Joan, Pierre, Legrand y Simonet cruzaron el amplio corredor y regresaron al dormitorio.
-¡Aprisa! ¡Metámonos en nuestras camas! -indicó Joan.
-¡Ya vienen! ¡Ya vienen! -alertó Simonet, que atisbaba el pasillo desde la entrada.
-¡Simonet! ¡Escóndete en tu cama! -le reprochó Joan al borde de perder los nervios.
-¡Voy!
Los chicos se ocultaron en sus camas y se hicieron los dormidos.
-¡Joan! No podemos dejarles así -reflexionó Pierre al distinguir en la penumbra los rostros de los gemelos Pignon y de Marcel Pussé, sus compañeros reprobados.
-¡Ya es tarde, Pierre! Ya te he dicho que trataremos de ayudarles. ¡Por lo que más quieras, túmbate y cierra los ojos de una vez!
Instantes después, el grupo de sombras del que huían traspasó el umbral del dormitorio y permaneció en pie.
Una de ellas se destacó de las demás.
Se trataba de monsieur Gauvin, el portador del candil, cuyos resplandores pusieran sobre aviso a Joan y a sus compañeros.
Gauvin avanzó entre las camas de los internos semi adormecidos.
Otra sombra le acompañaba. Era fray Theodovicus, el abad del monasterio.
La tercera y última sombra quedó a la espera junto a la puerta.
Nada más apercibirles, Joan y Pierre se embozaron bajo sus sábanas y contuvieron la respiración.
Entre Gauvin y el abad desperezaron a los alumnos reprobados que, ajenos a lo que les depararía el destino, dormían plácidamente sobre sus camas.
-Vamos, levántense. Van a llegar tarde -susurró la voz áspera del tutor.
A Curcuff, Pussé y a los gemelos Pignon había que añadir otros tres alumnos más del curso de los mayores, lo que hacía un total de siete infelices, a quienes se obligó a vestir y a ponerse en pie.
-¿A... adónde vamos? -farfulló la voz vacilante de André Pignon, el mayor de los hermanos.
-Ya sabe adónde vamos: al Módulo de Formación. Así que hagan su maleta y tengan cuidado de no hacer ruido.
-Como usted diga, monsieur Gauvin.
Los Pignon eran chicos timoratos y sumisos que se avenían a todo lo que se les dijese sin protestar, por lo que no pusieron pega alguna a cuanto se les ordenaba.
Curcuff por el contrario se mostró inquieto.
De los alumnos reprobados era el único que no había logrado conciliar el sueño aquella noche. Las advertencias de Joan le habían colmado de intranquilidad, y las sospechas le corroían el ánimo.
-¿Adónde vamos? -preguntó desconfiado.
-Al Módulo de Formación, ya se lo hemos dicho. Y ahora, cállese y termine de embalar su maleta.
-¿A... a estas horas? Pero si llueve a cántaros.
-¡Cállese y no replique! Cómo se atreve, después del desastre de evaluación que ha hecho. Debería recapacitar y pensar en qué es lo que realmente quiere para su futuro.
-¡No! ¡Es todo una mentira! Nos llevan al caserón, ¿verdad?
Gauvin y el abad se miraron sorprendidos.
-¡Cállese de una vez! No querrá despertar a sus compañeros, ¿verdad? -reprendió Gauvin a su discípulo.
Los temores de Curcuff se propagaron a Olivier, el pequeño de los Pignon, que comenzó a sollozar débilmente.
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El Internado de Saint Martin
Mystery / ThrillerAño 1943. Joan Sagace (14) es el nuevo alumno del internado de Saint Martin, un antiguo monasterio en mitad de la campiña francesa que acoge a chicos huérfanos tras la invasión nazi. Maxime Gautier, el director del centro, ordena que los alumnos su...