó un grito cerca, alertando a la mujer.

— Te quiero, Pink...

Y aunque éste claro lo que iba a pasar; le dio sin miedo alguno un beso en la frente a la niña. Para luego comenzar a correr para alejar a la muchedumbre de la carroza.

Su destino ya estaba muy asegurado, y lo aceptaba.

--

La ya nombrada mujer ahora se encontraba en el centro del pueblo vecino. Alrededor de su cuello estaba atada una soga muy gruesa.

— ¿Últimas palabras, Blue de Diamond? —preguntó el verdugo.

—...Por fin volveré contigo... Yellow...Cuídate, mi hermosa Pink —murmuró y pensó cerrando sus ojos y elevando su cabeza hacia el cielo.

Cerca de la escena pasaba la carroza siendo manejada por su dueño. La niña tenía asomada su cabeza levemente viendo a su madre. Y la última escena que se proyectó en sus ojos, fue la sombra de la mujer que la cuidó y crió, caer bruscamente siendo sostenida por la soga en su cuello asfixiándola...

— Mami... —murmuró en mudo, sus ojos bajaban una cascada de lágrimas.

Y sin retorno, la carroza se iba alejando poco a poco. Y el hombre, ni cuenta de lo que estaba llevando...

Opalo-alejandrita...

Curiosidad: Yellow murió por tuberculosis.

El color de la Muerte... |·Whink Diamond·|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora