Inmunidad.

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Capítulo 34.

Inmunidad.

Durante el rápido chequeo que Mauricio realizó a la herida de su costado abdominal, Duncan notó lo callado y serio que estaba, más no intentó bromear sobre ello, no quería meter la pata y que su salida de la casa se viera estropeado.

Sin embargo, cuando por fin se encontraban sentados en una banca del patio, el beta ya no pudo más con el silencio.

—¿Algo te molesta?— fue directo, —¿te incomoda mi presencia? Puedo cuidarme sólo, no es necesario que estés aquí.

—No.

—¿No? Porque parece todo lo contrario— rascó cerca del parche que el rubio le había colocado en el ojo para mantener la carne tierna a salvo de los pocos rayos de sol, —¿Julián hizo algo que te molestara? Lo entendería, a veces él también es un imbécil.

—¡Oye!— le miró ceñudo.

—Tengo razón— se jactó y echó leña al fuego, —Julián es un idiota.

—Él no hizo nada— le defendió y eso fue notorio para el castaño, quien se encogió de hombros en un gesto calculado de indiferencia.

—Bueno, sea lo que sea espero que lo arreglen pronto, recién me estoy recuperando y sería desagradable que los dos estuvieran de mal humor.

El humano miró sus pies, no estaba seguro de que se solucionara pronto ni fácil, en realidad no estaba seguro de nada.

—He sido yo el que lo echó todo a perder— confesó el rubio.

—No imagino de qué manera, pero puedo garantizar que Julián te perdonaría cualquier cosa.

—Esta vez no, le dije que él y yo no somos nada.

Duncan dejó escapar un leve silbido, —hombre, eso sí que es ser un imbécil, pero mi amigo te quiere y no te dejará ir tan fácil.

—Ese es justamente el problema, si su padre me echa de aquí...

—Él irá contigo— completó.

—Eso dijo, y yo no quiero.

—¿No quieres que esté a tu lado? Tienes una forma muy extraña de querer a las personas— Duncan le miró fingiendo sorpresa.

—Que deje a su familia por mí es algo que no puedo consentir— se llevó ambas manos al rostro y lo frotó, descubriéndolo, llevando sus cabellos rubios cenizos hacía atrás.

El beta le miró unos segundos y luego rio por lo bajo, —¿sabes qué pienso?— se acomodó mejor en su asiento y agregó, —que te estás ahogando en un vaso de agua, ni siquiera sabes si su padre va a echarte. Adolfo es recto, serio e intimidante, pero no es despiadado; aún si no te aprobase como la pareja de su hijo, no te echaría a la calle a tu suerte, menos si sabe que a Julián le importas. Y no hay que olvidar que Beatriz también tiene voz y voto, ella definitivamente no permitirá que te vayas en malos términos.

—Aun así, en el peor de los casos...

—No hay tal cosa— Duncan le cortó, —no te devanes los sesos creando escenarios negativos; además, si Julián quiere ir contigo será su decisión, así como tú elegiste venir aquí— se cruzó de brazos, —porque, aunque no lo veas de esa manera, tú también hiciste un sacrificio, dejaste tu hogar y te aventuraste hacia un mundo desconocido, fuiste perseguido y pasaste la fría noche en un árbol en espera de ser rescatado, incluso atendiste a un lobo moribundo el cual te estará eternamente agradecido.

MoonlightWhere stories live. Discover now