Capítulo 6: El primer encuentro.

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En ese momento Frank se levantó y se encontró cara a cara con la mujer más hermosa y más perfecta que pudo imaginar ver. ... Una diosa vestida de rojo.

Para Anastasia, la cosa no era muy distinta. Por fin conocía aquellos ojos, un par de místicas puertas color avellana que la atraparon en cuanto posaron la mirada en ella.

No se explicaba por qué, pero sus piernas tambaleaban ante la presencia del joven de la boina gris.

Para controlar su equilibrio, se afirmó de la mesa, imitando una sensual posé y le sonrió.

─Frank Iero, signorina—tomó su mano y deposito un pequeño beso.

─ Rubí, mí estimado caballero.

─ Peculiar nombre signorina.

Tanto ella como su hermana, que también estaba atenta a la conversación rieron un poco. De ninguna forma podían decir sus verdaderos nombres a los hombres del lugar, no. Era una pequeña forma de proteger sus identidades y...guardar un poco la dignidad que les quedaba.

─ Espero aquello sea un cumplido.

─ Si, si —dijo algo nervioso, cosa que causo extremada ternura en Anastasia.

─ Lindos ojos señor —acarició su mejilla y le dedicó una encantadora sonrisa, haciendo que Frank se perdiese en ella

─ Usted... es... hermosa —pensó en voz alta.

─ Creo que alguien quedó flechado —dijo Gerard riendo, rompiendo el momento de Frank y devolviéndolo a la realidad—. Te dije que la pasarías bien.

─ Scusa signorina io....io....—se trababa en sus palabras a medida que también se ruborizaba más de la cuenta.

─ No es necesario que digas nada.

Frank se sentó con la intensión de esconderse bajo la mesa, pero Rubí, no lo dejaría solo esa noche y por tal se sentó en sus piernas.

Fue uno de los momentos más incómodos de su vida. Nunca había cargado así a una señorita. Y ella claramente lo notó.

─ ¿Le molesto?

─ No...no —dijo con las mejillas encendidas

─ Tranquilo señor —acarició su mejilla al mismo tiempo que se acercaba y juntaba sus rostros—, le prometo que no lo dañaré.

Frank intentaba hablar, pero las palabras se agolpaban en su boca y le impedían hacerlo, así que nuevamente optó por bajar la vista, pero olvidó el detalle de tener a su compañera sobre si sentada; bajó sus ojos y encontró el prominente escote de la chica y si los subía se topaba con la mirada de ella... ¡Esto era terrible!

Cada vez se encontraba más nervioso y tenso. No sabía de qué hablar, no sabía muy bien donde ubicar sus manos, ya que a diferencia de su amigo, que tocaba con total libertad a la otra compañera. Él no se sentía capaz de acariciar así a la colorina.

Esta sin embargo, notaba el nerviosismo de su acompañante y cada vez le parecía más encantador.

Pasó una mano por la nuca del joven, haciéndolo estremecer ante tal simple contacto.

Sus rostros estaban lo suficientemente unidos como para sentir la respiración del otro.

─ Señor —susurró cerca de los labios del italiano.

─ ¿S..ss..si?

─ Relájese y disfrute de la noche.

Después no pudo decir nada. Sus labios habían sido sellados por esa apetecible roja boca.

Compañera de media noche [Frank Iero]Onde histórias criam vida. Descubra agora