Nerviosismo.

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Capítulo 9.

Nerviosismo.

—Tus clientes llegaron— exclamó Carlos cuando vio que los dos sujetos de la noche anterior se acercaban a la barra y se marchó hacia el estante del fondo. Carlos no era un mal perdedor, pero el hecho de que no tuviera siquiera la oportunidad para ofrecer sus servicios fue vergonzoso.

—Para mi lo mismo de ayer— dijo Duncan con soltura, Mauricio asintió y de inmediato destapó una botella de cerveza y la dejó frente a él.

El castaño dejó un billete sobre la barra y le dijo al oído a Julián; —hoy iré a bailar, así que has lo tuyo.

Julián le sujetó del brazo impidiéndole que se fuera, y es que desde que supo que Mauricio era su pareja destinada no había estado a solas con él.

—Hombre, estarás bien— Duncan se liberó de su agarre, palmeó su hombro y se marchó.

Ese gesto de complicidad y susurros no pasó desapercibido para Mauricio, quien se atrevió a preguntar porque quiso llamar su atención; —¿también lo mismo de ayer para ti?— la noche anterior Julián había consumido ron.

—No— contestó y se acercó los tres pasos que le faltaban para llegar al taburete alto y ocuparlo; —sólo una cerveza— pidió pensando en que no debía ser tan difícil; Duncan le había dicho que hiciera lo que usualmente con una chica y sino, que por lo menos hablara con él como normalmente lo haría.

Cuando vio la botella frente a él, se atrevió a decir algo, lo que fuera, debía propiciar alguna charla entretenida.

—Tu amiga, la que conocimos Duncan y yo el otro día. ¿También trabaja aquí?

—¿Efi? No, ella no— ahora que tenía su atención Mauricio debía ocultar su nerviosismo, así que contestó de manera escueta.

—Ya veo— le dio un sorbo a su botella pensando en qué más podría decir. ¿El clima? No estaba muy seguro.

Pero cuando vio que Mauricio parecía hacer amago de retirarse, estiró la mano y le tomó de la muñeca; —espera— la petición había salido de su boca sin analizarlo en realidad.

Los ojos de Mauricio se abrieron enormemente, miró el rostro de Julián y luego su muñeca, aquella que era sujetada. Su tacto era firme pero suave y cálido.

—Yy-yo... Duncan se ha ido a bailar y estoy seguro que no regresará pronto, no conozco a nadie más— se justificó el pelinegro.

La piel le hormigueaba, era una sensación agradable pero sobre todo extraña, así que se zafó de él con delicadeza y trató de amenizar el ambiente remembrando cuando se vieron por primera vez.

—¿Temes que las chicas te persigan?

Julián se encogió de hombros; —tal vez.

Eso era inesperado, pensó que se jactaría de ello y hablaría sobre lo bien parecido y atractivo que era para las féminas; porque en realidad lo era, su cabello corto y oscuro azabache era brillante, sus ojos negros parecían chispear; Mauricio debía admitir que Julián no era tan arrogante como podría llegar a parecer, eso y también la cercanía y la familiaridad con la que se llevaba con Duncan; así que no pudo evitar pensar que eran pareja.

—No creo que tengas mucha dificultad con ellas, sólo diles que no estás interesado— le aconsejó de nuevo.

—Creo que si me ven sólo seré un blanco fácil; sería mejor si estoy ocupado hablando contigo.

—Esa es una buena táctica.

—¿Crees que funcione?

Mauricio fingió pensarlo y dijo, —no realmente, la mayoría de las mujeres que vienen a este bar son bastante desinhibidas cuando están alcoholizadas

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora