Capítulo 11: Una rosa y un trato de medianoche.

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Aquella noche Frank, se dio cuenta del enorme peligro que corría al encontrarse con otra señorita. Necesitaba que fuera Rubí y nadie más quien lo acompañara, ya que solo así estaría a salvo su secreto. El comprendía como funcionaban los hombres del bajo mundo, y seguramente Jean Poul no debía de ser la excepción. Eso había quedado demostrado en cuanto ofreció el dinero.

Frank debía realizar negocios en el Gran DeLauer. De esa forma, aseguraría su paz dentro de la estancia.

En cuanto aclaró el alba, bajó a desayunar junto a sus padres y posteriormente se excusó diciendo que necesitaba salir al pueblo para comprar unos libros.

Detestaba mentirles a sus progenitores, pero también sabía que era estrictamente necesario. Tampoco quiso pedir el coche, ya que no quería que el cochero se enterara de en donde se encontraba, así que a paso firme, caminó hasta el burdel.

Pero de camino, algo lo hizo detenerse. Era aquel puesto de flores en donde le había comprado un ramo a su hermana. Esta vez nuevamente vio aquellas rosas rojas y no pudo más que pensar en su colorina amiga. Esta vez sin dudarlo compró una rosa y solicitó que la envolvieran por completo en papel de periódico, ya que tampoco deseaba que todos en el pueblo lo vieran caminar con una rosa en su mano.

Ahora todos veían a Frank con una vara envuelta en periódico y él no podía más de su felicidad, ansiaba ver el rostro de su amiga Rubí cuando le entregara aquella flor, como sus ojos brillarían con mayor intensidad, como aquellos carnosos labios se curvarían dejándolo ver sus blancos dientes, también como sus mejillas se sonrosarían y cuanto se alegraría al contarle el porqué de su visita al burdel.

Apuró más el paso y cuando estuvo a pocos metros del Gran DeLauer, caminó otra cuadra más para rodear la gran casa y poder encontrar una entrada más discreta.

Nunca se había imaginado que encontraría precisamente a la señorita en el patio de la morada, se encontraba sin nada de maquillaje, su cabello solo estaba acomodado en un moño simple, nada muy elaborado y su vestido, claramente era una vestimenta utilizada para quehaceres del hogar, nada muy sofisticado como sus trajes de la noche. Se veía hermosa, a los ojos de Frank y posiblemente de cualquiera en el pueblo, ella lucía radiante. Su pálida piel siendo impactada por los rayos del sol, la hacían relucir entre sus compañeras, sus mejillas se veían más rosadas, un detalle que le encantó al Italiano, dado que de noche ella utilizaba mucho maquillaje para resaltar sus facciones, sin embargo, su rostro naturalmente era adorable. Se veía relajada, sacaba una en una las sabanas del canasto para luego tenderlas sobre los cordeles frente a ella.

Para Frank, Rubí podía realizar cualquier tipo de tarea y siempre luciría encantadora.

No se dio cuenta de cuánto tiempo estuvo sin decir nada, solo reaccionó cuando una de las muchachas, se acercaba hasta la puerta para hablare.

─ Buenos días joven, lamento informarle que el burdel en estos momentos está cerrado. Por favor vuelva a las 20:00, ahí comienza la función.

─ No, no. Io no viene a por eso al burdel, io necesita hablar con Jean Poul, signorina. Rogaría a usted hacerme el favor de informarle que io necesita una audiencia con él.

El acento del chico golpeó escandalosamente los oídos de Anastasia, quien solo en ese entonces, prestó atención dándose cuenta que Frank, se encontraba ahí. Tras la puerta de barrotes que dividía un enorme muro y les daba espacio para salir desde otro ángulo a la cuidad. La puerta del burdel solo se abría por las tardes, aquella era la entrada principal de la gran casa.

Compañera de media noche [Frank Iero]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें