36: el miedo.

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se sentía desorientado. No sabia en donde se encontraba. Su cabeza le dolía, varias pulsaciones de corrientes de dolor se expandían por cada rincón de su cerebro. Cuando abrió los ojos, una segadora luz lo deslumbro, lastimándole la vista por lo que tuvo que serrar los parpados inmediatamente. Intento mover alguna extremidad de su cuerpo, sin embargo, algo lo tenia atado a la cama en la que se encontraba recostado en esos momentos. El miedo comenzó a invadirlo. No saber que pasaba a su alrededor le provocaba una terrible desesperación. Para su sorpresa no se encontraba solo en ese habitación. Junto con el, una hermosa mujer de ojos morados lo miraba desde un sillón justo a un lado de donde marco se hallaba acostado.

—ya era hora de que despertaras, bello durmiente...—.dijo con voz suave mientras sonreía.

Marco, al escuchar su voz, abrió los ojos de golpe y se giro sobresaltado hacia ese lado. Al final, solo pudo apreciar a esa mujer que le causaba escalofríos por todo su cuerpo. Los recuerdos que tuvo momentos antes de terminar en ese sitio le llegaron a su mente, como ráfagas de luz. Por lo tanto intento llevar una de sus manos a su frente como reflejo, pero volvió a sentir esa especie de atadora que le impedía moverse. Miro hacia su cuerpo para apreciar como sus piernas, manos y abdomen estaban fuertemente atados con unas cintas de cuero. Estas cintas eran obviamente difícil poder liberarse de ellas, ya que estas estaba echas por el producto de las que están echas las camisas de fuerza que utilizan para retener a los dementes en los internados psiquiátricos. Toda esa confusión se desvaneció al lograr por fin armar el rompecabezas de los antiguos acontecimientos pasados en aquel pasillo. Supo al instante que estaba atrapado entre las garrar de esa mujer, quien fue la causante de todo el desastre en la universidad.

—...tienes suerte de atarme a esta cama...—.marco susurro, sintiendo como la ira lo iba dominando poco a poco.

—¿por que? ¿a caso tu serias capas de hacerle algo a una pobre mujer de mayor edad como yo?—.eclipsa pregunto con ironía.— tengo una razón por la que te tengo atrapado de esa manera.

—no puedo imaginármela...—.dijo con sarcasmo. Sin embargo, la sonrisa de esa mujer no se había alterado lo mas mínimo.—¿que es lo que quieres de mi?

—bueno, eso es una pregunta un tanto difícil de responder...

—por lo que se, soy muy importante para tus planes. Pero si te soy sincero no tengo ni la menor idea de que pueda hacer yo para participar en tu plan enfermizo.

Eclipsa soltó una sonora carcajada al aire. Marco estaba confuso por su reacción, él no había dicho nada que pareciera gracioso. La mujer, al darse cuenta de la tremenda risa, se llevo una de sus manos con esos finos guantes a su boca para ocultar su sonrisa. Luego, logro restablecer su postura elegante, pero a la vez amenazante. Eso solo logro que marco se pusiera mucho mas nervioso.

—hay marco, dejame decirte que llevaba mucho tiempo que no me reía de esa manera. Sabes, deberías ser comediante ya que pienso que te caería muy bien esa profesión. Debo agradecerte ese momento agradable para mi.

—no se que fue lo gracioso de lo que dije. ¿por que haces esto? Eclipsa. ¿por venganza? ¿odio hacia alguien en especifico? —. marco tenia muchas preguntas y dudas en su mente. Ansiaba que esa mujer le diera un poco de información valida para poder encontrar la razón del por que eclipsa estaba haciendo todas esas atrocidades.

—tengo mis razones, joven diaz. Pero por ahora me es imposible revelarte mis motivos. Ademas, no es necesario que tu lo sepas.—respondió con una sonrisa de advertencia. También agrego lo siguiente.—te digo de buena manera que no intentes especular o decir algo fuera de lugar ¿queda claro?

Marco no dijo nada. Las gotas de sudor se resbalaban por sus mejillas. Eclipsa se levanto de su lugar y se acomodo la falda de su vestido morado. Luego, se acerco a la cama en donde el joven moreno estaba recostado, vigilando cada movimiento que ella hacia. Pensaba que en cualquier momento, si ella lo quisiera, lo envenenaría vivo o incluso peor; lo transformaría en un monstruo como los demás estudiantes que sufrieron ese trágico destino. Pero, para su sorpresa, lo siguiente que eclipsa hizo lo dejo helado de pies a cabeza.

A los poco segundos todo a su alrededor se esfumo y fue remplazado por el rostro de eclipsa que se hallaba muy cerca. Tanto que podía sentir su pausada respiración. Marco estaba confuso, por lo que su cerebro era incapaz de mandarle alguna señal. Al instante, al mismo tiempo que eso sucedía: la fina tela del guante blanco que eclipsa tenia puesto en su mano le acariciaba su mejilla, eliminando las gotas de sudor que tenia por su rostro. La mujer sonrió a la vez que obligaba que la vista del joven se quedara clavada en sus ojos de color morado obscuro.

—eres muy lindo, marco diaz. Es una lastima que yo sea muy mayor ¿no piensas lo mismo? Si tan solo esta estúpida sociedad no fuera tan injusta...pero bueno que se le va hacer.—.eclipsa susurro con seducción. Acoto seguido se alejo de él sin dejar de sonreír. El pobre chico estaba en shock y eso le impedía moverse.— si me amado estuviera aquí lo mas probable es que se pondría celoso. Te recomiendo que descanses de aquí al día de mañana ya que, cuando ese lapso de tiempo termine, tu vas a sentir un horrible dolor... lo digo en cerio.—camino hacia la puerta la cual abrió. Pero antes de traspasarla, se giro para mirar por ultima vez al joven que la observaba mudo y con miedo. Ella ni siquiera le había echo nada doloroso y aun así estaba terriblemente asustado. Eclipsa sonrió calidamente. Se llevo una mano a sus labios y le dio un beso por el aire.—descansa, bello durmiente...

cuando dijo esas palabras finales ella había abandonado la habitación, dejando completamente solo al chico. Marco miro el techo sin parpadear. En ese momento, la luces de los faros se apagaron, dejándolo completamente a obscuras.

—...ayúdenme...—.dejo escapar un ultimo susurro que se fundió en el aire, para en seguida quedar completamente inconsciente, producto de las tremendas emociones que acababa de vivir.

Una ves que eclipsa llego y se acomodo en su escritorio, agarro su tipa y característica taza de té para llevársela a su boca y beber un poco de su liquido. Llevo su vista a unos planos que estaba sobre el escritorio. Sonrió para así misma, su plan estaba casi por volverse realidad.

— muy pronto amado mio, muy pronto este mundo dejara de existir y una vez que estemos juntos crearemos uno nuevo... te lo prometo. Ya nada podrá separarnos...

ares_123

la universidad (starco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora