Compañera de media noche [Frank Iero]

Capítulo 19: El hijo del embajador - 1ra parte

La llegada de la familia italiana no fue una sorpresa para nadie, se venía rumoreando que una familia extranjera pisaría esas tierras. Lo que todos desconocían, era el tipo de familia que resultaría.

La familia Iero se componía de cuatro personas, Chech Iero el embajador de Italia, un caballero con todas sus letras, albergaba estudios en política, leyes y pos supuesto, como un adicional, contaba con toda la confianza de la corona. Sir Iero padre, era un hombre de edad avanzada cuyo buen temple, bigote robusto y risa contagiosa eran conocidos en todo Paris.

Linda Iero, era la esposa de Sir Chech. Una mujer más joven que su esposo, pero de mirada amorosa, manos tiernas y vestidos elegantes. Siempre que se le veía caminando por el pueblo, modelaba muy finos vestidos y era todo un deleite para las costureras del pueblo realizar sus ropajes. Ya que su tendencia de vestiduras, cambiaba mucho de las que estaban acostumbrados en esas tierras. El aire italiano estaba en toda su persona, en la moda, en sus peinados y por supuesto, en su forma de tratar a las personas. No haciendo distinción de clase y saludando desde a las mejores familias, como a la madre que vende flores en una esquina, para conseguir el pan de sus hijos.

Margaret, era la delicia de Paris, una niña de 11 años de mejillas rosadas, pocas pecas, ojos tiernos y de un color muy llamativo. Sus risos castaños caen con gracia sobre su espalda y pese a su juventud, goza de unos modales impecables. Al igual que su madre es una delicia para quien la viste y peina. La niña era realmente adorable y su tierna personalidad la convertían en el placer de todo aquel que la saludara. Era conocida por coleccionar muñecas de parcelada, a las cuales le gustaba vestir con el mismo vestido que ella y por pasear habitualmente con su hermano, Frank.

Frank Iero, el hijo mayor de la familia y el único hombre y heredero de las herencias de la familia Iero. El joven Iero en cuanto llegó fue popular con las señoritas, ya que al igual que su familia, los genes extranjeros sobresalían del resto de personas. Frank era un muchacho de cabello castaño, mirada amable y linda sonrisa. El deleite de toda señorita y la expectativa de toda madre. Sin embargo, cuando Linda Iero en una cita de tè, confesó que Frank eraba prometido y pronto a casarse, fue el pesar de todas las solteras de Paris. Pero no por eso, menos deleite. Ahora Frank era mirado como el fruto prohibido y más de alguna insinuación de una familia había recibido, sin embargo, su palabra y el honor de su prometida estaban en juicio, así que la familia Iero amablemente, acudía a todas las cenas a las cuales era invitado y Linda Iero se encargaba de exagerar, lo ansiosos que estaban de que llegara Lissy y la boda se concretara.

Frank era un joven apuesto, de mirada avellana, modales impecables y por obre todo, linda sonrisa. La juventud le despertaba en cada poro de su rostro y aun ciertos vestigios de la niñez no se iban del todo. Trabajaba junto a Gerard Way en la alcaldía del pueblo en el departamento de administración y obras sociales.

Para Frank solo era un trabajaba para mantener ocupado al hijo mayor de Donald Way, quien era popular por avergonzar a su padre por las ocurrencias y su gran gusto por la bebida. Derrochando dinero en bares, grandes fiestas y por sobre todo en el burdel de la ciudad

Cada vez que Frank Iero caminaba por el pueblo, las señoritas ceñían su abanico y sonreían a su nombre. El en tanto, solo saludaba de forma amable y de encontrarse en su carruaje, lo limitaba a un movimiento de su boina.

Pero así como su presencia no era desapercibida, la de otra señorita muy popular ( de una forma que nadie quiere admitir) también causaba revuelo cada que se le veía en el pueblo.

Anastasia, Rubí, el diamante rojo del Gran Delauer.

Cada vez que anastasia debía ir a comprar al pueblo las miradas de cientos se posaban sobre ella. Las mujeres la miraban con desprecio, los vendedores con recelo y los hombres, practicaban la ignorancia ante quien era ella. No era secreto para nadie que ella y sus compañeras no era bien vistas por la aristocracia del pueblo.