outlasted spirit ⋄ stiles stilinski // 2

15. "Sometida"

Playlist:

Coolverine - Mogwai

Psycho - Muse

Painkiller - Three Days Grace

Heat Death Infinity Splitter - 65daysofstatic

Going Under - Evanescence

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"Si ella hizo cosas salvajes o malvadas, fue porque no podía evitarlas" —Ernest Hemingway.

Para mi sorpresa, papá no me dijo mucho en cuanto llegue a casa. Probablemente porque el Jeep hacía rato que había estado en la casa de Stiles. Conociéndolo, había visto el Camaro de Derek en cuanto entré a casa, habiendo estado rondando por el living. Como siempre, quiso hacer como si nada hubiera sucedido. Ignoró por completo que todavía llevaba puesta la chaqueta de Stiles—era mi modo silencioso de rebeldía. Me preguntó por Allison y por el instituto, me comentó que mamá había llamado y que quería hablar conmigo, más unas cuantas cosas que no oí porque cerré la puerta de mi habitación con un golpe. ¿Había sido una maleducada? Sí. ¿Me importaba? No.

Me ocupé de hacer la tarea que en realidad sí debía hacer y no utilizaba como una excusa. No me gustaba discutir con mi padre, y estar en mi casa sólo me recordaba nuestra pelea, como también lo estricto que era conmigo.

Al menos tenía algo que me hacía sentir un asomo de alivio: mi estúpida elección de unirme a la manada de Derek ya no tenía que ser una de las cosas que estaba ocultando de todo el mundo. La decisión de Scott me había evitado todo eso, y estaba feliz de respetarla. Si él quería que atrapáramos al kanima, pero sólo atraparlo, pues estaba bien. Debía ignorar mi resentimiento hacia Jackson.

Prefería eso antes de que trabajar con Derek a las espaldas de él... y de Stiles. Demonios. No sabía qué había estado pensando cuando decidí eso.

Estaba haciendo mi ritual de escuchar música lo suficientemente fuerte como para silenciar mis pensamientos, hasta que vi la hora. Debía hacer la cena. Hacía tiempo que no me esmeraba en una buena comida casera, y lo que tenía que hacer luego... pues estaba contenta de retrasarme lo más posible.

De cualquier modo supe que después de la incómoda cena con mi padre, y de lavar los platos minuciosamente, ya no tenía sentido seguir rondando. Mi padre, en vez de quedarse mirando la televisión luego de comer como siempre hacía, se fue a la cama. Lucía más cansado de lo normal, y eso me venía a favor, ya que cuando por fin apagué las luces y subí las escaleras en puntas de pie, escuchaba sus ronquidos.

Cerré la puerta entreabierta de su habitación con cuidado, antes de ir a la mía. Me quité mi pijama –que había usado como coartada para fingir– y me vestí con lo que supuse, sería lo más apropiado. No estaba segura de qué era lo que haría exactamente, por lo que me puse unos pantalones de yoga negros que no recordaba cuándo había sido la última vez que los utilicé, una camiseta de tirantes, y un grueso pulóver de algodón; todos del mismo color. Lo único que no podía disimular eran mis converse amarillas, pero no era como si fuera a ponerme alguno de mis lindos zapatos.

Até mi pelo, encargándome de que ningún mechón fuera a salirse, guardé mi móvil en la manga de mi pulóver, y estuve lista. Observé mi cama con anhelo, teniendo ganas de lanzarme a ella y olvidarme de absolutamente todo. Sin embargo, apagué la luz, me acerqué a mi ventana para abrirla con sumo cuidado, y me senté sobre el alféizar. Tenía unos buenos dos metros y medio de caída, pero pensar en ello no era algo que me serviría de mucho. Sosteniéndome con todas mis fuerzas, deslicé mi cuerpo hacia fuera hasta que estuve colgando del marco de la ventana, e hice lo posible por cerrar la cortina. Luego, conté hasta tres, y me dejé caer.