Jamás creíste en ello.

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Capítulo 7.

Jamás creíste en ello.

—¿Eh?— la cara de Mauricio no pudo denotar más que confusión y casi inmediatamente sorpresa, no esperaba que Julián le reconociera tan pronto—¿cómo dices?

Julián parpadeó dándose cuenta que probablemente asustó al otro debido a su repentina expresión, así que carraspeó y agregó, —Mauricio es tu nombre, ¿no es así? Nos vimos antes, en el Red Sky— le explicó.

—Sí— asintió y suavemente se deshizo del agarre del pelinegro, —es extraño encontrar a un cliente en este lugar— dijo casi en un balbuceo, porque esa cafetería y el barrio aledaño era muy diferente al ambiente del bar.

—Julián, llámame Julián— le pidió.

—Aquí tienes, hijo— la mujer al otro lado del mostrador les interrumpió al mismo tiempo que ofrecía el aderezo extra que Mauricio había solicitado.

El muchacho agradeció y tomó la bandeja para regresar al lugar con su amiga.

—¿Te ayudo?— preguntó el pelinegro al notar que el humano llevaría una charola, en la cual había alimentos para dos personas.

—No, muchas gracias Julián— contestó y caminó hacia la mesa, donde Efi se veía bastante animada platicando con Duncan.

Julián permaneció allí de pie unos instantes mirando la espalda de Mauricio al alejarse, preguntándose qué había sucedido con él; no había pretendido ofrecer su ayuda a un hombre que claramente no la necesitaba, pero lo hizo. Lo que sí admitió para él mismo fue lo bien que se escuchaba su nombre en los labios de Mauricio. Miró su mano, aquella que lo sujetó y no pudo evitar recordar la sensación que lo recorrió al hacerlo, sintió alegría y paz, como si por fin hubiera podido respirar relajado después de haber estado en una situación estresante; esa era la descripción más cercana a lo que había experimentado. Caminó decidido de regreso a donde estaban aquellos tres, debía saber algo más sobre Mauricio.

—Así que Rilltown. Está al sur, ¿no es así?— indagó Efi antes de dar un pequeño bocado a su sándwich, Duncan había dicho de donde venían.

Mauricio la miraba de soslayo sabiendo que usualmente ella no era tan cuidadosa y mesurada para comer, sólo lo hacía cuando estaba frente a su madre o algún chico que le interesara.

—Sí, a unos cuantos kilómetros— confirmó Duncan.

—Nunca he estado allí— pero antes de que ella pudiera seguir hablando, Julián le interrumpió tratando de integrar a Mauricio y saber más de él.

—¿Y tú, has ido alguna vez a Rilltown?

Mauricio acomodó sus anteojos sobre el puente de su nariz y engulló lo que había masticado antes de responder.

—No, sólo conozco las poblaciones que están al norte.

—Rilltown no es un pueblo muy grande, pero te aseguro que es muy bonito e interesante.

—Sería buena idea planear una visita para el próximo periodo intersemestral— ella volvió a hablar; —sería divertido, además de desestresante; la vida de un estudiante no es fácil— abultó los labios en un mohín exagerado.

—¿Tan difícil es?— preguntó el castaño; él, Julián y al igual que otros miembros cercanos a la familia alfa, habían sido instruidos en casa, con tutores altamente calificados tanto en temas de economía y política actual, como en artes de defensa personal.

—Algunos piensan que por ser veterinaria es menos importante o tediosa que la medicina general, pero no es así; Mauricio y yo nos esforzamos demasiado.

MoonlightWhere stories live. Discover now