17. "Oportunidad"

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–Luego de lo que sucedió ayer en el bosque, es algo que no me sorprendería.

Aquélla frase fue suficiente para silenciarme por unos segundos. Apreté mi mandíbula con fuerza, comenzando a querer quitármelo de encima, y estrellar mí puño en medio de su cara.

Sin embargo, supe que pelear con él no serviría de nada. No si ya estaba siendo completamente irracional, creyendo que yo era quien controlaba al Kanima. Tragué saliva con fuerza, ordenándole al miedo y a la ira a que me dejaran en paz, en un intento por serenarme.

–Eso es un golpe bajo. No sabía lo que estaba haciendo. Escúchame, Derek. No soy quien demonios estás creyendo que soy en estos momentos. No soy la mente maestra detrás de todo esto. Lo único que quiero... lo único que quiero es ayudar. Creí que había quedado claro. Entiendo, hay gente muriendo allí afuera y tú—realmente no comprendo lo que haces a veces, pero comprendo que quieras detener eso. Tal vez tengas razones para desconfiar de mí, pero no sé cómo demostrarte lo contrario.

Mi cambio de actitud pareció funcionar en él, al menos un poco. Dejó de fulminarme con la mirada, desviándola, y sentí su agarre alivianarse un poco. Tomé eso como una buena señal.

–Ya accedí a unirme a tu manada. Scott también lo ha hecho. Habíamos llegado a un acuerdo.

–Eso no quiere decir que confíe en ustedes.

Me tomó mucho esfuerzo no comenzar a alterarme otra vez. –¡Ése es tu jodido problema! ¡Y ya lo sabes! No puedes ir por allí desconfiando de tu maldita sombra. Eso hará que hieras personas que no quieres herir.

Esa vez, mis palabras realmente parecieron hacer efecto. Sus ojos volvieron a fijarse en los míos, y por un interminable momento creí que continuaría gritándome. En cambio, su brazo me dejó ir, dejando mis clavículas y cuello doloridos.

Por una vez, mi móvil comenzando a sonar en mi bolso significó algo bueno. Derek se alejó en un abrir y cerrar de ojos, luciendo como si estuviera teniendo una lucha consigo mismo.

–Esto nunca sucedió –terminó por gruñirme antes de salir del callejón y desaparecer.

Mis rodillas comenzaron a temblar. Tuve que dejarme caer hacia el suelo, sentándome contra la rasposa pared, para poder recobrar la compostura. Decir que no me habría esperado todo aquello ni en un millón de años era un eufemismo.

Me costó recordar que mi móvil continuaba sonando y vibrando como poseso en mi bolso. Fui a tomarlo con una mano temblorosa, y se deslizó de mi agarre dos veces antes de que pudiera sostenerlo con firmeza. Scott era el que me estaba llamando.

–Scott—

¿¡Dónde estás?!

Su grito me hizo encogerme sobre mí misma. Honestamente, no entendía por qué razón continuaba tan asustada. Pero no podía detener el temblor de mi cuerpo ni mi corazón acelerado. Me incorporé sosteniéndome de la pared, y me aseguré de que mi voz sonaría bien antes de hablar.

–Uh, cerca de la veterinaria. Estaba... –me tropecé con una piedra que no había visto, y mi celular estuvo a punto de caerse otra vez–. Iré para allá.

Derek no me había llevado más allá de media cuadra. Podía imaginar que se había encargado de estar alejado del radio de escucha de Scott. Caminé con cuidado, trabajando en acompasar mi respiración. Lo único que se reiteraba en mi mente sin cesar eran las últimas palabras de Derek; esto nunca sucedió.

–¡Ariel!

Alcé la vista del suelo para ver a Scott acercándose desde su auto al trote. Su preocupación me hizo sentir culpable.

outlasted spirit ⋄ stiles stilinski // 2Where stories live. Discover now